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¿No serán victorias pírricas?

El pasado 26 de noviembre, desde La Habana Vieja, Aminael Rodríguez Castillo contó que el 26 de agosto de este año solicitó en el Registro Civil de ese municipio una certificación de su inscripción de nacimiento, y tres meses después no la había recibido, a pesar de que debía tenerla pasados 15 días hábiles.

El 21 de septiembre volvió, y no estaba. Le sugirieron que si la hacía por medio de la plataforma del Ministerio de Justicia (Minjus), saldría con mayor celeridad, pues debía ser emitida por el Registro Civil de Mayarí, en Holguín. Para ello la plataforma envió un código y un pin. El 7 de octubre volvió por el citado registro: la certificación no había sido enviada aún desde Mayarí. Supo entonces que por la plataforma solo pueden hacerse solicitudes a registros civiles de los municipios de Pinar del Río, Artemisa y La Habana.

El 24 de noviembre volvió: no estaba el documento. La especialista le dijo que si él no sabía que en las provincias hace varios meses casi no hay electricidad, y que si algún funcionario no se sienta a revisar las PC, no atienden las solicitudes. Aminael le preguntó que si en esos casos no había una medida interna, como llamar a las oficinas del Registro Civil con atrasos en la entrega de solicitudes. Le respondió que ella no estaba ahí para eso.

El pasado 1ro. de diciembre, cinco días después de publicarse la queja en este espacio, Aminael nos escribió muy agradecido, pues habían acabado de entregarle el documento que no llegó antes en tres meses. Y elogió «el eficiente trabajo y la celeridad mostrados en la solución del asunto por Giselle Leyva Piloto, subdirectora provincial de Justicia en La Habana, y por Roxana, jefa de Despacho».

Un caso similar de respuesta ágil tras tanto esperar es el de Niurka Fraguela Sentmanat. El pasado 29 de noviembre, desde el municipio habanero de Diez de Octubre, contó aquí que el 12 de octubre solicitó una certificación de nacimiento que debía emitir el Registro Unificado de La Habana, y aún la estaba esperando.

La petición la hizo vía web en el sitio del Minjus y, según el formulario, estaría lista para recogerse a los siete días en el Registro Civil de Diez de Octubre. A la semana fue y no estaba aún. Perdió un día de trabajo. Tres semanas después, volvió, y le dijeron que hacía una semana que no tenían conectividad y solo entregaban las certificaciones locales inscritas allí. Le dijeron que sin conexión no podían revisar su solicitud. Niurka consideró ilógico que tuvieran que esperar a tener al usuario delante para imprimir la solicitud. «Para algo deben servir los siete días mínimos que te imponen para esperar», decía.

Le dijeron que no podían imprimir porque a veces las personas resolvían antes en otro Registro y era desperdicio de papel. Y ella contraponía: «¿Por qué, si estamos en la era digital y tienes un sistema que lo permite, no descargas en tu PC los documentos de las solicitudes que corresponden a tu Registro y así te ahorras el lío de la conectividad?».

Una semana después (ya eran cinco) volvió y aún no estaba. Quien atendía las solicitudes digitales le enseñó el sistema: en su solicitud no había ningún documento asociado. Y tras explicaciones que no la convencieron, volvieron a introducir en el Sistema su solicitud.

Volvió Niurka a los ocho días, y le dijeron que el documento no estaba. Hacía una semana que ya no estaba el Director anterior. Le indicaron que alguien de allí debía ir al otro día al Registro Unificado de La Habana y se ocuparía de que le digitalizaran su documento y lo anexaran a la solicitud. Aun así, tenía que esperar una semana más.

El pasado 2 de diciembre, tres días tras publicarse su queja, escribió Niurka para agradecer la inclusión aquí de su caso. Contó que la visitaron funcionarios del Minjus y fueron al Registro Civil, donde se resolvió todo. «Qué lástima que la mayoría de las veces las personas solo cumplan su deber cuando los presionan, o si se presenta algún jefe a exigir. Lo que sí le puedo decir es que fueron muy amables» afirmó finalmente.

Esperamos por las respuestas oficiales competentes de ambas historias, que se supone no se ciñan a afirmar que hubo solución y expliquen por qué tuvieron ambos ciudadanos que desesperar tanto para que, al publicarse sus casos, todo se resolviera. ¿No serán estas victorias pírricas, sin que se resuelvan los problemas de raíz?

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