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La torcida historia de un edificio

Bárbara Marina Soto Machado lanza un S.O.S. por el peligro que representa el edificio 3, donde vive en el apartamento 14 con su hija, en 236, entre 29 y 31, San Agustín, municipio habanero de La Lisa.

Ese inmueble, dice, fue construido en 2008, mayormente para familias que vivían albergadas por problemas de vivienda. Y ya en 2014, se derrumbó la cubierta interior del cuarto piso (el último), y provocó lesiones en varios vecinos, además del daño material.

Entonces, varios vecinos acudieron a Atención a la Población del Consejo de Estado. Y  se le planteó a la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV) de La Lisa que tenía 72 horas para evacuarlos o solucionar el problema. Pero nunca se solucionó, y la cubierta interna del 4to. piso hoy por hoy sigue en el mismo estado.

Bárbara indica que ella y su hija habían permutado para allí, y desconocía los antecedentes del inmueble. Permutó, pues vivía en Punta Brava, alejada de la carretera y cerca de una presa, y su hija padece el Síndrome de Turner. 

Cuando permutaron, aún no se observaban alteraciones estructurales. Pero hace unos seis años  llegó una brigada a «reparar» y pintar el edificio. Al parecer era la solución que se le había dado por parte de Vivienda municipal.

Levantaron la manta del techo y hubo irregularidades en su trabajo. Desde entonces, comenzó la filtración y el abombamiento de los techos de los distintos apartamentos, hasta el primer piso. Hoy por hoy se observan filtraciones en el baño y los patios de todos los apartamentos. Y la pared de la escalera, que es de carga, según arquitectos, está rajada. Ya se han derrumbado dos pedazos de balcones de dos de los apartamentos y un trozo del alero de la entrada, que casi mata a la anciana del primer piso.

Viendo que el problema no tenía solución, y con el temor de un derrumbe total, escribieron a la sección Voz del Oyente, de Radio Reloj. Y fueron hasta allí periodistas de esa emisora, que confirmaron el peligro y lo denunciaron. Aun así, nadie acudió a darles respuesta. Y se comunicaron con Atención a la Población del Poder Popular de La Lisa. Les  atendió la funcionaria Marta.

El 16 de marzo de 2017 los visitó la técnica de la DMV Yunaisi, quien desconocía la situación del edificio, acompañada de la Jefa del Departamento de Restauración. Quedaron impresionadas por lo visto, y refirieron que no había  presupuesto en esos momentos. Que de todas formas les darían una  respuesta.

El 17 de abril de 2018 se comunicaron con Marilyn, de Atención a la Población de la DMV. Les dio cita y el 18 de abril de 2018 fueron atendidos por Ana María allí, quien comenzó a abrir un expediente, lo que les sorprendió, pues desde 2014 hay un expediente allí al respecto.

El 19 de noviembre de 2021 recibieron una carta con un dictamen en respuesta por parte de la DMV, pormenorizando todos los problemas del edificio. Y precisaba que, en cuanto a la posible demolición, solo competía a Secons determinar si procedía. Y se le solicitaría criterio al respecto. Nunca se les informó lo que determinó Secons.

En octubre de 2022 acudió al edificio una mipyme de construcción contratada por la DMV. Comenzaron  a levantar los pedazos de manta del techo que quedaban, dejando huecos en la cubierta principal del edificio.

Dijeron  que solucionarían las filtraciones con un derretido de cemento. Y un vecino, conocedor de esas labores, les alertó al respecto. Pero no escucharon. Los trabajos fueron lentos y pésimos. Y cuando según ellos ya lo habían acabado, uno de los primeros aguaceros fuertes de octubre se llevó la mitad del cemento que habían echado. Empeoraron las filtraciones en cada apartamento. Y de la mipyme, supieron que se disolvió por las quejas de mal trabajo. Ese edificio no fue el único  perjudicado.

«Estamos en 2023, dice, la situación se agrava y no hay respuesta. Varios vecinos han acudido a Vivienda a quejarse y no les han dado solución. A través de nuestra delegada se ha elevado el asunto y tampoco el Poder Popular en el municipio nos ha dado respuesta. Ni se ha personado nadie a preocuparse por nuestra situación o nuestras vidas que, de seguir deteriorándose el edificio, corren peligro. Todo esto, agrega, lo conoce el Gobierno municipal», concluye.

La historia de ese edificio y sus habitantes nació y permanece aún torcida, en una imperdonable cadena de chapucerías, irresponsabilidades e improvisaciones. ¿Quiénes serán los culpables de tanto desastre?

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