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Aunque la mona se vista de seda, mona se queda; pero en el caso que nos ocupa no es tan trivial el hecho: se trata de enmascararse, de lavarse la cara y limpiarse de las muchas culpas, y es una de las empresas de mercenarios de más triste fama, ganada en la agresión a Iraq y otros trabajos sucios del gran negocio de la «seguridad». Blackwater Worldwide, se quita el nombre y lo cambia por Xe, así simplemente, y como asociaban algunos comentarios en la web, Xe podía ser Xenofobia o provenir del término inglés executed (ejecutar), y esas son dos etiquetas indelebles en la actuación de la millonaria compañía que lucra con las guerras.
Hay quien vinculó el nuevo, breve, y casi inodoro nombrecito de Xe a xenobiotic, una sustancia química usualmente dañina a los organismos vivos, y también es válida la similitud.
Incluso para el gobierno iraquí bajo la ocupación estadounidense, los Blackwater han sido marcados como «criminales» y al contratista privado —el preferido del Departamento de Estado de George W. Bush y entre los privilegiados por el Pentágono como «ejército privado», con una suma total de casi 2 000 millones de dólares— le fue cerrada la licencia el pasado año, habida cuenta del sangriento incidente que provocaron cinco de sus mercenarios en la Plaza Nisour de Bagdad, donde el 16 de septiembre de 2007 asesinaron a 17 civiles e hirieron a otros 27.
En Iraq opera un grupo de estas empresas, y las otras dos de mayor «influencia», con prácticamente igual de mala reputación allí y en otras partes del mundo, y aproximadas ganancias, son DynCorp Internacional y Triple Canopy.
El apodito de Xe para casi dos docenas de negocios o subsidiarias Blackwater sugiere otras cosas, por ejemplo, expira, y en este caso hablamos del próximo mes de mayo y su contrato con el Departamento de Estado para proteger a los diplomáticos estadounidenses en la zona bélica. La desgracia les ocurre en momentos en que, además, pudiera ser examinada su conducta en Afganistán. Quizá esto decrete el «cambio» de imagen corporativa.
Así, el intento de borrar archivos y nefastas memorias, lleva a que Blackwater Lodge & Training Centre adquiera el alias de US Training Centre Inc., y esa es la filial que conduce buena parte de las operaciones en el exterior y el entrenamiento de sus soldados en la sede doméstica de Moyock, en Carolina del Norte, donde es jefe ejecutivo, desde 1997, Erik Prince, el heredero de la jugosa fortuna de una familia de la extrema derecha de Chicago, que fundó esta empresa del mercenarismo junto con algunos de sus colegas de los Seal Navy (las fuerzas especiales de la Armada).
Por cierto, Prince ha sido un donante asiduo del Partido Republicano, de grupos religiosos fundamentalistas que se dicen cristianos, y de instituciones del conservadurismo más acendrado como el tanque pensante American Enterprise Institute y el Alliance Defense Fund.
Cuando Gary Jackson, presidente en activo de Blackwater o Xe, anunció el cambio de apelativo dijo que «esta compañía continuará proveyendo servicios de protección personal en ambientes de alta amenaza cuando sean necesitados por el gobierno de EE.UU., pero su misión primaria será operar nuestras facilidades de entrenamiento alrededor del mundo, incluido el predio bandera en Carolina del Norte».
Según Jeremy Scahill, el investigador y periodista que no le ha perdido ni pie ni pisada al rastro de aguas negras y que ha denunciado sus actividades en libros y artículos de prensa, el consorcio parece moverse al negocio de perseguir piratas somalíes en las costas del Índico —con lo que podría verse a ratas persiguiendo ratas, digo yo— y a la empresa de recolectar información —es decir, hacer espionaje— bajo una joint-venture privada de la CIA que se llama Total Intelligence Solutions.
Si pierde los favores del Departamento de Estado que acaba de tomar posesión, Xe se vira para otra base gubernamental, quizá más apropiada. Y esta relación y el nuevo nombrecito hacen ver que se trata del mismo perro con diferente collar.