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La ciudad: símbolo mundial de la resistencia de Cuba

Desde 1967 en que fue designado Historiador de la Ciudad de La Habana, hasta su muerte que ha colmado de dolor a todo un pueblo, Eusebio Leal fue un batallador incansable, alguien que jamás se dio por vencido… Cada rincón de la capital que hoy nos llena de orgullo, tiene su impronta

 

Autor:

Juventud Rebelde

«La Habana, por un conjunto de azares, está urbanísticamente intacta. Casi ninguna ciudad del continente puede asegurar eso, y cuando hacemos un esfuerzo restaurador, lo que está agonizando revive».

La rehabilitación integral del Capitolio constituyó la última gran obra donde Leal se implicó codo a codo con su equipo multidisciplinario. Foto: Rolando Pujol

El Capitolio Nacional, en el salón donde se halla la estrella de la llama eterna y el túmulo de mármol que contiene los restos del Mambí Desconocido.

Sita en Amargura No. 65, entre Mercaderes y Oficios, la que fuera cuna de Don Francisco de Arango y Parreño se convirtió en una casa de vecindad. 

La residencia de Don Francisco de Arango y Parreño, que alcanzó el Premio Nacional de Restauración en 2015,  fue la sede del Historiador de la Ciudad hasta el momento de su muerte.

La Casa de las Tejas Verdes, a la entrada de la Quinta Avenida, fue entregada por el Estado cubano a la Oficina del Historiador de la Ciudad para su reconstrucción, pues se encontraba en un estado de grave deterioro.

En la actualidad la llamativa Casa de las Tejas Verdes acoge al Centro Promotor para la Arquitectura Moderna y Contemporánea, el Urbanismo y el Diseño Interior.

Siempre me mostré opuesto a la momificación de la ciudad. No sería sensato presentar una vitrina del pasado. Imagina qué hubiese sido de nosotros de habernos conformado con ser una especie de sucursal de escuela de embalsamadores egipcia.

El Teatro Martí fue el escenario por excelencia no solo de los géneros vernáculo y lírico. Allí tuvieron lugar acontecimientos trascendentales para la futura República de Cuba, como las sesiones de la Asamblea Constituyente de 1901.

Desde la década de los 70 del pasado siglo, el también llamado Coliseo de las Cien Puertas dejó de funcionar hasta su reapertura el 24 de febrero de 2014.

«La Habana del futuro tendrá que ser mejor que esta. Es legítimo que así sea. El deterioro es evidente; lo ha sido y lo es. Pero me aferro a la utopía, que es la máxima aspiración de aquel que no deja de soñar, porque significaría dejar de existir. La utopía no es, en mi caso, una tendencia a lo fantástico, lo vacío… Aprecio los fundamentos. Cuando hablo de utopía me estoy refiriendo a la concreción de un ideal, a la realización de un proyecto. Hay que seguir cultivando el don de la imaginación. La Habana es un tesoro intemporal que nos concierne a todos: los que fuimos, los que somos y los que serán».

«Debemos conmemorar La Habana de lo pequeño y de lo grande, la de la cultura del detalle, la de la belleza que subyuga en lo aparente y en lo que no lo es tanto; La Habana monumental que se entrelaza con los parques y los jardines floridos; La Habana que danza al compás del tiempo, sin perder el equilibrio y la fuerza…».

En el sitio fundacional de la Universidad de La Habana, en 1728, se erigió el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.

El Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana quedó inaugurado en 2006 y desde esa fecha ha graduado cientos de profesionales de la gestión y preservación del patrimonio histórico-cultural.

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