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Adiós a un hermano

Para muchos de nosotros Rolando Castillo más que un compañero de trabajo era como un buen hermano, con quien compartimos alegrías y penas

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Opciones

Llegó muy joven a Juventud Rebelde y estuvo en la editora por casi 35 años, siempre frente al volante, el mayor tiempo en el semanario Opciones. Para muchos de nosotros Rolando Castillo más que un compañero de trabajo era como un buen hermano, con quien compartimos alegrías y penas.

Su partida terrenal nos duele, por inesperada. Con profesionalidad probada conducía su carro, lo que nos daba seguridad y, sobre todo, tranquilidad. Jovial y respetuoso, entraba a los departamentos saludando a todos e interesándose por sus familiares, y a más de uno trasladó a los hospitales cuando lo necesitaban.

Fuimos testigos del inicio de sus amores con Carmen, su compañera de toda la vida, junto a él celebramos la llegada de su primera hija, de la segunda y de sus nietos, las preocupaciones por tener lejos a algunos de sus seres queridos.

Nuestro amigo moronero ya no está entre nosotros, pero nunca lo olvidaremos porque dejó huellas imborrables como compañero, hijo, esposo, padre y abuelo.

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