Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Superación sin traspiés

Juventud Rebelde investigó inquietudes de jóvenes universitarios ante el próximo peldaño de su crecimiento profesional: la formación posgraduada

Autores:

Margarita Barrios
Mileyda Menéndez Dávila
Nelson García Santos
Hugo García
Laura Brunet Portela

Jessica Rufín Hernández no se da por vencida: una semana cada mes desanda más de 600 kilómetros en su ida y regreso desde la ciudad de Matanzas hasta la de Cienfuegos. El motivo de su consagración: terminar una maestría siendo joven aún.

«Es difícil trasladarse, pero al menos ahora te garantizan hospedaje en la beca, con almuerzo y comida en el comedor de la universidad», cuenta esta licenciada en Periodismo, quien confiesa que siempre tuvo inclinación hacia el estudio de la etnografía y la iconología, y la única especialidad que da herramientas para desarrollarlas es la Antropología.

«Felizmente, a tres años de graduarme y por coincidencia del destino, pude optar por la maestría en Estudios Históricos y Antropología Sociocultural Cubana», cuenta Rufín Hernández.

En su criterio, cada joven debe agenciarse personalmente los caminos para garantizar su superación si aspira a una alta competencia profesional y a adquirir avanzadas capacidades para la investigación y la innovación, esfuerzo compensado con un título académico o grado científico.

Pero ese sueño no siempre es tan expedito por disímiles razones, sobre las que Juventud Rebelde dialogó con jóvenes y directivos en varias universidades del país.

Vientos de academia

La idea de que el aprendizaje acaba con el pregrado ha mutado en el concepto de que siempre se puede aprender algo nuevo, incluso después de incorporarse al mundo laboral. La mayoría de las carreras universitarias en Cuba duran hoy cuatro años, en sintonía con la praxis más avanzada a nivel internacional.

Cursos cortos, personalizados y enfocados a objetivos es el aprendizaje que viene después, fenómeno que tiene un alto componente digital, y al que todo profesional tendrá que recurrir, al margen de su edad, puesto y nivel, para adaptarse a la imparable evolución tecnológica.

Las carreras «de perfil amplio» son apenas la base formativa, cuya calidad depende tanto de la universidad como de los futuros organismos empleadores, en cuyo escenario transcurren las prácticas preprofesionales, preferiblemente en el área en que los educandos harán su ejercicio de culminación de estudios y se les ubicará luego de graduarse.

En los tiempos modernos, la educación posgraduada posibilita la reorientación, especialización y actualización permanente para mejorar el desempeño y enriquecer el acervo cultural. También a ese nivel comparten universidades y empleadores la responsabilidad de propiciar el acceso. Pero depende, y mucho, del empeño de cada graduado.

Así lo respalda la Resolución 138/2019 del Ministerio de Educación Superior, publicada en la Gaceta Oficial ordinaria No.65, en la que también aparece un acuerdo del Consejo de Ministros que refrenda lo dicho en la Ley No.116 Código de Trabajo: el trabajador tiene derecho a estudiar en su tiempo libre a partir de su esfuerzo personal, y en casos de especial interés estatal, ello forma parte de su jornada.

El desarrollo económico y social, el acelerado crecimiento del conocimiento y la tecnología, y la actualización del modelo económico cubano, requieren más superación por parte de trabajadores y cuadros, sobre todo maestrías y doctorados, intención respaldada con una prima salarial decorosa.

El citado acuerdo establece como capacitación y superación «de especial interés» la que contribuye a mayores niveles de productividad, eficiencia y calidad de la producción y los servicios, así como al cumplimiento de objetivos del centro a corto, mediano y largo plazos. También cuenta la preparación para el cargo en aras de resolver problemas de la entidad.

Pero una cosa es la intención y otra la realidad, sobre todo para quienes quisieran mantener el impulso académico antes de dar pasos que harán más difícil el estudio posgraduado, como tener hijos, ejercer el pluriempleo o cambiar de domicilio. 

El Doctor en Ciencias Pedagógicas Edgar Borot Peraza, vicerrector del área de Investigaciones y posgrados de la Universidad de Matanzas (UM), corrobora como «asignatura pendiente» para el sector no académico el concientizar la necesidad de que sus fuerzas profesionales accedan a estudios de posgrados.

«No estamos satisfechos porque entendemos que todavía no existe conciencia de sustentar la praxis profesional en las teorías más nuevas, y a la vez que esa teoría se enriquezca con la práctica que desarrollan a diario», reflexiona.

Para Mayrel Fuentes Díaz, subdelegada de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Delegación del Citma en Cienfuegos, la superación de los profesionales empleados en la producción de bienes y servicios debería ser una prioridad, para que estén en condiciones de implementar la Investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) y propiciar el cambio que demanda el país.

Pero son los más afectados, reconoce: aunque tengan iguales derechos, no tienen las mismas oportunidades que los del MES. Y en su percepción, tampoco muestran el mismo interés.

Sectores y privilegios

«Cuando trabajé como subdirectora docente en un círculo infantil hice mi solicitud para matricular una maestría, pero no fui aceptada. Creo que a veces ofertan muchas capacidades y realmente aceptan a pocos… Para colmo, mi administración de ese momento no consideraba importante superar a nadie», comenta una joven licenciada en Educación. «También creo que se prioriza a profesores de universidades, cosa que no debe ser: deberían dar esa posibilidad a todos».

La experiencia de esta cienfueguera refleja inquietudes de todo el país ante el próximo peldaño de superación, pues no son pocos los que se quejan de tener que «coger cola» tras colegas que ejercen en las universidades, como expresó la comunicadora social Gladis Rodríguez Pérez.

El profesor de la UM Carlos Adán Betancourt Candal declara que su acceso a la maestría en Ciencias de la Educación Física fue bastante fácil, pues pertenecía al colectivo de esa facultad. «Muchos de mis compañeros recién graduados quedaron fuera, aun reuniendo las condiciones, porque es una matrícula reducida», lamenta este joven.

Su decano, el máster Luis Raúl Ponte de los Reyes Gavilán (quien cursa el doctorado en Ciencias de la Cultura Física) afirma que la facultad genera posgrados según las demandas del Inder y el Mined, sus empleadores. Sobre la maestría, acreditada de Excelencia por la Junta de Acreditación Nacional, admite que hay un nivel de selección porque los grupos son pequeños, en dependencia del claustro.

Los aspirantes se someten a examen de computación, inglés y una disertación de un tema investigativo. El Inder es el que selecciona la matrícula. Y sí: hay cuotas para los profesores de la Facultad, otros que estén en proyectos de investigación y glorias del deporte, señala Ponte de los Reyes Gavilán.

Esos privilegios son decisiones sectoriales que no están amparados por ley. En la aprobación de la matrícula para un programa de posgrado confluyen varios decisores, pero ninguna resolución establece que haya «vacas sagradas», precisa  Xiomara García Navarro, vicerrectora de Formación en la Universidad de Cienfuegos Carlos Rafael Rodríguez (UCF).

«Los requisitos para ingresar a cualquier forma de posgrado son los mismos para todas las personas, siendo el más básico de ellos ser graduado de la Educación Superior. Cada programa establece además otros propios, pero no existen limitaciones para quienes no son profesores».

Las cifras más recientes parecen respaldar ese criterio en la UCF: de los 624 matriculados en maestrías al cierre del año pasado, solo 135 laboraban en la universidad, el 21,6 por ciento. Sin embargo, en los doctorados, de 160 matriculados, 88 laboran en el nivel superior.

Para García Navarro lo anterior se corresponde con una tendencia internacional, pero se trabaja para cambiarla. «Un elemento que determina esa proporción es la demanda. Este nivel tiene un fuerte componente de intereses personales».

Dice también que cada día se observa un mayor interés de las empresas por la superación de sus profesionales y el uso de la ciencia, pero no se comporta igual en todos los sectores. La tendencia es que del sector no estatal soliciten cursos de menor duración: «Al cierre de 2021 había dos cuentapropistas en maestría y 152 en otras formas de superación», expuso.

En Cienfuegos, los sectores más representados en las matrículas activas son el Inder y los ministerios de Educación, Cultura, Agricultura y Salud Pública.

En la capital, un coordinador de carrera que pidió no ser identificado valora ese desbalance desde otra arista: las facultades sí están conscientes de que ostentar altas cifras de másteres y doctores en su claustro afianza su prestigio para optar por la excelencia y ofertar servicios remunerados.

«En las empresas, en cambio, casi nunca tienen esa mirada a largo plazo —opina—. Ven en los jóvenes adiestrados una mano de obra inmediata, no el potencial científico para resolver problemas a otro nivel y atraer capital inversionista».

Exceptúa los centros investigativos, en especial los vinculados a la biotecnología, donde es práctica saludable detectar a estudiantes de puntería desde pregrado para que hagan tesis en la institución y la desarrollen en maestrías y doctorados.

En la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV), la educación posgraduada exhibe resultados de pertinencia y calidad. Este año ofrece 43 programas de maestría y 20 de doctorado. Allí trabajan por mantener un alto nivel de satisfacción de los profesionales del territorio, pero la oferta no abarca todo el universo de solicitudes individuales o de empresas y organismos, reconoce Estrella María de la Paz Martínez, directora de Educación de Posgrado de la UCLV.

En su experiencia, tampoco las entidades tienen totalmente claras las necesidades de sus trabajadores, qué conocimientos y habilidades requieren para un mejor desempeño laboral.

Paz Martínez detalla que la responsabilidad de mejorar es compartida. De un lado la universidad debe divulgar mejor sus ofertas y hacerlas más pertinentes, con entrenamientos y figuras de posgrado más cercanas a los puestos de trabajo; y del otro, toca aplicar convenientemente el Decreto Ley 350 y aprovechar los centros de capacitación subordinados a las entidades y las posibilidades de estudio por interés estatal.

En el año 2021, a pesar del escenario sanitario adverso, en la UCLV participaron 1 119 profesionales en programas de maestría, 360 provenientes de sectores estratégicos del país (Turismo, Industria, Electroenergética, Producción de alimentos, Construcción, Telecomunicaciones e informática y Redes hidráulicas y sanitarias); y 347 en programas de doctorado, 123 de los sectores estratégicos citados.

Todos trabajan en soluciones a problemas científicos de relevancia territorial, sectorial y nacional, lo cual reafirma la vocación innovadora de esa institución. Pero no son jóvenes la mayoría, y quienes sí lo son cuestionan el sentido de priorizar a quienes están cerca de la jubilación.

Usted puede elegir según su perfil y los requisitos de ingreso del programa, el posgrado que desarrollará. Foto Roberto Suárez

Del mérito a la frustración 

Una licenciada cienfueguera narró a Juventud Rebelde que intentó ingresar a una maestría y presentó su expediente con todo lo que pedían, hasta el premio del Citma. «Pero nunca lo llegaron a conformar. Quedó en una gaveta donde después ni aparecía», acota decepcionada.

Este caso desdice la Resolución No.116/18 del MES, en cuyo artículo séptimo se establece la prioridad de otorgar becas a recién graduados que obtengan el Premio al Mérito Científico Estudiantil como una forma de estimular su desarrollo. Para ella esa estrategia no funcionó, aunque sí ha beneficiado a muchos, avala el optometrista Adrián Adalberto Campos Moya.

«Obtener un grado científico lleva mucho sacrificio, y sobre todo tener bien enfocada tu meta», dice una aspirante a cursar la maestría en Pedagogía en próximas convocatorias. «Hay que tener en cuenta el interés real de las personas, porque unos cuantos matriculan y no culminan, y sin embargo dejan fuera a otros jóvenes con deseos de estudiar».

En la deserción a ese nivel hay homogeneidad internacional: entre un 40 y un 60 por ciento, según varios autores. Las causas son variadas, apunta García Navarro, y ocurre tanto entre profesores como en profesionales del sector productivo.

En maestrías y doctorados hay un fenómeno ampliamente arraigado: el Todo menos la defensa (en inglés All but dissertation), que atenta contra el sentido de la convocatoria, porque el título vale tanto como los conocimientos. En esa fase es crucial la proactividad de los tutores, y algunos están muy cargados de docencia, o fuera del país, o en su propia tesis doctoral.

Otras veces el posgrado no aporta una verdadera superación y los alumnos se desmotivan sin saciar sus ansias de aprender. Quienes terminan lo hacen «porque papelito habla», resumió una maestrante decepcionada, pero urgida del título.

«A veces las necesidades no se cubren. Las clases no cumplen las expectativas, no tienen calidad. Han pedido evaluaciones que la mayoría no nos sentimos en condiciones de hacer. En la práctica no he podido aplicar casi nada porque es muy poco lo que he aprendido», lamentó Gladis Rodríguez Pérez.

Abrazar el título universitario es el primer paso para continuar estudios de posgrado. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

Público, y a la medida

«Después de graduada no fueron muchas las oportunidades de superación en mi especialidad acá en Matanzas», cuenta Rufín Hernández. «Los cursos son en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí o el ICRT, en La Habana. En 2020 hice mi habilitación como locutora por un diplomado», añade, pero lamenta la poca información que llega por otros canales.

Otros jóvenes se quejan de que los programas que conocen son rígidos, y si les interesan algunos módulos de otra maestría tienen que matricularla en paralelo… si lo logran.

El economista Yoelkis Torres Tápanes, director del proyecto de integración, intervención y transformación sociocultural Afroatenas, accedió a la maestría Estudios Históricos y Antropológicos por una especialización en Antropología y patrimonio en el capitalino colegio de San Gerónimo.

«En Matanzas no están todas las carreras que quisiéramos, y no se socializan a la población los posgrados o expectativas de formación». Cada espacio de su formación los ha gestado personalmente o los ha visto en las redes sociales, por convocatorias públicas.

«A los doctorados es difícil de acceder. Primero porque casi no los hay en la materia que tú quisieras. Por eso me presenté a diferentes becas en el exterior y ahora estoy en un predoctoral en función de lo que trabajo».

La universidad matancera tiene hoy cerca de 150 estudiantes de posgrado del sector no estatal. Muchos piden información y entienden que es necesario transitar por otras acciones de superación en sintonía con sus necesidades, como cursos y diplomados, antes de iniciar una maestría o doctorado.

«Es común que trabajadores por cuenta propia y emprendedores se acerquen a recibir cursos relacionados con contabilidad, economía, innovación organizacional, gestión de los recursos humanos, gestión de la calidad… la plataforma que sustentará su emprendimiento», resume el vicerrector de la UM.

Al respecto, la bayamesa Maritza González habla en nombre de quienes exploran áreas afines a sus nuevas inquietudes: «Una maestría en algo que no estudiaste es más desafiante. Exige vínculo con la práctica para darle sentido y que no sea otro título en la pared. Pero no puede negarse ese derecho».

Algunos programas que hoy se ofertan están al margen de las nuevas realidades, razona. «Aunque esto de las mipymes es un proceso nuevo en Cuba, muchos sabemos que no basta con tener voluntad y recursos financieros. Hay que ser competentes para desmarcarse en el mundo empresarial dentro y fuera del país».

El profesor capitalino entrevistado es partidario de diseñar programas flexibles, ajustados al talento de cada maestrante: «Si la especialidad es una ciencia pura, pero el joven tiene habilidades de programación, se pudiera gestionar un módulo en la Cujae para que aprenda automática y su investigación sea más integral.

«También ayuda invitar a profesores extranjeros de prestigio para dar nivel al currículo. Y en cuanto a los entrenamientos en el exterior, si la empresa o la facultad gestiona ofertas, las posibilidades de que esos graduados retornen son mayores que si deben “lucharlos” y financiarlos por su cuenta».

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