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Tres generaciones y un mismo Destacamento

La familia Misas Hernández ha dejado su huella en medio siglo del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech

Autor:

Laura Brunet Portela

CIENFUEGOS.— En casa debaten sobre muchos temas. Son una familia de hermosos desencuentros, porque de esas diferencias salen siempre más fuertes. Tal es así que los padres se decidieron por las materias más opuestas posibles.

Esther Hernández Moreno se dedica a contar la historia como anécdotas vividas en carne propia; y Jorge Misas Garriga, su esposo, descubre para muchos auditorios de jóvenes curiosos centenares de fórmulas, planetas y estrellas.

Pero coincidieron en lo que muchos consideran la más hermosa de las profesiones. Encontraron en las aulas motivaciones para crecerse y seguir juntos décadas después.

De esa alianza nació otro maestro, seguro desde pequeño de que «la labor de educar viene en sangre», como posteó en su estado de WhatsApp Jorge Misas Hernández, profesor de la Universidad de Cienfuegos (UCf).

«Mi infancia fue muy feliz. Tener dos profesores en casa siempre hizo que mis enseñanzas y el sistema de aprendizaje fuera organizado y planificado. Además, ante cualquier duda podía acudir a ellos, que siempre estaban pendientes.

«Tuve la inmensa posibilidad de que mis padres formaran parte del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, por eso conocí esa experiencia y decidí sumarme también.  Fueron de aquella generación de jóvenes que al llamado de Fidel decidieron inclinarse por el magisterio, y muchos como ellos, hasta hoy, aún llevan la luz del saber a las escuelas y centros educativos», comentó con orgullo Misas Hernández, miembro de la 43ra. generación del Destacamento en la especialidad de Pedagogía-Sicología.

Esther se unió en la cuarta convocatoria, cuando ya el esposo se había estrenado con la generación pionera de tan preclaro propósito.

En medio siglo de esa iniciativa revolucionaria, no ha faltado quien busque la arista oscura de esa historia, y siempre Misas Garriga vuelve sobre sus pasos y cuenta la verdad de aquellos maestros casi adolescentes.

«A pesar de estar cursando el décimo grado, ya todos teníamos una orientación profesional muy marcada. Nadie nos obligó a incorporarnos a la docencia en aquellas 40 escuelas en el campo. El Comandante en Jefe convocó y nosotros respondimos», aseguró.

Su hijo, el joven profesor de la UCf, también sabe lo sucedido de memoria y ha dado continuidad con sus vivencias a la herencia familiar que es el Destacamento: «Ellos siempre contaban sobre cómo se incorporaron a ese llamado, qué los motivó y por qué su proyecto de vida cambió al saber que podían formarse como docentes y colaborar en la enseñanza y educación de otras personas, un gesto tan humano y noble».

Este matrimonio entrelazó el amor de pareja y el profesional para toda la vida.Foto: Cortesía de los entrevistados.

El matrimonio Misas fue tan certero al decidir la vocación a sus tempranos 15 años, que todavía hoy siguen delante del pizarrón. Pero en aquellos tiempos, aquel «sí» los puso a nadar a contracorriente.

«Respecto a mi madre, puedo decir que inicialmente no estuvo muy conforme. Ella era costurera y mi padre había sido tabaquero —ya en ese entonces había fallecido—, y aspiraban a tener un hijo ingeniero, que era lo que yo siempre había manifestado como interés», recuerda Misas Garriga.

Pero no pasó mucho para que la desazón de la madre se transformara. «Cuando me vio graduado en 1977 me expresó con lágrimas en los ojos: “Cumpliste con tu deber”. Esto lo recuerdo hoy, a mis 65 años, como el primer día, porque lo más digno en esto es que ella solo había logrado cursar hasta el tercer grado», rememoró conmovido.

El hijo sigue bebiendo de la savia de sus padres. «Cada uno tiene su librito para dar clases y prepararse, pero sí colaboramos y compartimos la experiencia desde casa sobre los temas que vamos a abordar; y hablamos de cómo son los grupos y alumnos que tenemos. Nos damos consejos y opiniones sobre cómo planificar mejor ese proceso de enseñanza y aprendizaje, con nuevos códigos y vías que permitan captar el interés y la motivación de los estudiantes, para que logren comprender y apropiarse de los contenidos», expresó.

El profesor de Física y Astronomía todavía disfruta al descubrir los matices de su alumnado en la Escuela de Iniciación Deportiva (Eide) Jorge Agostini Villasana, de Cienfuegos. Esther, Doctora en Ciencias Pedagógicas, trabaja en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCf, en la carrera de Gestión Sociocultural para el Desarrollo.

«Nos sentimos reconocidos y muy recompensados al ver a muchos pupilos convertidos en profesionales, ejerciendo sus especialidades y en tantas responsabilidades a lo largo y ancho del país. Eso siempre nos recuerda las palabras de nuestro Comandante cuando expresó: ¡Ustedes son hijos de la Revolución, y la Revolución se siente orgullosa de sus hijos!», dice Misas Garriga, también rebosante por la obra humana que los tres han moldeado con sus manos.

Decía Martí que al venir a la tierra, todo hombre debe y tiene derecho a que se le eduque, y después, a contribuir con la educación de los demás. Con tal frase del Apóstol identifica Misas hijo a sus padres, porque «ellos asumieron ese rol y hasta hoy son fieles a ese principio», consideró.

Los nietos de la familia Misas Hernández ejercerán la profesión u oficio que deseen. De eso está seguro el más joven de esa generación. «Pero sobre todo serán hombres y mujeres de bien, buenas personas… Aunque quisiera que mantuvieran el legado familiar y fueran maestros de corazón, de alma, de voluntad… Pero sobre todo que trabajen con cariño, que es lo que distingue en Cuba a los profesionales de la educación», dijo convencido.

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