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Apelemos a los afectos, la emoción y la alegría de vivir

Hay que entender definitivamente que, desde los proyectos de izquierda, política, comunicación y tecnología son tres dimensiones de un mismo proceso liberador y revolucionario, y existen grandes potencialidades desde el campo popular para fortalecer ese vínculo, sostuvieron en diálogo exclusivo con Juventud Rebelde dos reconocidos analistas argentinos, especialistas en estos temas y fervientes amigos de Cuba

Autor:

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández

COMO un hermoso espectáculo de nuevo tipo han catalogado algunos usuarios en redes sociales el acto político-cultural con motivo de los 70 años del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, que tuvo lugar en la madrugada del pasado miércoles en predios de la otrora fortaleza militar santiaguera, hoy convertida en Ciudad Escolar 26 de Julio.   

El uso del video mapping confirió a la conmemoración un atractivo singular, que trascendió lo efectista y fascinante del recurso tecnológico por sí solo, para integrase en una puesta escénica combinatoria de múltiples elementos, con la que emergió una evocación de la historia patria, sus símbolos y la significación política de los hechos, marcada, de modo general, por nuevos códigos visuales, estéticos y comunicacionales.  

Precisamente, sobre esas maneras contemporáneas y tan necesarias hoy de pensar y concebir la comunicación política desde la izquierda, hablaban en exclusiva con Juventud Rebelde, en marzo de este año, a propósito de la segunda edición del coloquio internacional Patria, los reconocidos docentes argentinos y analistas del discurso, la convergencia multimedia y la comunicación política María Fernanda Ruiz, directora de Comunicación Digital del Ministerio de Cultura de su país, y el sociólogo y periodista Daniel Rosso, director de la emisora bonaerense Somos Radio, de las madres de Plaza de Mayo. 

La emotiva conversación con estos estudiosos y fervientes amigos de Cuba delineó vías por las que debemos transitar en aras de cambiar concepciones y prácticas que deciden en la efectividad y credibilidad de muchos procesos sociales, teniendo en cuenta el enfrentamiento que en el terreno comunicacional se nos hace a los proyectos políticos de izquierda desde una derecha cada vez más pertrechada de ciertos dominios tecnológicos para desarrollar sus tácticas y argucias de todo tipo. 

—En los últimos años ha trascendido en más de un evento político del continente latinoamericano una pregunta que se impone formulárnosla como preámbulo para trazar, a su vez, otras preguntas: ¿qué se puede hacer en la actualidad desde el campo popular si queremos redefinir con urgencia la relación entre política, comunicación y tecnología? 

—MF: En principio habría que decir que esta relación que necesitamos redefinir y consolidar entre política, tecnología y comunicación es una deuda de los proyectos políticos de izquierda del campo popular en todo el continente, porque se ha subestimado la dimensión de la disputa simbólica que se da en la comunicación y se ha concebido la tecnología como algo instrumental, como una herramienta en el mejor de los casos, y no como una dimensión constitutiva del proceso político.

«Tenemos que entender definitivamente que política, comunicación y tecnología son tres dimensiones de un mismo proceso liberador revolucionario, y también hay que entender que tenemos grandes potencialidades nosotros, del lado de los pueblos, para fortalecer esa relación. Porque nuestros grandes científicos, tecnólogos y comunicadores del campo popular pueden estar en los procesos políticos concibiendo los ideales de esos procesos. Eso a la derecha le falta. Nosotros tenemos la fuerza de los ideales, de la lucha histórica de nuestro continente para poder dar la batalla.

«Cuba,especialmente, sabe mejor que ningún otro país de la región sobre cómo enamorar desde el pueblo, desde las conexiones afectivas y amorosas de la gente, y desde la ternura de su Revolución. Hay que aprovechar entonces esa fuerza».

—DR: El individualismo, que es lo que pregona el neoliberalismo de manera global, también tiene consecuencias. Si hay un discurso permanente que lo que dice es que el individuo tiene que resolver todo, precisamente, en el orden individual, entonces lo que termina afectado es la relación con el otro. Y es ahí donde hay que pensar en profundidad la relación entre tecnología, comunicación y política. Porque lo que nos va sacando es la destreza para la relación con el otro. 

«Yo creo que se comunica bien cuando se recupera la capacidad de seducción en relación con el otro. Ahí empieza el proceso de comunicación. O sea, entender que ese otro que tengo ahí no es un objeto, es alguien que tengo que celebrar, y hay que vivir ese momento con intensidad, quererlo, disfrutarlo».  

—Analizar, formarnos, crear, dominar la tecnología y articularnos. Así se ha definido el camino para trabajar hoy estratégicamente frente a los desafíos de la territorialidad digital. ¿En qué consiste cada uno de los ejes de esta interesante ruta?

—MF: Cuando empezamos a trabajar en comunicación política regional, desde una perspectiva latinoamericana, nos dimos cuenta de que el paradigma hegemónico era el del marketing político, y a veces los proyectos nuestros creían que lo que debíamos hacer era lo que hace la derecha desde el paradigma del marketing, para vender un proyecto político o un candidato como mismo se mercantiliza una mayonesa o una coca cola. 

«Nosotros asumimos entonces que era necesario configurar un paradigma de comunicación política revolucionaria y definimos estos cinco ejes de trabajo.

Al primero le decimos Analítica, y tiene que ver con la lectura estratégica de las disputas simbólicas que hay en la sociedad, especialmente con el poderío que tienen los medios hegemónicos para imponer sus ideas, pero también con la lectura de las redes sociales y  los diferentes segmentos sociales que se manifiestan de estas de modo público. Eso hay que leerlo como si fuera un mapa para planificar cualquier recorrido.

«Ese mapa de disputa simbólica hay que comprenderlo si queremos intervenir estratégicamente con nuestras ideas. Lo primero es analizar. Luego viene algo muy importante de nuestro lado, que la derecha no lo tiene, y es la militancia, los pueblos que toman la palabra. Entonces es ahí cuando la formación se constituye en un eje tan importante como la Analítica, y que consiste en enseñar a nuestros pueblos y a nuestras organizaciones sindicales, políticas, de derechos humanos, feministas, indígenas y de todo tipo para librar esta cruzada cultural, también en territorio simbólico, especialmente hoy en internet. 

«El tercer eje tiene que ver con la producción creativa de contenidos y de plataformas de comunicación: digitales, analógicas, integradas y de todo tipo, teniendo en cuenta   la fuerza del arte y la dimensión estética del discurso político de los pueblos y todo su potencial narrativo.

«Y la cuarta línea de trabajo es la tecnología usada de un modo estratégico, con una comprensión del mundo actual a partir de sus lógicas tecnológicas y apostando por un desarrollo soberano, con científicos nuestros, tecnólogos que comprendan el sentido de los desarrollos tecnológicos. Y también, por supuesto, con la militancia por la soberanía de la infraestructura tecnológica.

«Ya por último se necesita la articulación. Ningún país va a poder solo resolver el problema de la disputa simbólica de la batalla cultural. Tenemos que trabajar unidos en América Latina».  

Daniel Rosso, destacado sociólogo argentino. Foto: Virginia Robles/El Grito del Sur

—DR: Es importante destacar que esos cinco ejes tienen que enfrentar un proceso, del otro lado, que yo llamaría de antimarketing. ¿Qué es el marketing en términos comerciales? Dotar un producto de un conjunto de atributos positivos.

«Bueno, ¿qué hacen con nosotros desde la derecha? Un antimarketing. Nos conceden un conjunto de atributos negativos. Entonces somos autoritarios, malos, perversos, dictadores. Por lo tanto, si vos adquirís (tú adquieres) ese producto con el que nos venden a nosotros, todos esos atributos negativos van a ir sobre vos (ti).

«Por ello, hay que acabar de salir de esa lógica porque eso genera algo que se llama destitución enunciativa. O sea, como vos (tú) estás impregnado de esos atributos, quien se relaciona con vos (contigo) te destituye antes de que vos (tú) te contagies con esos atributos».

—MF: Justamente entonces, porque se es kichnerista, evista, o cubano o venezolano, se construyen de nosotros esos procesos de destitución a nivel discursivo. No importa lo que tú digas. Ya por ser, tener o formar parte de esos proyectos políticos «malditos» según ellos, ya no estás habilitado para tomar la palabra. Esa es la operación de la derecha.

—DR: Todo eso genera una cultura muy antidemocrática. Y es que el otro no es destituido por lo que dice, sino porque existe, por lo que es. Y el único modo de salir de eso en el marco neoliberal es a través de la desaparición del otro. Durante la etapa de las dictaduras esas desapariciones fueron mediante ejecuciones, tirando a la gente de los aviones. Ahora es negándole el derecho a la existencia, es decir, no voy a reconocer, no voy a hablar con él. Voy a marginarlo. Son estos los modos contemporáneos de desaparición.  

«En torno a todo esto, hay una enseñanza histórica de las madres de Plaza de Mayo en Argentina, pues ante la desaparición de sus hijos y la vacancia de cariños que quedaba en sus esferas privadas, ellas llevaron la afectividad a espacios públicos. Entonces ahí emerge un mecanismo contrario al del otro, que es del afecto, el de trabajar con los afectos y el amor por el otro, mientras el adversario político se encarga de poner odio. Lo que no se puede es dejar sin afectos el ejercicio de la política».

―¿Dónde radica la clave para organizarnos frente a esa guerra discursiva y de símbolos que se nos hace?

―MF: En el diálogo, en interpelar al otro para que tenga voz. A veces utilizamos estrategias políticas que no consideran las nuevas modalidades de subjetividad y de intercambio social y cultural. Por ejemplo, en muchos proyectos políticos de izquierda nos proponemos hablarles a los jóvenes y desarrollamos largas explicaciones, y nos ponemos en unas posiciones aclaratorias para decirles a las juventudes cómo deben participar porque creemos que eso es considerarlas como un actor político importante. En verdad, siempre la izquierda ha necesitado contar con la juventud de un modo protagónico en sus procesos, justamente para mantenerse con esa energía propia de los más nuevos, algo que Fidel, Chávez y otros grandes líderes del continente comprendieron siempre perfectamente.

«Es esencial hablarle a la juventud, pero hay que escucharla. Si creemos que vamos a poder alimentar la historia de los procesos políticos desde una postura solo explicativa, es porque no entendemos que hay una juventud hoy que ya está completamente formada en una matriz dialógica. Es necesario trascender muchas dificultades, pero fundamentalmente la del ego de la enunciación total, porque venimos de procesos que describen y lo explican
todo. En la actualidad estamos en una etapa en la cual es mucho más estratégico un discurso sano y a la vez inacabado, para que este sea completado por el otro.

«Creo que si no razonamos eso en esta época histórica no vamos a poder contar con los grandes sectores de la sociedad, fundamentalmente con la juventud. Y para eso la que se tiene que transformar es la política».

―Hablemos de algunas experiencias de trabajo en comunicación en campañas presidenciales latinoamericanas. ¿Qué lecciones nos han dejado? 

―MF: La mayor lección ha estado en la necesidad de la articulación de fuerzas de todo tipo: culturales, históricas, tecnológicas, estéticas, narrativas... para asumir la disputa desde nuestras razones. 

«Voy a ilustrarte con anécdotas. Por ejemplo, en 2019 cuando las elecciones en Argentina, en las que resultó ganadora la dupla de Alberto Fernández y Cristina Fernández, del Frente de todos, que gobierna actualmente el país, Mauricio Macri, que era el presidente y aspiraba a la reelección, recibió del Fondo Monetario Internacional 45 000 millones de dólares y salió en sus redes sociales a decirle a la gente que pusieran una foto de él y pusieran: “Yo lo voto”. Solamente, y según explicó el propio Macri no hacía falta tener razones o argumentos para votar. Ante aquella estrategia del enemigo, nosotros hicimos una campaña que se llamó Motivos, porque nosotros sí teníamos motivos para votar por quien consideramos en los proyectos políticos del campo popular de izquierda del continente, y sobre todo porque sabemos lo que queremos. Entonces los pueblos mismos pueden decir cuáles son los motivos por los cuales eligen este proceso político y no otro. 

«La campaña Motivos reunió en muy pocas horas decenas de miles de videos que nos llegaban desde todo el país y en los que la gente decía entonces por qué motivo iba a votar por el Frente de todos. Eso, para citar un caso, no lo puede hacer la derecha porque no tiene miles y miles de voces que puedan explicar las razones de su voto.

«Quiero contarte otra experiencia de un momento muy terrible en la historia de Bolivia: dictadura de Jeanine Áñez, Evo exiliado, y la radio de las seis federaciones del trópico de Cochabamba, una radio indígena que había sido muy importante para la promoción de las ideas del Movimiento Al Socialismo (MAS), fuerza que había sufrido un golpe de Estado. Entonces, para no dejar caer aquella voz que era tan importante, que hablaba contra la dictadura, que ponía el mensaje de Evo al pueblo, comenzamos a subir esa línea de transmisión de la radio a internet, y se podía oír en todo el país y el mundo. Ahí pusimos la tecnología en función de una causa muy justa, de una demanda popular. 

«También desearía comentarte sobre lo sucedido en Perú, con las elecciones en que salió como presidente Pedro Castillo.  Cuando llegamos al país para contribuir con la campaña no encontrábamos las redes oficiales del candidato de la izquierda, pero había 130 redes oficiales con el nombre de Pedro Castillo. ¿Cómo era eso posible? Había ocurrido entonces lo mismo que en Argentina cuando Cristina dijo: “Vamos a crear una gran unidad ciudadana”. Al día siguiente había redes sociales de unidad ciudadana en cada lugar. En Perú había 130 colectivos militantes, que para ellos eran redes oficiales de Pedro Castillo. La gente del marketing político decía: “Agrupemos esas redes y creemos redes oficiales de Pedro Castillo”. Y nosotros les dijimos: “No, juntemos a todos los administradores que están distribuidos por todo el país de estas 130 redes oficiales para trabajar en conjunto y articularnos. Esas redes tenían
500 000 personas cada una, y al unirnos todos en la campaña hicieron un triunfo electoral que nadie podía imaginar que se iba a ganar, democráticamente, frente a una derecha que gobernó históricamente en Perú. Ya después en el poder, las vulnerabilidades del propio proceso generó las debilidades que posteriormente se vieron, pero ahí el pueblo se había organizado para tomar la palabra y eso es lo que se necesita. 

«Por último, voy a referirme a la campaña de Andrés Arauz en Ecuador en el período 2020-2021, que perdimos, y de la que aprendí muchísimo de los errores, con un alto costo, con las dificultades que supuso tener a diferentes dirigentes políticos del correísmo fuera del país, con Jorge Glas preso. Hay que reconocer que no hubo la suficiente coordinación, se tenían muchas voluntades, pero quedaron dispersas. No llegamos a poder articular la tan necesaria fuerza del pueblo para vencer a la derecha de Guillermo Lasso. Faltó unidad por las organizaciones indígenas y entre nuestras propias fuerzas».

—DR: Sería importante destacar que la política tiene que estar representada por los medios, justamente en términos políticos. Y en la actualidad medios tradicionales, redes sociales digitales y política tienen que hacer una amalgama virtuosa para que nuestros proyectos progresistas vayan hacia adelante en conjunto. 

—¿De qué modo concebir la comunicación para no dejarnos arrebatar el derecho a ser útiles, y a la vez sentirnos felices, a pesar de tanta hojarasca y tanto invento irritante que circula en las redes sociales?

—MF: Estamos conscientes de que necesitamos prácticas comunicativas mucho más empáticas, que profundicen y refuercen nuestras identidades, que apelen a la emoción y la alegría de vivir ante la adversidad manipuladora que nos proponen los medios hegemónicos.

—¿Y especialmente los cubanos cómo podemos crecernos de manera alternativa ante ese bloqueo genocida y recrudecido que sigue ahí, testarudo y ya obsoleto, pero dañino?

—MF: Hay que resaltar que el territorio digital está hegemonizado por plataformas de mercado, como Facebook, Meta, Google, Amazon; sin embargo, es un territorio que por su constitución tecnológica premia lo colaborativo. ¿Y quién sabe más de lo colaborativo que el pueblo cubano? Encontremos entonces los modos de ganarle la pulsada al bloqueo también desde las acciones colaborativas de nuestros pueblos. 

 

 

 

El recurso técnico expresivo del video mapping en la reciente conmemoración por el 26 de Julio demostró cómo pueden integrarse de modo acertado política, comunicación y tecnología. Foto: @cubadebatecu/Twitter

 

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