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Médicos por vocación, pasión y amor (+ Fotos)

Contribuir desde una perspectiva humanista e innovadora a la satisfacción de las demandas crecientes de médicos orientados a la atención primaria en las más diversas regiones del mundo, sigue siendo la máxima de la Escuela Latinoamericana de Medicina, que este miércoles cumple 24 años de fundada 

Autor:

Bertha Mojena Milián

Un símbolo de lo que unidos pueden alcanzar los pueblos del mundo, tal como lo avizorara el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, ha sido desde su fundación la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), que arriba este miércoles a su aniversario 24, con la satisfacción de haber graduado más de 30 000 profesionales de la salud de más de un centenar de países.

Considerada Universidad de Excelencia por la Junta de AcreditaciónNacional yen espera de los resultados de un reciente proceso de evaluación que podría convertirla en la primera institución formadora de las Ciencias Médicas en Cuba acreditada internacionalmente, sus profesores, estudiantes y graduados, muchos de los cuales se encuentran hoy en todos los continentes, reconocen en ella su segunda casa.

Desde la primera graduación de la ELAM en 2005, Fidel se interesó en el futuro profesional de los médicos formados en Cuba. Foto:Tomada del sitio web Cubadebate

A propósito de este aniversario, dialogamos con tres líderes estudiantiles, de áreas geográficas diferentes y poco más de dos años en la Escuela, a la que aman y sienten suya cada día más y a quienes une el compromiso de llegar a ser, como diría también Fidel, «médicos de ciencia y de conciencia» por la sonrisa y la salud del mundo.

Enclavada al norte de la Habana, limítrofe con Artemisa, la ELAM se erige en un entorno de gran belleza natural. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

La emoción por el esfuerzo compartido

Con apenas 23 años y proveniente de Uganda, Charles Kawuki, es uno de los inquietos jóvenes que por estos días de aniversario casi no tienen tiempo para descansar entre la preparación de las jornadas científicas, las actividades colaterales y los aportes de los estudiantes al acto central que tendrá lugar en la mañana de este miércoles.

Charles Kawuki. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

Tiene, sin embargo, unos minutos para contarnos que obtuvo su beca gracias a una convocatoria anual que realiza el Ministerio de Educación Superior de su país, a la cual se presentan varios candidatos y entre los más preparados están siempre los que llegan a la ELAM. 

«La llegada es un desafío, es duro ajustarse y lleva unos meses, pero en mi caso arribamos durante la última etapa de la pandemia, la escuela estaba casi llena y nos apoyamos entre todos y fue más fácil», confiesa, aunque reconoce que no siempre es así y cuesta más acostumbrarse a lo que denomina «vivir el ambiente cubano».

Para Charles, la etapa preparatoria fue difícil y entre lo más complejo estuvo, sin dudas, aprender el idioma. Hoy lo habla muy bien, pero considera que durante mucho tiempo les parece hablar una especie de «cubañol», una definición acuñada entre los que con más dificultad se han enfrentado a los cubaneos habituales del lenguaje, y no solo en la escuela, también en las calles y áreas donde conviven en sus prácticas preprofesionales.

Los estudiantes están insertados en 10 proyectos socio-comunitarios, reciben cursos para desarrollar aptitudes artísticas o deportivas y aprender español. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

Al preguntarle sobre la preparación académica e integral, responde entonces sin titubear: «La base de todo es cómo tratar a un ser humano y no es lo que se enseña en otras partes del mundo. Además, si eres una persona de carácter más fuerte, quizá un poco agresivo, por la cultura del lugar del cual vienes, aquí cambias porque la interacción hace que seas más tranquilo gracias al modelo de enseñanza».

Para el joven africano, poder convivir con otros estudiantes de unos 72 países que hoy se encuentran en la sede central de la ELAM, le permite estar cursando no solo la carrera de Medicina, sino también una escuela de cultura general integral. «Es como si estuvieras en dos especialidades y debes ajustarte lo máximo posible a ese ambiente en el que todos somos iguales y diferentes a la vez, pero eso nos une», destaca.

Jóvenes de 72 países estudian actualmente en la sede de la ELAM en la capital cubana. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

Considera, además, que hay que buscar un equilibrio para poder ser buen estudiante y participar en todas las actividades y tareas que se convocan. Son muchos saberes reunidos y el papel de los profesores en eso es vital. Son los guías, la familia que tienen aquí, pues la de sangre está muy lejos y ven apenas una vez al año, «cuando se puede».

Asimismo, siente orgullo de contribuir a la belleza de la escuela, a su cuidado, aunque cree que debe velarse más por que todos se involucren en eso, como la gran familia que son porque a pesar de la falta de recursos en etapas complejas como las que vive Cuba hoy, la mantienen hermosa. Precisamente sobre esas carencias materiales hablamos casi al final de nuestro diálogo, algo que no desconoce, pero «tampoco impide ningún proceso de formación».

Durante el  primer año los estudiantes reciben un Curso preparatorio en Idioma español y asignaturas de corte general e integral. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

«He visto toda la fuerza que ponen los profesores, los trabajadores, sé que el presupuesto es bajo y siguen ellos trabajando con la misma fuerza, sé que es difícil trasladarse a sus casas o venir y no faltan a la docencia o actividades adicionales, son los primeros en jornadas científicas, deportivas o recreativas aún en esa situación y sin importar el día o la hora. Eso emociona mucho y a uno lo deja con pocas palabras porque el esfuerzo es mucho mayor de lo que se pueda imaginar», concluye.

Los agradecidos siempre acompañan

Un desafío para esta periodista fue el breve pero intenso diálogo con Tarek Alhasan, joven palestino de 22 años residente en el Líbano, que ve como una oportunidad única estudiar en Cuba y no solo por lo que representa formarse como médicos, sino también como personas, como mejores seres humanos en este mundo convulso y complejo que tanto lo necesita.

Tarek Alhasan. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

Emocionado y con un brillo especial en sus ojos, Alhasan ríe, conversa de forma fluida, demuestra fortaleza, pero su voz se entrecorta cuando inevitablemente, habla de la masacre contra el pueblo palestino, de la muerte de miles de niños y niñas, de los hospitales derribados, de los colegas asesinados, de los recuerdos de generaciones completas que han sido convertidos en polvo.

«Es difícil estar acá y no estar pendientes de las noticias, de los fallecidos, de lo nuevo que ocurre cada día, de las posibles decisiones a corto o largo plazos. A veces pareciera que todo va a mejorar y empeora», refiere.

¿Y tu familia?, pregunto. «Mi familia está bien. Está en el Líbano, tengo noticias a diario de ellos, pero sin el apoyo de los profesores, que sin importar de donde seamos se convierten en nuestros padres y esta, en nuestra segunda Patria, todo sería aún más difícil», asegura. 

Para Tarek, la posibilidad de formarse, convivir, compartir y dialogar todos los días con personas de las más diversas culturas es una de las cosas que más le aporta en su formación y le refuerza la idea de ser médico también del alma, donde esté o a donde vaya en el futuro.

En esta durísima etapa de agresiones a Palestina ha sido muy importante la unidad entre todos los árabes —dice—, y también el apoyo y la solidaridad de todos los estudiantes desde el primer día, incluso los de Estados Unidos. «Nada justifica lo que está ocurriendo, pero hay que seguir y aquí también nos enseñan a eso», dice.

Existen programas que propician la preservación del patrimonio cultural e histórico de la Universidad. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

«Unas palabras para la ELAM que está de cumpleaños», le digo. Vuelve entonces a emocionarse, respira y entonces responde: «Fíjate, no solo estamos agradecidos con esta escuela, también con Cuba, porque ha sido un ejemplo de solidaridad con el pueblo palestino. En estos días hemos salido a la calle y hemos visto gente con la bandera de Palestina en balcones, en el cuello y los que están acá siempre me dicen que somos el mismo pueblo, y esas palabras no solo se escuchan, también se sienten».

Lo más importante: el ser humano

Sueña con fundar un hospital en el Cauca, una de las regiones colombianas de más alto índice de violencia y donde más líderes sociales han sido asesinados tras los Acuerdos de Paz entre el Ejército de Liberación Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Allí creció y vivió el joven Eduar Alexis Jiménez, estudiante de la ELAM de apenas 20 años, quien confiesa sentir orgullo de sus raíces indígenas, esas que le permiten defender la madre Tierra, ser fuertes, sobrevivir a muchos y difíciles momentos que le enseñaron a pensar más en los demás.También por eso está su pasión por la Medicina.

Eduar Aléxis Jiménez. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez 

Beneficiado por los propios Acuerdos de Paz con la posibilidad de venir a la ELAM, cuenta que de pequeño leía muchísimo sobre Cuba, sobre la Revolución y sus avances sociales, el pensamiento de Fidel. «Eso me hizo como entrar en razonamientos más profundos», valora.

Habla con mucho orgullo de su admiración por los profesores cubanos que ha tenido, tanto en la preparatoria, como en la propia ELAM. «Son como máquinas. ¿Sabes lo que te digo? Es que saben mucho y son muy dinámicos, están preparados para todo. En el período premédico me gustó mucho Química, Biología Molecular y Física —sin demeritar ninguna materia— pero en esas los profesores parecían decirlo todo con tanta seguridad, como si pudieran hacerlo de izquierda a derecha y de derecha a izquierda sin equivocarse. Son muy buenos y eso lo motiva a uno», señala.

A partir de tercer año de la carrera, los estudiantes de la ELAM continúan estudios en las sedes de Ciencias Médicas de las provincias y en el campus principal. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

A diferencia de lo que ocurre cuando estudiaba en su país, le tranquiliza mucho la preocupación de los profesores por sus alumnos, «por si vas a clases, por saber cómo te sientes, el estado de ánimo o de salud que tienes, si estás metido en algún problema y, hasta los que limpian o te dan la comida te sonríen todo el tiempo».

«¿Tienes idea de lo que representa que la noche antes de un examen un profesor te escriba por WhatsApp para aclarar dudas y podamos preguntarle cualquier cosa? Por eso lo que más me gusta de acá son los valores humanos porque la salud en el mundo se considera un negocio, pero aquí primero se nos enseña cómo tratar a un ser humano, cómo atenderlo, escucharlo adecuadamente y es especial el cariño que uno le va cogiendo a lo que dicen, y en las prácticas tratamos de aplicarlo a los pacientes que atendemos», agrega.

Para Eduar, si algo le hace especialmente feliz es eso que se vive en Cuba y que define en una frase: «Si tocan a uno, tocan a todos». «¿Cómo ves tu futuro?, ¿qué te inspira?», pregunto. «Conocer personas de diferentes partes nos marca y compartir con ellos, escucharlos, dialogar, nos permite conocer que hay muchas formas de entender la vida.

Durante su estancia en la comunidad universitaria, los estudiantes establecen nexos indisolubles de solidaridad y compañerismo. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

«Por eso cada vez más me inspira el deseo de servir, de ser útil, de volver a mi pueblo que no tiene acceso a personal de salud, pues vi a muchas personas que necesitaban atención médica y morían por tener que trasladarse durante cuatros o seis horas. Quiero meterme en las montañas y ayudar».

Le pido entonces un mensaje final para sus profesores, para la ELAM, para el pueblo cubano: «Gracias por la esperanza que dan. Ser médicos por vocación, pasión y amor es un sueño para muchos y entonces se hace infinito el agradecimiento. También por la libertad de pensamiento, de palabra, por enseñarnos a escuchar y ser escuchados.

A las personas que mantienen esta iniciativa hay que darles un abrazo profundo. Se necesita más que eso para agradecer, sobre todo en la situación compleja que vive este país. Agradecido con toda el alma y en el futuro, cuenten conmigo. No lo duden».

La Escuela pretende contribuir a la solución de problemas científico-técnicos de la salud, el desarrollo sustentable y la elevación de la cultura universal en el ejercicio médico. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

  • En 19 promociones, la ELAM ha graduado 30 878 profesionales de la salud de 122 países.
  • 7 209 graduados de 69 países han realizado la especialidad en Medicina General Integral.
  • 2 321 de 57 países han realizado otras especialidades.
  • Han visitado la ELAM unos 57 jefes de Estado y primeros ministros, 150 ministros de Salud, tres premios Nobel y más de 79 000 extranjeros entre personalidades políticas, de organizaciones religiosas, congresistas, académicos, artistas e intelectuales.

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