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La difícil posición de México en torno al BRICS

Estas son razones que seguramente el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum está sopesando frente a la guerra que le está haciendo la administración del presidente Trump

 

Autor:

Luis Manuel Arce Isaac

 

Aunque una consulta popular reveló que 83 por ciento de los 2 513 mexicanos encuestados, vía redes sociales, están de acuerdo con que México debería de incorporarse al BRICS —que ya suman 23 entre miembros plenos y asociados, y representan más del 40 por ciento del Producto Interno Bruto global—, al Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum le resulta muy cuesta arriba tomar una decisión de esa naturaleza.

Una gran mayoría de mexicanos considera que el BRICS es hacia donde va el mundo, entre otras razones, añaden, porque el neoliberalismo destrozó el equilibrio mundial, fracasó y murió, y otra porque Estados Unidos está rompiendo unilateralmente sus compromisos comerciales con México, y no es un socio confiable. En consecuencia, no respeta acuerdos bilaterales.

Sin embargo, advierten que incorporarse generará un conflicto permanente con su principal socio, pero en definitiva ya lo está teniendo hoy y se sabe que es un vecino muy poderoso en todos los aspectos y podría tomar represalias contra México. Concluyen que el BRICS es una buena opción, aunque acercarse demasiado implica más presión de Estados Unidos, pero creen que México puede resistir.

Frente a esos factores, los encuestados subrayan los elementos que pueden empujar a México a decisiones definitivas, y ponen en primer término el hecho concreto de que el Gobierno estadounidense es muy hostil hacia el de Claudia Sheinbaum y lo trata no como socio sino como enemigo, y la prueba es su tendencia a eliminar el T-MEC si no logra una hegemonía sobre el tratado tripartido que incluye a Canadá.

Ante las disyuntivas muy acertadamente expuestas por los encuestados, la presidenta Sheinbaum, en concordancia con su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha buscado vías alternativas para un acercamiento indirecto con los BRICS que le permita ser partícipe de sus proyectos de integración global.

Como las economías de ambos países son las mayores de América Latina, una presencia de México en el mecanismo elevará sustancialmente su potencialidad ante otros bloques económicos, y esa posibilidad se convierte en probabilidad después de una conversación telefónica entre los dos mandatarios en la cual acordaron profundizar sus relaciones económicas y comerciales, aun cuando no medie un Tratado de Libre Comercio.

En sus respectivos informes a la prensa, ninguno de los dos mencionó a los BRICS de manera expresa, pero sí resaltaron la importancia de ampliar y consolidar la cooperación «en momentos en que Latinoamérica y el Caribe están necesitados de una mayor integración más activa y abarcadora».

Brasil y México son las naciones de mayor población al sur del río Bravo, representan en conjunto, aproximadamente, el 55 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina. El primero Brasil, con 216,4 millones de habitantes, aporta el 37 por ciento, y el segundo, con alrededor de 128,5 millones sin contar 40 millones radicados en EE. UU., el 18 por ciento, por lo cual son los más significativos a nivel regional.

La producción de bienes y servicios en Brasil alcanzó el año pasado un valor de aproximadamente 2,19 billones de dólares, mientras que la de México se situó en 1,85 billones, según el portal de estadísticas Statista. Todo ese potencial puede actuar a favor de los BRICS aun cuando México no sea miembro y siga en su condición de observador o invitado.

El tema central, en la conversación telefónica de una semana atrás, fue el de la ampliación de un acuerdo comercial bilateral que adquirió mayor importancia con las sanciones arancelarias impuestas por Donald Trump a México y a Brasil, como el caso del mercado del tomate rojo (jitomate), y el aguacate, dejados de comprar por el vecino del Norte, que ya tienen compradores brasileños, al igual que el pollo y la carne vacuna.

Los días 27 y 28 de agosto habrá una reunión bilateral de alto nivel con empresarios invitados, y de allí podrán salir nuevas noticias integracionistas de interés para toda América Latina y el Caribe.

Una presencia activa de México en los BRICS incidiría en el problema mayor que presenta ese bloque, como son las asimetrías nacionales en torno a las cuales se busca un tipo de equilibrio en las relaciones comerciales y financieras de alta adaptabilidad a las desigualdades en general, y todos admiten que es un gran reto que enfrentan sus dirigentes.

El Gobierno de Donald Trump trata de golpear en ese aspecto de ese nuevo modelo asimétrico de integración, y de allí la amenaza de tomar represalias con todos aquellos países que asuman la iniciativa de eliminar el dólar como moneda de transacción y referencia de los BRICS, pero hasta ahora no parece tener consecuencias.

Con esa amenaza, Trump admite de facto que el billete verde pierde fuelle como moneda internacional de referencia, e incluso ya empieza a poner parches al proclamar que Estados Unidos se convertirá en la meca de las criptomonedas, pero ya el cambio monetario es presente y el andamiaje no está construido ni tiene base en EE. UU., sino en otros mecanismos de integración como La Franja y la Ruta, y los BRICS.

Los porqué el BRICS se ha convertido en la única alternativa para llegar a ese mundo mejor al que tanto aspira la humanidad son obvios, y es imposible desvirtuarlos a desmentirlo.

Entre ellos, el primero es que se trata de una institución convergente regida por la cooperación y la reprocidad constructiva con una estructura abierta a fin de que los beneficios y responsabilidades sean comunes y no diferenciadas por los niveles económicos de sus miembros, sino por las necesidades de desarrollo individual.

Sus mecanismos operativos son futuristas al inaugurar una relación económico-financiera sobre la base de procesos de digitalización que eliminen las trabas que imponen las reglas actuales de monetización dominados aún por el dólar, aunque de capa caída. En el BRICS el billete verde no tiene presencia.

Ya su membresía abarca una superficie total de 39 716 433 km² con una población de 3 162 205 661 habitantes, alrededor del 50 por ciento del total mundial, y un PIB equivalente a 34,50 billones de dólares, muy superior a los del Grupo de los 7 y de los 20, y de la Unión Europea.

Cuenta con el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS mediante el cual financia proyectos de infraestructura y desarrollo en monedas locales, e impulsa la integración económica dentro del conjunto de integrantes. Controlan importantes mercados de materias primas, incluyendo petróleo y tierras raras, su potencial tecnológico y de innovación es insuperable y se consolida como el mayor y más importante y diversificado del mundo.

Algo de suma trascendencia: creó un sistema de pagos descentralizado denominado BRICS Pay, basado en tecnología blockchain para facilitar las transacciones en monedas locales y evitar el sistema SWIFT con el cual Estados Unidos, el FMI y el Banco Mundial dominaron hasta ahora el sistema monetario y financiero internacional.

La joven alianza trabaja en la creación de una moneda común y una mayor integración económica que pone a prueba un nuevo tipo de relaciones comerciales basado en la colaboración y coordinación en materia de políticas monetarias y fiscales que Estados Unidos y sus mecanismos de coerción no han podido bloquear.

Estas son razones que seguramente el Gobierno de México está sopesando frente a la guerra que le está haciendo el Gobierno del presidente Trump, quien sigue acelerando su marcha atrás hacia la génesis de la ruina de un imperio que se desmorona y llegará en escombros al futuro que se construye desde este presente.

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