Los campamentos de verano son también un espacio para que las nuevas generaciones aporten al país. Autor: Rafael Fernández Rosell/ACN Publicado: 23/08/2025 | 09:43 pm
Romper con la monotonía es algo que bien saben hacer las nuevas generaciones. Todo encuentra sentido en sus manos y nada los detiene cuando se trata de cambiar de tonalidad lo adverso. Quizá por eso el joven holguinero Juan Miguel García Almeida afirma con total claridad que, aun en las situaciones más difíciles, siempre podemos encontrar la alegría y un espacio para la felicidad.
Lo dice porque durante esta etapa estival disfrutó de los campamentos de verano —que como mismo sucedió en esa oriental provincia—, se han realizado en todo el país bajo el sello distintivo de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Este holguinero que cursa el 11no. grado vivió dos experiencias de este tipo en los municipios de Moa y Gibara, como miembro de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, y asegura que cada una de ellas le permitió intercambiar con otros jóvenes, aportar al país y adquirir nuevos conocimientos.
«Quería ir al campamento, comenta, para desconectarme un poco de la rutina, hacer amigos y pasarla bien. La verdad es que al final todo eso se cumplió y aprendí sobre el trabajo en equipo y la importancia de cuidar nuestro entorno».
Juan Miguel es de los muchachos convencidos de que la historia siempre será mejor tocarla con las manos y sentirla en el lugar de los hechos. Por eso, reconoce que cada sitio de esta Isla tiene algo especial que contar y en los campamentos, afirma: «se aprende mucho».
Igual sentimiento comparte el joven médico residente en la especialidad de Higiene y Epidemiología, Jorge Enrique Pichardo Pupo, quien afirma que las nuevas generaciones pueden ser útiles, incluso, mientras se recrean.
«Nuestro campamento de verano lo organizamos en Gibara que, de por sí, es espectacular. El programa estuvo diseñado para casi no descansar, pues contenía muchas actividades que fueron cumpliendo nuestras expectativas.
«Una de las mejores resultó la visita a la comunidad de Los Hoyos, donde llegamos a la casa de algunas embarazadas para hacerles seguimiento y realizamos una actividad de higienización en el hogar de ancianos», rememora.
Además, apunta, que en ocasiones la universidad se vive con tal intensidad que no permite compartir, conocer y disfrutar otras aristas a plenitud. «Sin embargo, los campamentos llegan como esa oportunidad para pasarla bien en el período de vacaciones, junto a personas increíbles», comenta este holguinero, quien piensa en la oportunidad de regresar al próximo campamento.
Otro que, de seguro no se perderá esta aventura veraniega en 2026 es Fernando Antonio Leyva, pues este año participó en la experiencia que organizó la casa de altos estudios holguinera y, según resume, «le encantó».
«Creo que es una experiencia muy completa, donde llegamos a conocer más la región en la que estudiamos y vivimos. Eso te da la oportunidad de sentir verdaderamente lo que es la juventud. Vivir, disfrutar y experimentar como jóvenes siempre es muy bueno.
«Me llevo el aprendizaje de poder trabajar para nuestra universidad y ayudar en la limpieza del Hospital Lenin. A uno se le olvida lo agotador que pudo haber sido el trabajo cuando ve el fruto de la labor colectiva», expresa.
Iniciativa que crece
Casi una década después de su surgimiento como uno de los acuerdos del 10mo. Congreso de la UJC, los campamentos de verano continúan apostando por promover entre las nuevas generaciones el aprendizaje, los intercambios profundos, el aporte social y económico, así como también el sano esparcimiento.
En sus inicios —además del variado programa de actividades que se diseña—, los distinguió que las provincias intercambiaban unas con otras, incluso llegaron a desarrollarse también en los municipios, según ha explicado el Buró Nacional de la UJC.
Sin embargo, luego de la etapa de pandemia y con la situación económica que atraviesa el país, explicaron que se decidió mantener esta fiesta en casa, o lo que es igual, cada campamento recibe a los jóvenes seleccionados en su territorio.
Hasta la fecha, explicaron, por cada provincia y rotación participan más de un centenar de jóvenes destacados en el estudio, el trabajo y la defensa, y están representados todos los movimientos y organizaciones juveniles y estudiantiles, como también la juventud del sector no estatal, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior.
La historia como centro
Adamxander Smith Herrera Hechavarría, uno de los participantes en la segunda edición del campamento este año en Artemisa, dejó plasmadas en su perfil de Facebook sus impresiones, a modo también de convidar la participación de otros muchachos en esta actividad. «Fue el inicio de nuevas amistades y sueños. Cada risa compartida, cada aprendizaje y cada momento vivido nos ha dejado una huella imborrable», apuntó.
Las fechas históricas convidaron a que la primera cita fuera en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa, donde los participantes se acercaron a la historia rebelde de esta tierra. Desde las actividades recreativas hasta el trabajo comunitario, cada día fue un regalo que los muchachos atesoraron.
Así lo confirma Adamxander, quien precisó, por ejemplo, que en las jornadas del campamento «honramos el legado de Fidel con entusiasmo y compromiso, reafirmando que sus ideales viven en nosotros. Este espacio nos ha enseñado que juntos somos más fuertes y que, con esfuerzo y dedicación, podemos lograr grandes cosas.
«Llevamos con nosotros no solo recuerdos, sino también la motivación para seguir luchando. ¡Nos vamos con el corazón lleno y la determinación de sembrar esas semillas de cambio en nuestras comunidades!».
Vital en esta edición fue la participación de los muchachos en la siembra de caña el 13 de agosto. Entre las jóvenes encontramos a Keniffer Barizonte Díaz y Shelianys Pluma, ambas estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas de Artemisa, quienes coinciden en lo aportador y maravillosa de esta experiencia donde, además, pudieron dar un empuje en tareas de primer orden para la economía del país.
Pensar nuevas experiencias
Como todo proceso en constante evolución, los campamentos de verano también resultan una propuesta perfectible que bien vale la pena repensar para mantener su sostenibilidad en el tiempo. En Holguín, por ejemplo, a Juan Miguel le gustaría que existieran más talleres prácticos: de música, arte y tecnología para que los muchachos puedan desarrollar habilidades útiles mientras se divierten. «Podríamos organizar más proyectos comunitarios, como limpieza de playas y actividades culturales en nuestros barrios», agrega.
No obstante, a la coincidencia en la importancia de estas experiencias en la etapa estival, la mayoría de los participantes encuestados coincide en la posibilidad de que los encuentros puedan realizarse, como en un inicio, en otras provincias. Incluso, se refirieron como un anhelo a la posibilidad de extender más allá del verano estos campamentos, realizándolos de igual forma durante las semanas de receso escolar.
Varios criterios, además, se enrumbaron hacia una mayor diversificación de las propuestas y, en medio del complejo escenario económico, a lo costosas que resultan algunas ofertas. Aunque, en ese sentido, los jóvenes encuestados reconocieron determinadas alternativas que adoptan los territorios para aliviar, en cierta medida, el bolsillo de los muchachos y el de sus familias.
Una cosa sí es real: el éxito sostenido de esta propuesta desde su estreno que, edición tras edición, no ha hecho más que crecer. Es verdad que queda mucho por perfeccionar, pero, aun entre tantas limitaciones: qué bueno que los jóvenes tengan razones y espacios para disfrutar, conocer y seguir amando a Cuba desde un singular campamento.