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El «hasta pronto» de Buena Vista Social Club

La anunciada separación del grupo invita a acercarnos a un fenómeno artístico que trasciende las fronteras nacionales

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

«Cuando se le toma cariño a algo, duele saber que su base fundamental ya no estará de manera permanente, brindándonos lo mejor de la música cubana», se lamentó Lázaro Tito Valdés León, uno de los tantos lectores que en nuestra web comentaron, en enero último, la noticia de la inminente separación del proyecto Buena Vista Social Club.

Adiós Tour indicará el conteo regresivo para una agrupación emblemática en el panorama sonoro nacional, y sus seguidores buscan respuestas a esa decisión de los integrantes del grupo.

Las anunciadas giras por Cuba y el orbe constituirán momentos únicos para disfrutarlos. El periplo internacional «romperá» el venidero 23 de junio y culminará en octubre de 2015, mientras los cubanos nos deleitaremos con la cadenciosa música de la orquesta en un recorrido insular —previsto para este año—, además de dos grandes conciertos en 2015, en el teatro Karl Marx.

Hoy nos acercamos a este fenómeno artístico que trasciende las fronteras nacionales y se inscribe como uno de los ejemplos universales de buena música.

Esta vez nuestra aproximación estará matizada por las voces de algunos de los protagonistas de la agrupación, quienes en la conferencia de prensa en la que anunciaron su separación, contestaron preguntas de Juventud Rebelde.

El porqué, según algunos fundadores

Jesús «Aguaje» Ramos, líder del proyecto, siente que algo se desgarra cuando piensa en las casi dos décadas de Buena Vista Social Club. Han sido tantos los buenos momentos vividos, las tierras que el grupo ha conquistado con su obra, que se enmudece. «Cuando me dicen despedida me duele en el alma. No me controlo», confiesa.

Para Omara Portuondo tampoco resulta fácil: «Uno se siente un poco así y dice: “Tanto éxito que tiene (el proyecto)”. Pero vamos a gozar esta época. Por suerte sacaremos discos nuevos de este tiempo y eso va a darle un apoyo más fuerte, porque en todos los lugares que vamos nos reciben con cariño, aplausos. La gente se siente muy bien, satisfecha, ya que le llevamos nuestra cultura».

Portuondo señala que «el poder estar con el Buena Vista ha sido magnífico. Estaba haciendo mi carrera en solitario cuando me llamaron y acepté esta otra posibilidad. Y aquí me tienen. Todavía pueden contar conmigo para este y los Buena Vista que vengan».

Agradecido de estar en la nómina de la orquesta y compartir escenario con sus integrantes, el trompetista Manuel «Guajiro» Mirabal le dice «adiós al Buena Vista, pero bueno, todo lo que empieza tiene que acabar. Seguiremos haciendo música».

Su colega y guitarrista Eliades Ochoa afirma que el proyecto «no se va a acabar nunca. Llegó para quedarse y en cualquier parte del mundo es una palabra fortísima. Y a nosotros nos llena de muchísimo orgullo que gracias a él somos embajadores de nuestra música y tratamos de hacerlo con muchísimo respeto al público, amor y deseos de dar.

«Ha llegado la hora de ocuparse de los proyectos propios, no obstante habrá colaboraciones entre sus integrantes»; «intentamos ser coherentes con quienes estuvieron», son algunas de la razones de este «Hasta pronto», como ha preferido llamar Eliades Ochoa a la separación.

El virtuoso laudista Bárbaro Torres, considerado el integrante más joven en la etapa inicial de la agrupación, ve este nuevo momento como una continuidad del trabajo. «Cada cual tiene su proyecto, siempre lo hemos tenido. Continuará la orquesta a través de ello y seguiremos repartiendo nuestra música en el mundo», puntualiza Torres, mientras «Aguaje» Ramos acota: «Seguiremos reuniéndonos para hacer algún que otro concierto, aunque no con el ritmo que llevamos ahora mismo».

Los últimos momentos

Mientras, Adiós Tour será un buen momento para visitar escenarios de Europa, Sudamérica y África, así como de Estados Unidos. Allí se reverenciará «a los que no están y los que sí», como resalta «Aguaje» Ramos. Un nuevo fonograma, anuncia, acompañará el recorrido, pero habrá más: «Sacaremos la música que tenemos guardada de Rubén González, Cachaíto López, Puntillita, Ibrahím Ferrer»...

Daniel Florestano, gerente de Montuno Producciones y uno de los promotores del recorrido internacional, expresa que el periplo que se organiza ahora «es una consecuencia de lo que ha sido el grupo durante todo este tiempo, el cual ha venido creciendo para convertirse en lo que es. «La gira celebrará la hazaña histórica que se hizo de llevar la música cubana a todos los rincones del orbe», destaca.

Para los cubanos, la oportunidad de apreciar a estos artistas llegará este año. Jesús «Aguaje» Ramos adelantó que la primera gira por Cuba tendrá en agenda conciertos didácticos para los estudiantes de música.

«Comenzaremos por Guantánamo y Santiago de Cuba. Allí iremos a las escuelas de arte, porque uno de nuestros propósitos es que los alumnos conozcan el trabajo de la orquesta, la labor de sus integrantes y los distintos géneros de la música tradicional», sentencia Aguaje, al tiempo que cataloga de especiales estos momentos con sus seguidores de Cuba y el mundo.

El legado

Buena Vista Social Club llegó en un momento necesario, según considera José Reyes. Al analizar el contexto en el que germina el proyecto, este destacado investigador del Museo Nacional de la Música explica a nuestro diario que en esa época la timba era el «rostro de la música cubana; estábamos en la cristalización de la Novísima Trova y daba sus pasos la Feria Internacional Cubadisco». De ahí que pasara «un poco inadvertido el premio Grammy que obtuvo en 1997, aunque sí se divulgó en la prensa».

Reyes destaca como elementos sustanciales que ayudan a comprender la importancia de esta agrupación, el hecho de que la misma «rescató un repertorio prácticamente olvidado. No quiere decir que sea el gran repertorio que caracteriza la música tradicional, pero sí recuperó muchos autores de sones, guarachas, boleros y canciones que ya eran considerados “desfasados”.

«Todos sus integrantes iniciales eran músicos muy importantes; algunos llegaron allí con una avanzada edad y estaban en pleno descanso. No es cierto aquello que se dijo, sobre todo al Primer Mundo, de que eran unos “viejitos” olvidados o prácticamente desconocidos», reflexiona José Reyes, y reconoce la carrera artística de los miembros iniciales del grupo, entre los cuales se encontraban Compay Segundo, Omara Portuondo, Eliades Ochoa, Ibrahim Ferrer, Rubén González, Manuel Mirabal, Pío Leyva, Manuel Galbán, Orlando «Cachaíto» López, Jesús «Aguaje» Ramos y Barbarito Torres.

El estudioso insiste en que es necesario tener claro que este grupo «no descubrió, rescató o salvó a nadie. Fue un proyecto primermundista de Nick Gold y Ry Cooder, quienes se valieron de los conceptos de producción de Juan de Marcos González, a partir de trabajos anteriores de este último en agrupaciones como Sierra Maestra y Afro-Cuba All Star. Su importancia ha estado en la recuperación y el relanzamiento mundial de muchas de estas figuras.

«Sin embargo, ese primer disco, premiado con el Grammy, adolece de algunos desajustes estilísticos, porque los productores imponían algunos elementos propios de la música contemporánea como, por ejemplo, la guitarra light de Ry Cooder —la cual no se ajusta al son, los montunos y las guarachas que se hicieron—, y algunos instrumentos de percusión que no son cubanos. No obstante, en su conjunto el proyecto fue válido porque dio a conocer un repertorio olvidado, no así sus intérpretes», afirma Reyes, quien añade a los muchos aciertos del grupo el hecho de propiciar que una parte de sus integrantes grabaran álbumes también en solitario.

Entusiasmados con los anuncios de nuevos fonogramas y presentaciones, Buena Vista Social Club nos deja aún con el deseo de haberlos tenido con mayor frecuencia en la escena criolla. Se trata de una orquesta esencial en la historia musical de la nación.

En retrospectiva

Un club habanero dedicado a la música y el baile en los años 50 del pasado siglo inspiró lo que sería solamente un disco y devino luego en agrupación. Buena Vista Social Club, el álbum facturado por la disquera World Circuit, fue fruto de la dedicación de Juan de Marcos González, Ry Cooder, Nick Gold y un grupo de cultores de nuestra música tradicional.

La placa fonográfica fue grabada en los estudios de la Egrem, ubicados en la habanera calle San Miguel. El documental realizado por el alemán Win Wenders, una amplia y publicitada campaña internacional desarrollada por la World Circuit, las giras internacionales y el talento de los protagonistas, consagraron el éxito del Buena Vista y lo convierten en proyecto embajador de nuestra música en el mundo.

También hay que tener en cuenta el papel desempeñado por jóvenes músicos que en este tiempo forman parte del grupo, como los cantantes Idania Valdés y Carlos Colunga, y el pianista Rolando Luna, por solo mencionar algunos nombres.

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