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Yo vivo para bailar

La primera bailarina Anette Delgado se vestirá de Julieta en la versión que Alicia Alonso hiciera del clásico de William Shakespeare, con la cual abre esta noche el 24 Festival Internacional de Ballet

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Mentiría la primera bailarina Anette Delgado si no admitiera que se siente honrada con la responsabilidad de representar a su amada compañía, el Ballet Nacional de Cuba (BNC), en la función que abrirá el esperado 24 Festival Internacional de Ballet de La Habana, el cual concluirá el venidero 7 de noviembre y se desarrollará en teatros como el Nacional de Cuba, el Mella y el Karl Marx, donde subirá a escena el Shakespeare y sus máscaras de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso.

«Es muy emocionante para mí y un punto a favor en mi carrera», asegura con evidente satisfacción esta joven con quien la Escuela Cubana de Ballet volvió a hacer historia en el Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria, cuando después de 11 años de ausencia de los nuestros en esas lides, ella y Yosvani Ramos conquistaron la medalla de plata y el premio a la mejor pareja en la XVII edición del prestigioso certamen —después ganaría la primera presea de oro del Concurso Internacional de Academias de Ballet de La Habana.

«Shakespeare y sus máscaras se halla entre esos ballets que disfruto enormemente. Será el primer bailarín Dani Hernández quien me acompañe en la escena. Es una obra que cuenta una historia que no por conocida deja de ser muy hermosa. Tanto que uno se introduce por completo en ese drama de amor y llega a creerse que se nombra Julieta: una inocente muchacha que de repente descubre el gran amor. Resulta lindo porque los pas de deux van reflejando cómo poco a poco crece una profunda pasión entre ellos dos, algo que el público disfruta de veras. Artísticamente precisa que creas en el personaje para que logres interpretarlo de manera convincente. Por tanto, la bailarina tiene que estar muy concentrada, muy en el papel».

—Otro momento importante vendrá con la puesta en escena de Giselle, en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, el 2 de noviembre...

Giselle constituye la obra cumbre de la compañía. Y sin menospreciar otras adaptaciones, creo que la versión cubana es muy completa, de las más logradas y apasionadas. Tengo el privilegio de interpretar dentro de un festival este ballet que se encuentra entre los que más me costó hacer mío, pero que, sin embargo, adoro. Cada vez que bailo Giselle son diferentes las emociones que despierta dentro de mí. Dani y yo lo estudiamos hasta el más mínimo detalle, intentando que cada movimiento de brazo, de cabeza, tenga una justificación para los espectadores.

—¿Qué fue lo que más te costó de Giselle?

—La parte interpretativa, tal vez porque soy una persona muy introvertida. Y con esa característica se me hacía muy difícil representar la locura al final del primer acto. Me vi obligada a trabajar arduamente con la gran actriz Alina Rodríguez y con una de las joyas del ballet cubano, Josefina Méndez, tristemente ya desaparecida. Después fui redondeando el papel con las sabias enseñanzas de grandes maestras como Alicia Alonso, Loipa Araújo..., de la maître Ana Leyte. Ahora escucho con mucha atención los consejos de Aurora Bosch... De modo que mi Giselle tiene de todas ellas, que tanto me han aportado a mi carrera.

—¿Y las exigencias técnicas?

—Para mí ha sido menos complejo de superar. Siempre tienes las clases para vencer las dificultades técnicas, para trabajar sin parar hasta que los pasos te salgan bien. Giselle, en realidad, es una mezcla de todo y quizá el segundo acto sea el que exija más entrega, pues se debe dar esa impresión de ingravidez, de que, como el personaje se convierte en una wili, flotas como si fueras una mota de algodón. Y todo ello sin descuidar por nada el estilo, un sello de este precioso ballet romántico.

—Además de Shakespeare... y Giselle, ¿qué pasará contigo en este 24 Festival?

—Me estrenaré en el papel de Ofelia, de Hamlet, coreografía del maestro Iván Tenorio (5 de noviembre, sala Avellaneda del Teatro Nacional). Y aunque bailaremos solo algunas escenas constituirá una experiencia completamente nueva para mí, pues ni siquiera antes lo había visto. Interpretaré asimismo Prólogo para una tragedia (6 de noviembre, sala Avellaneda del Teatro Nacional), una obra que de igual modo me hace mucha ilusión, porque hasta la fecha no había conseguido interpretar a Desdémona, un papel muy atractivo. Este ballet de Brian McDonald es en verdad una joyita, por la solidez de la coreografía, por la música de Johann Sebastian Bach, y porque está inspirado también en la obra de William Shakespeare, a quien está dedicado el festival.

«Bueno, y ya sabes que este es un evento lleno de sorpresas, lo cual significa que no descarto otros pas de deux que pueda bailar durante estos intensos días. Por eso en los ensayos no hemos descartado ninguna obra importante para poder estar lista en caso de que haga falta. Hasta ahora Dani y yo nos hemos preparado también para interpretar, por primera vez aquí, Aguas primaverales en la gala de clausura».

—No hace mucho viviste un momento muy difícil, que te mantuvo separada de los escenarios por un tiempo...

—Te confieso que se apoderó de mí un miedo y una depresión tremendos. No era para menos: jamás mi carrera se había detenido, desde que comencé en la Escuela Elemental de Ballet Alejo Carpentier, dando clases en la «nocturna», como se le llamaba a la sección que iniciaba alrededor de las cinco de la tarde y terminaba a las diez y media de la noche. Antes había tenido lesiones «sencillas», encima de las cuales yo seguía bailando. Pero con esta última tuve que parar cuatro meses durante los cuales mi cabeza no descansó nunca. Llegué a creer que jamás me pararía en puntas. Por suerte todo se solucionó. Y aprovecho para agradecerles de corazón a todos aquellos que contribuyeron a que regresara mi felicidad: los médicos, mi familia, mis amigos, los maestros del BNC... Gracias a todos estoy aquí, haciendo lo que más me gusta, sintiéndome completamente recuperada.

—La prueba de fuego la tuviste en Santiago de Chile...

—Solo llevaba un mes en los salones y hasta ese momento solo había bailado Espartaco, cuando tenía 21 días de recuperada. Pero, en cuanto a los requerimientos técnicos, no era lo mismo hacer Espartaco que los pas de deux de Esmeralda y Aguas primaverales; mucho menos si se bailaban en medio de la Gala de Estrellas de Santiago de Chile, que tuvo lugar en agosto, en Frutillar, donde había bailarines de renombre internacional como Julie Kent, Marcelo Gomes, Marianela Núñez. Sin embargo, todo salió superbien, aunque me puse un poco nerviosa —supongo que es lo normal después de tanto tiempo ausente de las tablas.

«¿Qué decirte? Es grandioso regresar a lo que me hace feliz. Poderme parar en el escenario, disfrutar cada instante de mi trabajo. Sí, estoy muy contenta».

—Y ahora vienen varios días de bailar casi sin parar...

—¡Y qué alegría que sea así! Amo bailar y el Festival propicia que me dé ese gustazo. El público también lo espera con ansias porque no solo tiene la oportunidad de enorgullecerse de sus bailarines, sino también de apreciar a otras compañías famosas del mundo. No te voy a negar que es muy duro, porque no se trata solamente de estos 11 días en los que no nos detenemos ni un segundo, sino que llevamos meses de trabajo, de preparación consciente... Todavía no han arribado a La Habana todos los invitados y nosotros ya estamos en ensayos generales en los teatros, desde hace dos semanas. Hay momentos en los que el cuerpo se muestra agotado, en los que los pasos se resisten un poco más, pero es tanta la emoción, son tantos los deseos de bailar, de interpretar esos clásicos que la agente adora o de estrenar nuevas piezas, que aparecen las fuerzas con cada bombeo del corazón, con los aplausos, y entonces el agotamiento pasa a otro plano.

—¿Algún proyecto, sueños?

—Después de que se termine el Festival emprenderemos una gira con la compañía por Italia, en diciembre. Ese es el compromiso principal. ¿Y sueños? Seguir bailando; continuar superándome cada día, porque hablamos de una carrera en la que se aprende día a día. Ojalá también  en un futuro vengan muchas nuevas coreografías, tanto neoclásicas como contemporáneas... En fin, que todavía estaré por un tiempo en el escenario.

—¿Por un tiempo? ¿Es que ya piensas en el retiro?

—Mira, eso no lo digas ni jugando. Es una manera de decir. Fíjate si el tema de la lastimadura fue doloroso para mí, que la angustia de que quizá no había retorno apenas me dejaba respirar. Hay una verdad: uno no puede predecir qué puede suceder mañana, pero yo solo atino a verme interpretando muchos personajes, bailando sin parar, feliz por descubrir que al público le brillan los ojos cuando salgo a escena. Yo vivo para bailar.

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