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Actuar en colores

«La televisión era un medio casi vedado para mí… no tenía el físico de una actriz atractiva para que los directores me llamaran», confesó a JR la intérprete Yamira Díaz

Autor:

Iris Celia Mujica Castellón

A Yamira Díaz la entrevisté por WhatsApp. Envié un cuestionario con todas las preguntas y ella devolvió las respuestas en audio. Es un sistema de trabajo muy práctico, pero incompleto. Para algunos entrevistados necesitas estar, conectar físicamente, mirar cuando ellos hablan, entender lo que cuentan sus gestos, sus ojos, lo que dicen cuando no dicen y hasta sacarles monosílabos que resuelvan las interrogantes.

Establecer este tipo de comunicación es casi imposible desde una aplicación móvil. Y digo casi, porque algunas personas tienen el don de mostrarse mediante el sonido. Hacen creer que los ves cuando apenas estás escuchando. Transcribía la conversación y me parecía tener en frente a Yamira, con su voz cálida, cercana.

Entiendo también que es un talento pulido detrás de los micrófonos radiales y sobre las tablas del teatro. Espacios, refugios donde la actriz espirituana, la Mercedes de Vuelve a mirar, supo encontrarse a sí misma. «La televisión era un medio casi vedado para mí. Mi formación era teatral y además no tenía el físico de una actriz atractiva para que los directores me llamaran. Esas cosas me ayudaron, siento que me fortalecieron», confiesa.

«Yo jugaba como todos los niños a inventar historias, a disfrazarme, a maquillarme. Pasaron los años, seguí jugando, y me di cuenta de que lo tomaba en serio. La actuación llegó de manera inconsciente, y después la asumí. Estaba convencida, iba a ser actriz, pero no sabía cómo, dónde, qué tiempo emplearía, tampoco conocía que se estudiaba una carrera universitaria para ejercer esta profesión; pero sería actriz».

―¿Alguna vez le dijeron «No puedes dedicarte a esto»?

―En honor a la verdad nunca me dijeron que no lo podía hacer. Tampoco hubiera hecho caso a una opinión así. El camino ha sido como el de cualquier persona con sueños y aspiraciones en la vida. Le debo todo al Instituto Superior de Arte (ISA); allí me formé. Acabada de graduar me pasó como a la mayoría: creía que lo sabía todo y tuve que empezar a enfrentarme a la realidad. He disfrutado tanto la profesión que las trabas, los obstáculos, no fueron lo suficientemente fuertes como para que dejara de insistir. Hoy los asumo como pruebas que me ayudaron a aprender.

―¿Cómo llega a la televisión?

―Llego casi por casualidad. Hice algunos trabajos recién graduada, unitarios, cuentos… Años después, de buenas a primera, empezaron a aparecer propuestas más serias. Hasta un día en que me llamaron para trabajar en la telenovela Cuando el amor no alcanza. Fue el primer personaje importante que hice.

―La hemos visto y escuchado en una pluralidad de propuestas que incluyen la pantalla chica, el teatro y también la radio, ¿en cuál se siente más plena?

―He tenido el privilegio de moverme en varios medios. A todos les debo. Cada uno me ha dado la posibilidad de hacer personajes muy interesantes. En el teatro he vivido las mejores interpretaciones de mi vida y en la radio hice cosas que me han marcado. La televisión es la que te da a conocer. Aquí tengo dos personajes por los que siento mucho cariño: Nila, que aparece en la primera temporada de la serie De amores y esperanzas, y Keta, mi primer personaje largo en Cuando el amor no alcanza. Pero de todos los medios, si me dan a escoger, prefiero el teatro y después la radio.

―En una entrevista ha dicho que al menos para la televisión escoge los «personajes que me agradan y los acepto cuando me gustan». ¿Qué tipos de personajes son estos?

―Los que tienen colores, matices. No me gustan los lineales, «buenos buenos» o «malos malos». Los más atractivos son esos que dan la posibilidad de cambios, de giros. Los que permiten explorar, buscar. No importa si son dramáticos o de comedia, tampoco si son protagónicos. A veces algunos protagónicos son bastante grises y hay personajes pequeños que son más vivos. Es verdad que le corresponde al actor darles alma; debe colorear lo que han escrito otros, pero algunos personajes no dan esa opción. En los últimos tiempos he interpretado a mujeres que puedo colorear.

―¿Qué define la actuación de Yamira Díaz?

―Chica, no sé. Es más difícil de lo que uno imagina conceptualizar la manera de trabajar. La cosa está en creerse la historia; llega un momento en que la asumes y sale natural. Al menos es lo que hago; me empeño en conseguir una interpretación orgánica, real.

―¿Qué obstaculiza el trabajo de los actores cubanos? 

―Son muchísimos retos. Los espectadores, televidentes, oyentes, no imaginan cuántas dificultades enfrentamos, ni en qué condiciones trabajamos. Es increíble la formación, la entereza y la entrega de los actores cubanos. Por difícil que sea el entorno, uno se empeña en que el trabajo salga bien. Creo que va por ahí el reto, en crecernos diariamente, hacer las cosas y trabajar. Cuando uno hace lo que le gusta deja a un lado los problemas. Carecemos de directores, y somos muchos actores queriendo trabajar con los buenos. Necesitamos gente que escriba bien, historias ricas a la hora de interpretar. Es el sueño dorado, creo.

―El personaje que encarnas en Vuelve a mirar es, a juicio de espectadora, uno de los más interesantes dentro de la trama. ¿Cómo define Yamira a la «mama» de Miguelito?

―Me da mucha alegría que las personas encuentren interesante a Mercedes. Es una madre de hoy, una cubana de estos tiempos. Salvo excepciones, las madres cubanas nos caracterizamos por ser sobreprotectoras y las proveedoras de todo, incluso cuando la familia cuenta con la figura paterna. La madre de Miguelito es de estas; su hijo es lo más sagrado y ha dedicado a él toda su vida. Si le sumas, además, que Migue tiene una discapacidad intelectual, entiendes por qué el amor de Mercedes, su preocupación y su entrega se duplican, se agigantan. Es una de sus cualidades más lindas.

―¿Se parecen en algo Mercedes y Yamira?

―Los personajes se parecen a uno desde el momento en que los interpretamos. Es mi opinión, muchos actores
piensan diferente. Pero siempre le transmites ideas, pensamientos, rasgos tuyos, de tu personalidad. Por eso pienso que sí, tengo muchísimos puntos de contacto con Mercedes. Y tengo que ser sincera, no creo que en una situación como la de ella reaccionaría de otra manera. Haría lo mismo, protegería a mi hijo igual que lo hace ella, honestamente lo digo.

―Uno de los conflictos más debatidos de su personaje es la sobreprotección maternal, el exceso de amor, si se puede llamar de esta forma. ¿Qué valoración tiene al respecto?

―Bueno, sé que los sicólogos tendrán una opinión contraria a la mía; sin embargo, creo que es una de las características positivas de Mercedes. Miguelito ya es un adulto, quiere hacer su vida y reconozco que ese amor desmedido de Mercedes le dificulta un poco la vida. Pero también creo que no lo hace a propósito, ni con la intención de hacerle mal. Repito, haría lo mismo que ella.

―De esas luces que asoman detrás de la madraza que proyecta Mercedes, esa mujer en segundo plano, espiritista, ¿qué nos puede contar?

―Me pasa algo interesante con estos matices del personaje; tuve un equipo de asesoría para poder trabajar esa línea religiosa, porque confieso una total ignorancia sobre el tema. Cuando te pones a analizar, descubres que Mercedes tiene características comunes con muchísimas mujeres, amas de casa, madres solteras, con las que comparte nivel cultural y formas de entender la realidad. Es muy frecuente en nuestra cotidianidad conocer a personas que se aferran a este tipo de fuerzas para enfrentar la vida y ayudar también a los demás. A Mercedes la veo como a una cubana de las que te encuentras en la calle todos los días, es tu vecina, tu amiga, tu familia, tu compañera de trabajo…

―A criterio personal, ¿cuál es la principal reflexión que propone el personaje a las audiencias?

―La importancia de la familia y la necesidad de protegerla, sea cual sea. Es lo más sólido que encuentro en ella; es a lo que se aferra, lo que proyecta. Es criticada por algunos su maternidad obsesiva, pero entiendo que proviene de una necesidad muy personal de defender a capa y espada a la familia.

―¿Qué aprendizaje le deja su paso por esta telenovela?

―En el plano profesional, interpretar a un personaje que ha sido muy bien recibido por parte del público. Disfrutar y trabajar con nuevos artistas, regresar bajo la dirección de Fiallo y Julio César y constatar que la gente acoge mi trabajo con mucho cariño. Agradezco muchísimo la oportunidad y la invitación para interpretar a Mercedes, porque es uno de esos personajes lindos con los que uno se queda.

―En un futuro laboral inmediato, ¿dónde encontraremos a Yamira Díaz?

―Lo más inmediato es la reposición de la obra Toc Toc, con mi grupo de teatro, la queremos hacer en diciembre. Por lo demás, arrancar con la radio, con próximos proyectos de televisión. De lo que pueden estar seguros es que me encontrarán trabajando.

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