Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Todos los sentidos en función del jazz

El 38vo. Festival Internacional Jazz Plaza 2023 llega a su fin este domingo con la satisfacción de haber vivido una gran fiesta musical

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Casi al cierre, este domingo, de la presente edición, el Jazz Plaza, evento que reúne en la Mayor de las Antillas a parte de lo mejor del jazz contemporáneo internacional, puede presumir de ser una celebración que ha captado el interés de no pocos melómanos y amantes del buen arte, dentro y fuera del archipiélago.

No es un objetivo difícil de conseguir para una cita que se precia de tener el amplio programa que ha propuesto, la diversidad de estilos y géneros que transcienden el jazz en sus formas tradicionales, la amplia cantidad de espacios en La Habana y Santiago de Cuba, para disfrutar de sus sonoridades, pero sobre todo las figuras que han integrado el cartel de esta edición 38 de la cita musical.

La propuesta del Jazz Plaza 2023 se adueñó de la ciudad habanera paulatinamente y, día a día fue incorporando espacios a su programa, hasta cubrir un amplio perímetro donde públicos con inquietudes diversas vibraron con un mismo objetivo: fluir con la música creada por los artistas que la hacen posible.

Desde Los Muñequitos de Matanzas, agrupación que estuvo celebrando su aniversario 70 durante la inauguración de la propuesta, hasta el cierre de esta gran fiesta, ha corrido un caudal inmenso de buena música, cargada de feeling, groove y una dosis doble de talento y autenticidad.

Algunas figuras internacionales acudieron por la curiosidad del intercambio con los artistas cubanos y probarse en las plazas frente al público nacional. Otros, sencillamente vinieron con la experiencia de visitas anteriores, y el amor a una conexión con Cuba que celebran en cada presentación.

Un viaje amplio y diverso

Los días del jazz cubano derivaron en un viaje con un recorrido amplio y diverso que coqueteó con otras manifestaciones artísticas e inquietudes creativas, demostrando que la música no tiene barreras si se hace desde el respeto y con el corazón. Y así lo confirmó cada uno de los intérpretes que se dieron cita en este diálogo fértil con el público.

Un regalo digno de atesorar fue ver a nuestra Omara Portuondo, inmensa siempre, acompañando a Rodrigo Sosa y Chango Spasiuk en su concierto en la sala Covarrubias. El tiempo pasa, pero la voz de la Diva del feeling permanece y aún, a sus 92 años,  nos hace vibrar. Yo vengo a ofrecer mi corazón, cantaba la excelsa intérprete, acompañada por la quena de Sosa, el acordeón de Spasiuk, el piano de Alejandro Falcón, todos secundados por otros músicos, entre cubanos y argentinos, demostrando que en la música hay un lenguaje que nos une.

Y llegó el holandés Bas Van Lier con su banda y esa interpretación magistral de Caravan, que nos sorprendía con la sensación de estar dentro de Whiplash, aquella cinta demoledora e intensa en la cual el jazz es hilo conductor sublime. La agrupación estadounidense Jungle Fire dejó la pista caliente en cada una de las plazas donde se presentó.

Asistimos conmovidos a los homenajes que hicieran Dayron Ortiz a Marta Valdés, Germán Velazco a José Luis Cortés y Pachequito a Pablo Milanés.

El teatro Martí fue sede de lo que podría considerarse una sublimación del jazz en estado puro. El auditorio en la recién remozada instalación maridaba a la perfección con cada performance que aconteció sobre el escenario. Un estremecedor concierto del pianista Rolando Luna dejó la puerta abierta para que pasaran por allí artistas de la talla de Arturo O’Farrill, Yasek Manzano, Carlos Miyares, el italiano Fabio Lepore, el portugués Julio Ressende, Axel Tosca y Xiomara Laugart, entre muchos otros, que no dejaron indiferente a un público cuyos aplausos agradecieron tanto derroche de talento.

Jóvenes intérpretes internacionales como Gina D’ Soto y Haley Grey dejaron ver parte del sentimiento con el que llegan al jazz las nuevas generaciones de artistas que ven en Cuba un lugar para validar su nivel artístico.

No faltó el contacto con las orquestas bailables que siempre tienen un espacio en Jazz Plaza. Los Van Van, Alain Pérez, El Charangón de Elito Revé, Maikel Blanco y su Salsa Mayor, Alexander Abreu, entre otras agrupaciones cerraron cada noche de esta fiesta del jazz, que ni la lluvia pudo frenar. La Misa pa’ Chano Pozo y Juan Formell que aconteció en el parque Trillo fue otro de los acontecimientos impactantes de este 38vo. Festival y la barriada de Cayo Hueso se estremeció, una vez más, al ritmo del tren de la música cubana y otros invitados, entre los que destacaron los percusionistas Giovanni Hidalgo y Pedrito Martínez.

La lista de creadores que han acudido a este encuentro con la buena música sería inabarcable en estas líneas. Por La Habana se pasearon nombres de la talla de Michael League, Dayramir González, Aaron Golberg, Jaques y Paula Morelembaum, Nachito Herrera, Steve Turré, Yilian Cañizares, The Funky Taters. Todos ellos se unieron a quienes crean dentro del archipiélago y la música, sin dudas, brotó en cada rincón de esta fiesta memorable.

Oportunidad para crecer

Si de enriquecer el acervo cultural se trata, Jazz Plaza es referencia obligada. La cita supone anualmente un punto de encuentro productivo entre expresiones culturales de todo tipo. Fe de ello lo dan experiencias como las que trajo este año el saxofonista Ted Nash, cuyo proyecto Jazz x art sesionó en el Museo Nacional de Bellas Artes y generó una de las contribuciones más interesantes que se hayan conocido en este evento.

Por primera vez músicos cubanos, estadounidenses y un museo nacional se unieron para una iniciativa que combina las artes plásticas con la música: sonoridades que nacen a partir de la inspiración y el diálogo de los intérpretes con algunas de las obras de arte de la institución. Con ello el reconocido músico que ha trabajado durante años bajo la batuta de Wynton Marsalis impartió un taller para jóvenes de las escuelas de arte, una experiencia muy nutritiva para el camino creativo que recorren estos artistas en ciernes.

Pero no fue este el único espacio dedicado a la educación musical y a la retroalimentación entre artistas. Músicos como Nachito Herrera se acercaron hasta las escuelas de arte y los conservatorios para palpar de primera mano lo que se forma en estas instituciones y tener encuentros con los estudiantes. El coloquio «Leonardo Acosta in memoriam» regresó a Fábrica de Arte Cubano con un programa de presentaciones discográficas, paneles y clases magistrales que captaron el interés de público, pero también de músicos profesionales y estudiantes de la enseñanza artística.

Resultó muy grato comprobar en cada encuentro el interés y el talento de quienes se forman en los conservatorios y aprovecharon esta oportunidad para probarse, preguntar y obtener herramientas beneficiosas para su formación.

Las clases magistrales que impartieron Steve Turre, Pedrito Martínez, Giovanni Hidalgo y Florian Weber, entre otros, fueron oportunidades de lujo que sin duda validan la importancia de este apartado teórico del Jazz Plaza, en el que también se trataron temas relativos a las industrias musicales y homenajes a importantes figuras de la historia musical nuestra, como Bobby Carcasses y Ernán López-Nussa.

Han sido siete jornadas con la música de hilo conductor del día a día habanero y santiaguero. Fluyó la buena música y hemos llegado a un punto del camino en que se confirma, una vez más, la necesidad del Jazz Plaza en nuestras vidas, ese momento en que una vez al año todos los sentidos se ponen en función del jazz.

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.