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Arte con vocación comunitaria

Como en cada etapa estival, la Cruzada teatral Por la ruta del Che lleva el arte hasta barrios alejados de los centros urbanos de Sancti Spíritus, en uno de los sucesos culturales más significativos de esta provincia

 

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Luis tiene ocho años y nunca soñó con ser artista. Pero, desde hace unas semanas solo habla de subirse a un escenario como su nueva mejor amiga Lil Alelí, la payasita de pelo color rosa, nariz y espejuelos grandes y traje de inmensos óvalos.

Se conocieron mediante carcajadas y juegos en una noche del mes de julio, cuando plantó bandera en la Comunidad 23, perteneciente al consejo popular de Pitajones, en pleno lomerío del municipio espirituano de Trinidad, la 29na. Cruzada teatral Por la ruta del Che, iniciativa del Consejo provincial de las artes escénicas para regalar el arte a comunidades y barrios alejados de los centros urbanos.

«El encuentro con esos públicos que te esperan cada año es especial, porque te creces como artista, al tener que actuar en condiciones de contingencia, como el portal de una casa, un círculo social, una escuela… Y aprendes de la humildad y de tanto amor que conviven en esos parajes, donde no siempre hay oportunidades para disfrutar en vivo de las diferentes manifestaciones artísticas», refiere Lil Laura Castillo, quien le da vida a la inquieta Lil Alelí y, además, lidera la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

Adrián Romero Benítez, quien comparte la satisfacción de vivir las intensas jornadas de cruzada y la alegría de pertenecer a Teatro Garabato, ya suma en su currículo varios de esos periplos por toda la geografía espirituana.

«Es una oportunidad única para artistas y públicos. Se hace en condiciones muy difíciles, pues vivimos semanas prácticamente en campaña, pero cuando se sienten los aplausos y el cariño con que nos esperan sabes que ha valido la pena todo el sacrificio».

De acuerdo con Juan Carlos González, al frente del Consejo provincial de las artes escénicas en Sancti Spíritus, las complejidades del contexto: problemas con el combustible y otros recursos, obligó a reprogramar la fecha en que habitualmente se planifica este encuentro con las comunidades. Mas, asegura que nunca se puso la iniciativa de rodillas porque se conoce la trascendencia de llevar lo mejor de su catálogo a esos lugares distantes.

«Hemos planificado 125 presentaciones en los ocho municipios espirituanos. Ya hemos protagonizado 94 con alrededor de 8 000 asistentes en cinco territorios», explicó el directivo, testigo desde 1994 de esta iniciativa.

A fin de no dejar desamparadas las propuestas diseñadas para los proyectos de las artes escénicas en las ciudades de Sancti Spíritus y Trinidad, los teatristas se han organizado en dos grupos. Alternan los recorridos y durante sus estancias en sus sedes no detienen sus quehaceres.

«Volvemos siempre porque es la única forma que esas comunidades tienen de ver teatro. Incluso, reaccionan mucho mejor que los que visitan nuestras salas. Eso nos obliga a superarnos y nos oxigena», añade Pedro Antonio Venegas, director de Guiñol Paquelé, uno de los seis proyectos escénicos espirituanos.

A pesar de los esfuerzos del colectivo artístico y técnico para trabajar dos veces al día en localidades intrincadas como Los Ramones, en Yaguajay; Cuyují, en Trinidad; o Los Indios, en Taguasco, el saldo ha sido muy bueno, gracias, también, a las alianzas con las bases productivas de localidades como Cabaiguán y Fomento.

«Esto funciona si se logra un engranaje. La primera secretaria del Comité Provincial del Partido ha insistido en que es una tarea importante para la organización política en cada municipio. Somos los únicos en el país que trabajamos fuera de nuestras casas durante dos meses, porque en el caso de Granma y Guantánamo, que también tienen sus cruzadas, lo hacen en menor tiempo. Durante varios días nos movemos alrededor de 25 personas por lugares alejados», reflexiona Juan Carlos González.

El joven Víctor Manuel Ruiz es de los artistas novatos en la cruzada. No olvida el primer encuentro con el público y cómo se convirtió en la oportunidad idónea para desafiar los temores de enfrentarse a una diversidad de públicos y presentaciones que pocas veces imaginó.

«Nos llegó la información a tiempo de que vendrían, así que pudimos prepararnos. Aunque nos queda el mal sabor de no poder llegar a todas las localidades de nuestro consejo popular de Pitajones. Por eso, insistimos en que no dejen a un lado esta iniciativa que tanto bien nos hace», opina Alfredo Rodríguez Carpio, director de la casa de cultura de la Comunidad 23, en el montañoso minicipio trinitario.

Y es que dentro de las mochilas que cargan sobre los hombros, el colectivo actoral también lleva sus compromisos para protagonizar el más sincero de los diálogos, las risas cómplices y estrechar abrazos, gracias al mejor de los alivios: el arte.

 

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