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La Liga ¿se estira o se encoge?

Las ediciones próximas ya han de estar ocupándole una parte nada despreciable de la agenda de trabajo a la Comisión Nacional de Baloncesto, si aspira a que esta justa vuelva a tener la jerarquía de antaño en el movimiento deportivo cubano

Autor:

Norland Rosendo

No hay dudas de que en 2013 hubo más baloncesto nacional que en años anteriores. Desde que comenzó el Torneo de Ascenso (TNA) el dos de agosto hasta que concluyó la Liga Superior (LSB), mediaron casi cinco meses.

Los equipos que avanzaron al certamen élite de ese deporte jugaron más de 40 desafíos. Una cantidad que pudiera considerarse apropiada, si hacemos un análisis integral en el cual incluyamos, obviamente, variables económicas.

Para el baloncesto masculino cubano, sin embargo, aún es insuficiente, pues persiste la sed de buenos resultados en justas foráneas. Ni siquiera en el área centroamericana y del Caribe, el quinteto criollo «levanta cabeza».

Fue también muy gratificante ver a la sala Giraldo Córdova Cardín abarrotada de público. Gente muy disciplinada, que goza hasta el delirio con su conjunto. Excelentes anfitriones los avileños, y en el play off se lucieron, tanto que hasta decoraron el tabloncillo para animar a sus Búfalos campeones. Es, por más de 20 puntos de diferencia, la mejor sede cubana de la LSB.

Y no puedo dejar de mencionar a un elenco que a fuerza de «embestidas» no creyó en malos augurios, ni en el desdén de algunos. Primero se hizo de uno de los wild card en el TNA y después avanzó por primera vez a la postemporada de la Liga. A pesar de no contar aún con un escenario propio, Los Toros de Artemisa fueron la revelación con su medalla de bronce.

Las ediciones próximas ya han de estar ocupándole una parte nada despreciable de la agenda de trabajo a la Comisión Nacional de Baloncesto, si aspira a que esta justa vuelva a tener la jerarquía de antaño en el movimiento deportivo cubano.

Es inadmisible, y ningún pretexto podrá justificarlo —venga de quien venga—, que durante todo ese lapso competitivo no haya funcionado el sitio digital en el que se reflejan los resultados y las estadísticas.

No solo fue afectada la prensa, que tuvo que hacer malabares para darles a los aficionados argumentos y valoraciones serias, sino que los propios atletas también extrañaron la publicación de esos datos.

Ellos suelen buscarlos para compararse, lo que estimula el desempeño individual y colectivo, y por tanto, contribuye a elevar la calidad del certamen. Hubiese habido más expectativa, incluso, a la hora de escoger al quinteto ideal de la LSB.

Sé que los aseguramientos materiales, por razones obvias, no siempre son los óptimos; pero eso no debe atenazar el ingenio, al revés, debe estimularlo.

Pongamos un ejemplo. Si se dispuso de la tela (que ha de ser lo más difícil para confeccionar uniformes), por qué no haber sido más creativos con los diseños, que se parecieran más a los equipos que los usarían; ir definiendo identidades le hubiera dado un toque de distinción a la justa.

Tampoco debemos obviar que la economía del país exige racionalidad en el empleo de los portadores energéticos, pero que casi todos los partidos se efectúen por la tarde priva a muchos aficionados de asistir a las instalaciones deportivas.

Se podría pensar (y prever, según los planes energéticos) en alternar horarios, planificar algunas subseries nocturnas, y que no solo sea Ciego de Ávila la única sede donde se juegue de noche.

Y ya que hablamos del tema, la Comisión Nacional ha de valorar también que los play off de las ligas masculina y femenina no coincidan. Si bien sería mucho pedir que ambos torneos se realicen en temporadas diferentes, no lo es tanto que las postemporadas tuvieran calendarios no simultáneos.

Lamentablemente, el certamen femenino apenas tuvo difusión, y son ellas las que más calidad exhiben sobre la cancha, y además, las reinas continentales en estos momentos. Un ligero «movimiento» en ese sentido y la prensa especializada podría darle una mayor cobertura.

No creo que el arbitraje haya sido tan malo como para merecer tantos improperios desde las gradas, pero sí ha de superarse cada día, y en ese empeño andan ellos y ellas, personas muy profesionales, que saben cuáles son sus debilidades y la importancia que tienen.

A lo mejor usted está esperando mi apreciación sobre la calidad competitiva del torneo. Para nadie es un secreto que, en el caso de los hombres, fundamentalmente, dista mucho de lo deseado.

La baja efectividad en el cobro de los tiros libres, por ejemplo, es un indicador que refleja, por sí solo, cuánto falta aún por hacer. Pero ese estudio que lo hagan los técnicos. El público merece (y exige), eso sí, un salto cualitativo notable.

A pesar de los lunares, los imprevistos y otros aspectos que deben ser sometidos a un análisis riguroso, esta edición de la LSB confirmó que el baloncesto cubano puede ser cada vez mejor.

Entre todos, con más pensamiento estratégico y de manera creadora, se podrá seguir «estirando» la Liga, en aras de que algún día sea un auténtico espectáculo.

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