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Yerisbel busca su sitio

Con el sabor de sentirse campeona nacional de Cuba, la ajedrecista pinareña Yerisbel Miranda ofreció a JR declaraciones exclusivas acerca de su desempeño en el torneo que la coronó, y otros matices de su carrera

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

Un silencio engañoso emana del tablero. Las 64 casillas, inertes, se convierten en el centro de las miradas en un ambiente tenso. Mientras, dos figuras imponentes, una a cada lado, intercambian golpes invisibles para los ajenos al reino de Caissa.

La batalla es extensa. Y no es batalla de dos, sino de tres. A solo unos metros, un corazón late con celeridad, como si se esforzara por salir del pecho. Su dueña, de pie, aguarda en espera del veredicto.

La guerra es sicológica, pero guerra al fin, hasta que un imperceptible estrechón de manos desbarata de repente la tensión. Las dos jugadoras dejan de «hacerse daño».

En el acto, la mujer que esperaba inquieta y de pie, Yerisbel Miranda, sonríe tímidamente, mientras siente cómo se enfrían todas sus articulaciones. El cuerpo no refleja lo que el espíritu. «Todo pasó», piensa, y le sigue el canto eufórico de «soy la campeona de Cuba».

El cumplimiento de un sueño

Una sonrisa se dibuja en el rostro de Yerisbel (2221 puntos ELO) cuando evoca el instante en que consiguió asir la corona ajedrecística en el Campeonato Nacional para damas hace poco más de una semana. «Fue una gran alegría tras varios días de sufrimiento, pero al final conseguí el resultado y eso es lo importante», recuerda.

Aun así, la Maestra Internacional (MI) pinareña aclara que no llegó al certamen en la forma deportiva deseada, pues «la preparación precompetencia no fue la mejor, incluso mi participación en el evento corrió peligro por problemas organizativos, porque convocaron a un torneo eliminatorio al que no me avisaron. Como no asistí, querían excluirme del Nacional; por suerte decidieron sembrarme en la final, algo que yo pienso que era lo más lógico y correcto desde un inicio.

«Fui un poco desmotivada por esa causa, pero afronté el reto lo mejor que pude para realizar un buen papel, y ya ves cómo terminó todo», añade mientras resalta los peligros que encierra para el coeficiente ELO de las jugadoras de la preselección nacional tener que disputar un torneo eliminatorio.

—Yerisbel, ¿en qué jornada te percatas de que podías ganar el cetro del torneo?

—No hubo un momento exacto. En la segunda ronda le gané a Lisandra Llaudy una partida que tenía prácticamente perdida. En ese momento pensé, «si no perdí esta, es que el torneo se me va a dar bueno».

«Después me fue bien y creí que podría incluirme en el podio. A pesar de que siempre se juega un torneo para ganarlo, realmente no pensé que iba a obtener el primer puesto».

—¿Cuál fue la partida más complicada?

—Todas, principalmente contra las grandes maestras. Pero el cotejo contra Yaniet (Marrero) era muy importante, porque estábamos empatadas y teníamos a Maritza Arribas a medio punto. No fue la más compleja, pues la gané, pero sí la más trascendental, al lograr despegarme en la punta de la tabla.

—Me comentabas que la última ronda fue muy tensa…

—Exacto. Me enfrenté a Milena Campos y el duelo se resolvió en 11 movidas. Por la poca cantidad de jugadas parece que fue una partida fácil y rápida, pero no resultó así. Al contrario, fue muy extensa, complicada, pues ella me sorprendió en la apertura y tuve que resolver el problema para no perder.

—¿Cuánto puede influir este triunfo en tu carrera?

—Es un logro muy grande y más en las condiciones en que lo gané. Yo le doy gran relevancia con vistas a mi futuro.

Inicio en el mundo de los trebejos

Los primeros contactos de Yerisbel con un tablero fueron cuando solo tenía ocho años en su municipio natal, Minas de Matahambre. «Me llevaron a la academia de ajedrez y desde el primer momento quedé fascinada con este deporte.

«A los diez años comencé en la EIDE Provincial Ormani Arenado. A partir de entonces fui transitando por eventos escolares y mi primera medalla fue una de plata en la categoría 15-16 cuando tenía 12 años. En los juveniles se me hizo esquiva también la presea dorada a nivel individual, aunque por equipos sí la conseguí junto a Lisandra Ordaz y en el mixto con Fidel Corrales».

—¿Cuándo das el salto a un evento de mayores?

—Mi primer campeonato nacional fue en Caibarién (Villa Clara) en el año 2005. Recuerdo que solo gané dos partidas. A pesar de mi mala actuación, la experiencia fue muy bonita, sobre todo porque yo era novata en ese tipo de torneos.

—¿Qué significó formar parte de la tríada de trebejistas pinareñas que crecieron juntas desde los Juegos Escolares?

—Fue muy beneficiosa la rivalidad que hubo desde que éramos pequeñas entre Lisandra Ordaz, Zenia Corrales y yo, y te aseguro que todavía lo es. Es un factor que nos ayudó mucho a mejorar y nos incentivó a prepararnos, toda vez que en la provincia solo había dos plazas en el femenino y nos teníamos que eliminar entre las tres.

—Ya para el 2011 tu carrera da un salto en cuanto a resultados...

—Durante ese año tuve una mejoría en los rendimientos que se vio reflejada en el ELO. Conseguí además mi primera norma de Gran Maestra (GM), alcanzada en el Torneo «Carlos Torre», en México. En el Campeonato Nacional concluí en la tercera plaza y obtuve mi segunda norma de GM. Por todo esto es posible afirmar que el 2011 me marcó para bien como ajedrecista.

Una mirada al ajedrez femenino cubano

Revela Yerisbel que el mundo de los trebejos en Cuba, en el sexo femenino, atraviesa un buen momento. Son varias las jugadoras de gran nivel con que cuenta la Isla y solo ocho pueden integrar la preselección nacional, espacio privilegiado al que se accede a través de un escalafón en base al ELO.

—¿Cómo es la relación entre las trebejistas cubanas?

—Somos una familia. Todas nos llevamos muy bien, aunque tenemos gran rivalidad en los tableros. Con Maritza Arribas, quien discutió conmigo el cetro nacional hasta el último momento, compartí habitación durante la competencia. Íbamos juntas en las guaguas y también a comer. Fue muy difícil, aunque eso refleja cómo es la relación.

—Hablabas de eventos internacionales, ¿qué aspiraciones tienes a corto plazo en el contexto foráneo?

—El año que viene aspiro integrar el equipo olímpico, una tarea que será harto compleja. Ahora viene el torneo Capablanca in Memoriam, en el cual pretendo ganar la norma de GM, desde mi responsabilidad de campeona nacional.

El tablero de la vida

En el aspecto deportivo se define como «una jugadora táctica. A veces priorizo la práctica por encima de la teoría. No soy de las que se pasa seis horas diarias entrenando, porque a mí lo que me gusta es jugar y ensayar jugadas de combinación».

—Tus ídolos en el ajedrez son…

—La húngara Judit Polgar y José Raúl Capablanca.

—¿Los describirías con una frase?

—Es muy complicado porque corro el riesgo de no honrarlos como se merecen, pero Judit es una mujer de hierro y Capablanca, tal y como es conocido, la «máquina».

—¿Qué es lo que más te gusta del ajedrez?

—Yo amo el ajedrez. Aun cuando las derrotas se sufren más de lo que se disfrutan las victorias, me siento muy feliz de haberle dedicado mi vida.

—¿Cómo te ha ayudado la familia?

—Cuando decidí ser atleta, ellos me apoyaron sin dudarlo. Me han ayudado en todo y han influido especialmente en mi desarrollo. Yo les estoy muy agradecida y me siento muy feliz de haberles regalado este triunfo.

—¿Qué haces cuando no estás inmersa en ninguna competencia?

—Entreno en las mañanas y un rato por las tardes. Por lo demás, llevo una vida normal: hago deportes, escucho música, veo televisión, comparto con mis amistades. Soy seguidora, además, del equipo de béisbol de Pinar del Río y visito con frecuencia el estadio Capitán San Luis.

—Tienes 29 años y eres la campeona nacional, ¿cuáles son tus retos de ahora en adelante?

—Esforzarme más en los entrenamientos, tratar de planificarme mejor para que los resultados sean superiores. Ser campeona nacional era un sueño que tenía y lo cumplí. El siguiente es integrar el equipo olímpico. Con esfuerzo todo se puede.

 

La joven pinareña es un talento del
tablero escaqueado.

La joven pinareña es un talento del tablero escaqueado.

 

Foto: Cortesía de la entrevistada

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