Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tijera en mano

El calor de las jornadas olímpicas de Tokio 2021 impone diversidad de vestuarios y mascarillas para quienes realizan la cobertura periodística 

Autor:

Norland Rosendo

TOKIO.― Mi esposa me lo dijo dos o tres veces: no lleves un solo short... Traje dos monos deportivos y tres pantalones. Es suficiente, pensé. En este tipo de coberturas, uno amanece y casi se acuesta con la misma ropa.

Aquí estamos en verano. Cuarenta grados y más. Sin embargo, los japoneses no se inmutan. Caminan con sus trajes y camisas de mangas largas; ellas usan sayas plisadas (¿las recuerdan?) rodilla abajo. No son todos, claro. Las modas occidentales han llegado a estos lares.

Así que uno puede moverse por las calles con cualquier atuendo. Lo mismo de etiqueta, que de campismo. En el segundo viaje que hice a la sala de prensa para familiarizarme bien con el sistema de transporte después del percance inicial, me vestí como si fuera domingo por la tarde: pantalón, pulóver y tenis. Muy deportivo, creía yo.

Sin embargo, entre los que coincidimos al mediodía, que no eran pocos (y todavía van llegando reporteros), clasificaba como uno de los menos deportivos. De hecho, hubo un momento en que imaginé que estaba en una cancha de voleibol de playa. Al estilo de Copacabana, en Brasil, y yo fuera de tono.

Muchos colegas son deportistas frustrados; otros buscan mitigar el calor en medio de sus idas y regresos de las instalaciones de competencia; y algunos pasarán muchas horas en este recinto, así que visten cómodo, ligero, chancletas incluidas. 

Igual que los japoneses en la calle, tampoco son todos. Hay periodistas engalanados como para recibir a un ministro. Tiré un cálculo a dedo, parecido al que hacemos en Cuba cuando las meriendas no alcanzan, y no le recomiendo a ese grupo someter nada a votación. Los colegas playeros están en mayoría.

Es fácil reconocer a los de cada país. No porque se sienten juntos, ni por el idioma. Ni por la marca de la ropa que usan. Hay un detalle, suelen portar en alguna prenda la bandera nacional.

Sobre las mascarillas, también hay de todo tipo. Dobles, sencillas, talla XXL, tangabucos (sí, unas muy chiquitas, que se usan ajustaditas a la boca y la punta de la nariz). Vi a uno con una transparente, hubo quienes se alejaban de él pensando que estaba desprotegido, y el tipo, medio bromista, de vez en vez la estiraba. Se reía por los ojos. Ni que fuera cubano.

A lo mejor cuando pasen los días a alguien se le ocurra llamarme el flaco del short a rayas, porque esa va a ser la prenda que más use; o el sastre cubano, si en definitiva me decido a pedir una tijera para modificar algún pantalón. Par de cortes (como queden), y listo. Si a fin de cuentas, Ocha sigue igual y nadie se fija en eso. Tragando datos sin generar el famoso QR que, dicen, era imprescindible.

Y todo por no hacerle caso a mi esposa...

 

 

 

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