Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Conjuguemos el verbo nominar

Autor:

Yoerky Sánchez Cuéllar

Del latín nominare («dar nombre» y «proponer o designar para una función o cargo»), el verbo nominar aparece por estos días en el léxico común de los cubanos. En cada circunscripción —de dos a ocho propuestas— los vecinos deciden quiénes irán a las boletas en las elecciones municipales convocadas para el domingo 27 de noviembre.

La nominación de candidatos a delegados a las asambleas municipales del Poder Popular en Cuba no ha de verse como una reunión más. Constituye un espacio de realización democrática, en el que la voz de cada ciudadano se hace sentir para seleccionar a su genuino representante, ese que luego podrá decidir asuntos vitales en el órgano superior del poder estatal en el territorio. Por ello se requiere que los nominados sean personas con los méritos y capacidad suficientes, sensibles ante los problemas de los demás y dispuestas a enfrentar disímiles obstáculos en función del bien colectivo.

He visto con alegría en las redes sociales digitales que varios jóvenes, algunos de ellos estudiantes universitarios, ya han sido propuestos. Igualmente, conozco que delegados de experiencia, cuya gestión y esfuerzo reconoce el barrio, volverán a estar como candidatos, para un período que, como establece la nueva Constitución de la República, será ahora de cinco años.

En el acto de levantar la mano se define también el futuro del sistema del Poder Popular. De esa cantera saldrán muchos de los que posteriormente nos representarán en el Parlamento, en sus comisiones de trabajo, en la práctica del ejercicio legislativo y de control, llevando las inquietudes y propuestas directamente y tomando decisiones trascendentales para la vida económica, política y social del país. No olvidemos que la Asamblea Nacional está constituida, hasta un 50 por ciento, por hombres y mujeres electos en la base.

Ser delegado entraña un firme compromiso con el pueblo. A diferencia de lo que ocurre con los concejales en otros países, ese cargo no supone la adquisición de prebendas, salario ni privilegio material alguno. A esta figura de nuestro sistema político solo le está reservado el honor de representar a sus electores y cumplir con el mandato que ellos le otorgan.

Aunque en las urnas la decisión sea por uno solo de los propuestos, el hecho de salir nominados debe ser siempre motivo de orgullo y satisfacción. Significa que los demás vieron en cada candidato las condiciones necesarias como para conferirle el sagrado derecho de representarlos, de velar por sus intereses. Y ello tiene tanta importancia como después el acto de votar por el mejor y el más capaz.

Este proceso de nominación, que concluye el 18 de noviembre, se desprende de las esencias propias de nuestro sistema político, en el que el pueblo es el soberano. Aprovechemos esta oportunidad, en medio de las diversas complejidades que vivimos, para consolidar las bases de nuestra democracia, con mayor participación, entrega y voluntad. Reconozcamos el mérito y los valores de quienes lo merecen. Conjuguemos el verbo nominar, y nominemos.

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