Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Todo un país… en libros

Con este lema se identifica año tras año, en nuestra Feria del Libro, uno de los proyectos más trascendentes del mundo editorial cubano: el Sistema de Ediciones Territoriales

Autor:

Teresa Melo

«Todo un país… en libros». Con este lema se identifica año tras año, en nuestra Feria del Libro, uno de los proyectos más trascendentes del mundo editorial cubano: el Sistema de Ediciones Territoriales. Fue creado en agosto del año 2000 a raíz de la brillante idea de Fidel Castro, de dotar a cada provincia con un equipamiento de impresión rápida, que permitiera publicar de forma artesanal a escritores, inicialmente del propio territorio, que por su gran cantidad era difícil que accedieran a editoriales nacionales. La máquina principal de ese módulo, de marca Risograph, fue convertida con ilusionado cariño en «la Riso», y es como se conocen desde entonces sus libros y autores.

En el año 2000, es de imaginarse, una cantidad apreciable de escritores y especialistas, unidos en comunidad por el entusiasmo, más que por el conocimiento profesional de ese mundo, nos convertimos en editores, diseñadores, emplanadores, impresores, y, por supuesto, también en directivos, con el afán en cada caso de hacer realidad el sueño de muchos que guardaban sus originales, y de otros que comenzaban a escribirlos.

Un sueño realizado por 20 años es tiempo suficiente para haber atravesado etapas disímiles: se quería encontrar en cada rincón de nuestra geografía a un poeta, narrador, investigador; se buscaba el modo de hacer atractivas aquellas cubiertas en grises que algunos rechazaban… Las historias y anécdotas que atesora la Riso son parte también de nuestra cultura del hacer. Vi en un lejano poblado a todos sus habitantes en la presentación del primer título de un autor nacido allí; vi a un editor magnífico clavar, literalmente, la voluminosa antología poética Los parques, pues por su extensión era imposible hacerlo con la presilladora eléctrica… Comprendíamos intuitivamente por qué muchos de estos libros se agotaban en sus presentaciones: sus autores sostenían la vida literaria del lugar donde vivían, con sus peñas y talleres.

En el año 2002 escribí para el pequeño libro Una puerta de papel llamada Riso: «Siendo cierto que el cuerpo de una literatura lo forma lo que vemos impreso en blanco y negro, cómo negar cuánto más se ha hecho visible ese cuerpo, ahora que también radiografiamos sus venas y arterias escondidas». Era la sensación entonces, cuando estas publicaciones renovaban el mapa literario cubano. Todavía es esa la sensación, cuando vemos la variedad infinita de temas y géneros.

A los 20 años de su creación, el Sistema de Ediciones Territoriales del Instituto Cubano del Libro exhibe un catálogo que impresiona; se sumaron autores muy conocidos, las cubiertas dejaron atrás sus grises, colecciones de autores extranjeros (en varios casos con traducciones) lo han enriquecido; como lo hizo la inclusión de varios sellos de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de jóvenes creadores. Las editoriales de cada provincia se parecen a ellas mismas y tienen hoy nombres establecidos y respetados, con premios relevantes.

En este homenaje por sus 20 años pienso en aquellos primeros días del asombro; los autores llegaban a ser testigos de cómo nacía su libro delante de ellos…: estaba sentada siendo parte de la maravilla y leía en uno que a la mestiza María de Navas se le prohibía salir de Santiago de Cuba, porque era la persona que, a comienzos del siglo XVII, tenía rudimentos de medicina… Supe, de hecho, supimos, que éramos privilegiada parte de algo luminoso para el conocimiento de nuestra memoria. De entonces a acá ese descubrimiento de vidas, historias y otros esplendores lo debemos, en gran parte, a «la Riso». La Feria del Libro, desde su inicio en La Habana hasta su recorrido por toda la Isla, volverá a demostrarnos que, efectivamente, somos todo un país en libros.

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