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¡Un médico para mí, por favor!

La exitosa serie televisiva Grey’s Anatomy arriba a su temporada 14, conservando como promedio una audiencia en Estados Unidos de 11 millones de espectadores

 

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Todavía recuerdo como si fuera ayer aquel capítulo inicial con el cual Shonda Rhimes comenzaba a atraparme y a mostrar su poder para no dejarme escapar, como a millones de espectadores, aunque para ello tuviera que matar a media humanidad en su exitosa Grey’s Anatomy: la celebración había sido a lo grande. Se acercaba su primer día de trabajo en el Seattle Grace, el famoso hospital de Washington donde su madre había alcanzado renombre, y Meredith Grey (Ellen Pompeo), después de una intensa noche de copas y de aventuras, despertaba en el sofá de su casa y sus ojos se abrían desorbitados con el descubrimiento de que a su lado se hallaba un desconocido en el suelo.

Cuál no sería la sorpresa de Meredith cuando al traspasar las puertas del servicio de urgencias, junto a sus colegas Alex Karev (Justin Chambers), George O’Malley (T.R. Knight), Izzie Stevens (Katherine Heighl) y Cristina Yang (Sandra Oh) —como ella jóvenes que acababan de terminar la carrera de Medicina— se encontraba con el coprotagonista de su ligue nocturno: el doctor Derek Sheperd, alias McDreamy (Patrick Dempsey), uno de los adjuntos en el hospital con el que luego tendría tan cercana relación. A partir de ese momento comenzaba una de las historias de amor más famosas que se han apoderado de la televisión en los últimos tiempos.

No voy a negar que, desde que se estrenara en marzo de 2005 por ABC, he tenido períodos en los que he pensado que ya he tenido suficiente con Anatomía de Grey, pero definitivamente esta serie ha conseguido que durante 12 años siga paso a paso las felicidades y amarguras de gente que se nos asemejan mucho. Durante más de una década he visto crecer a los hijos de Meredith, pero también he sentido la «pérdida» —sobre todo cuando han sido «asesinados» por su creadora— de personajes tan entrañables como el bueno de O’Malley, o como Lexie (Chyler Leigh), Sloan (Eric Dane), Brooke, Brooks, Ellis Grey... También de otros que creí que sin su presencia, por ser verdaderos pilares de la narración, como el mismísimo Sheperd o la competitiva y egoísta Cristina, la serie se iría a pique, que la Rhimes le provocaba constantes conteos de protección a su dramatizado. Pero debo admitir que la madre de How to get away with Murder (ya analizada en estas páginas) y Scandal, y su equipo de guionistas han conseguido que esta producción arrancara hace poco con su temporada 14, para así superar los 300 capítulos (cada entrega cuenta con 25) y ubicarse entre las diez series de mayor éxito de las networks (cadenas generalistas, que no son de cable).

Los números lo demuestran: Anatomía… ha conservado como promedio una audiencia en Estados Unidos de 11 millones de espectadores, incluso cuando —también debo decirlo— los escritores optaron por la solución más fácil: condenar a muerte a quienes ya no podían permanecer en la historia por los motivos que fueran. Y es que al público le cuesta aceptar que justo aquellos que se la pasan salvando vidas, caigan cuando menos se lo esperan, máxime cuando estamos ante una realización que se adentra fundamentalmente en las relaciones de pareja y de amistad, y no de esas cuyas tramas se desarrollan dentro de un mundo violento, como en Juego de tronos y Vikingos. Por supuesto, que el espectador es consciente de que este tipo de tragedias provocadas por los más increíbles accidentes suelen ocurrir en la vida real, sin embargo, en este caso, por lo reiterado del recurso, se ha puesto en peligro la verosimilitud de la obra.

De cualquier manera, es evidente que Shonda conoce muy bien a los televidentes. Sabe que esto de las muertes funciona, pero también va más allá de las cuestiones amorosas, de los encuentros «desesperados» en la habitación de guardia de estos médicos con una carrera notable, capaces de enfrentar retos profesionales que despiertan admiración..., para conducirnos, a través de sus historias personales, a reflexionar sobre la estabilidad, lo difícil que puede resultar mantener el matrimonio o llevar adelante la maternidad, lo complejo que es conciliar lo profesional, conyugal y familiar, la amenaza del Alzheimer….

Anatomía de Grey, que junto a Mujeres desesperadas y Perdidos contribuyó a que la cadena ABC recuperara el éxito del que alguna vez había gozado, ha terminado siendo la más longeva de todas. Y eso se lo debe en gran medida, además, a lo acertado de la selección de sus actores. Y no solo me refiero a los ya mencionados, sino a muchos otros que son igual de entrañables, y quienes han logrado interesarnos de verdad, por ser tan creíbles, porque los hemos visto madurar, evolucionar: Chandra Wilson (Miranda Bailey), Sara Ramirez (Callie), Jessica Capshaw (Arizona), James Pickens Jr. (Webber), Kevin McKidd (Owen Hunt), Jesse Williams (Jackson Avery), Sarah Drew (April Kepner)...

Definitivamente, son los personajes la clave de esta serie respetable: seres que tienen el don de escuchar a los demás, que se empeñan en comunicarse, en entender las motivaciones de los otros, lo cual los hace muy interesantes. Esos que también defienden a ultranza su identidad y su libertad, se presentan como personas capacitadas para enfrentarse a los golpes de la vida, que no se rinden con facilidad, porque encuentran el apoyo de los demás, porque jamás están solos, sino que se unen para compartir el dolor.

Anatomía de Grey habla asimismo, y con mucha fuerza, sobre la igualdad. Cómo los hombres y las féminas concebidas por Shonda Rhimes aman y luchan por su familia, mas no por esa razón renunciarán a sus carreras, a materializar sus sueños, a sus proyectos de vida. Llama la atención, porque este hecho constituye una constante en las producciones de quien se ha convertido en una de las figuras más influyentes de la industria. Tal vez por su condición de mujer negra, induce a que en sus series no se pierdan de vista ni la multiculturalidad ni la diversidad. Aquí coexiste gente de todos los colores, pero además con diferentes orientaciones sexuales. Lo más significativo es que no importa de dónde vengan o con quién formen sus parejas, porque ni una cosa ni la otra definirán al personaje.

En fin, que ya voy para casi tres lustros cayéndole atrás a los más de 20 capítulos que, por ser ABC una cadena generalista, está obligada a transmitir por entrega. No estoy diciendo que Anatomía de Grey sea de esos audiovisuales que destacan por la manera innovadora como se han puesto en pantalla, o por su elevada estética, pero ha logrado engancharme, ha conseguido que me emocione. Deberé localizar a Shonda para que me ponga en contacto con uno de sus geniales médicos para que me atienda, porque algún problema debo tener.

Tailer

De todo un poco

En Anatomía... una actriz como Debbie Allen, quien interpreta a Catherine Avery, también ejerce como productora ejecutiva. Como si no fuera suficiente, ha trabajado como directora en siete episodios.

Debbie Allen

Inspiraciones

Shonda Rhimes se inspiró en el libro de texto Anatomía de Gray a la hora de darle un nombre a su drama televisivo, que en un principio había pensado bautizar como Complications (Complicaciones). Sin embargo, el parecido entre Anatomía de Gray y Anatomía de Grey no es mera coincidencia: ambos giran en torno a la medicina. Y es que se trata de la biblia, de la guía de la anatomía humana, que constituye una referencia para anatomistas y cirujanos.

Libro de texto Anatomía de Gray

El volumen, que se publicó por primera vez en 1858 en Reino Unido y fue escrito por dos jóvenes médicos ingleses, Henry Gray y Henry Carter, sigue vigente y en uso más de 150 años después de ver la luz.

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