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Trump contra Irán

Cómo se arma un «cambio de régimen» mediante la utilización de organizaciones terroristas y el patrocinio de políticos y organizaciones no gubernamentales

Autor:

Leonel Nodal

En vísperas de la Asamblea General de la ONU de este año, un mortífero atentado terrorista conmovió a Irán, país al que Donald Trump declaró una implacable guerra económica desde el podio del organismo encargado de velar por la paz mundial.

Todo indica que el ataque, que dejó decenas de muertos y heridos, seguido de las amenazas proferidas por el Presidente de Estados Unidos contra la República Islámica, integran una misma política intervencionista urdida en la Casa Blanca.

El propio sábado 22 de septiembre, poco después de ocurrir el ataque que mató al menos a 29 personas e hirió a más de 60 asistentes a un desfile militar en la ciudad sudoccidental de Ahvaz, el ejército iraní acusó a Israel y Estados Unidos como responsables de la masacre.

El número de muertos siguió aumentando ya que algunas víctimas, incluidas mujeres y niños, resultaron gravemente heridas en el atentado perpetrado por cuatro hombres disfrazados de Guardianes de la Revolución Islámica.

El desfile conmemoraba el aniversario del inicio de la guerra desatada contra Irán por Irak en 1980, con el aliento de Estados Unidos, que se extendió hasta 1988 y desangró a ambo países.

El hecho sacó a flote las raíces de las expresiones de odio empleadas por Trump en la Asamblea de la ONU y el Consejo de Seguridad contra los líderes iraníes, a los que acusó de sembrar «caos, muerte y destrucción».

Investigaciones de la propia prensa norteamericana, incluida una de la revista Foreign Policy con archivos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), confirmaron que la embajadora estadounidense en Irak, April Glaspie, ofreció en 1980 a Bagdad garantías de que Washington vería con buenos ojos el derrocamiento de la República Islámica recién llegada al poder en la nación persa.

La masiva revuelta popular liderada por el Ayatollah Khomeyni que derrocó el 1ro. de abril de 1979 al régimen despótico y corrupto del Shah Reza Pahlevi, el otro pilar —junto a Israel— de la estrategia de dominación norteamericana en el Oriente Medio, se convirtió en una irreparable pérdida estratégica para Estados Unidos, que desde entonces alimenta su afán de revancha.

Ese es el hilo conductor que volvió a unir los actos hostiles contra Irán dentro y fuera de su territorio.

En realidad, al igual que sus antecesores desde 1979, Trump pretende coronarse como el enérgico líder que logró doblegar a la nación persa, librar su propia guerra que le garantice la popularidad y los votos ganados por un patrioterismo imperial.

El propio sábado de los atentados en el sur de Irán, en el Hotel Sheraton de Nueva York, la misma ciudad sede de las Naciones Unidas, la trama de la conspiración contra el Gobierno iraní saltaba a la luz pública sin el menor recato, en la voz de relevantes personajes vinculados con el presidente Trump y su administración.

Uno de los confortables salones del hotel de la céntrica Times Square acogía una denominada «Cumbre de la Sublevación de Irán», en la que las llamadas «comunidades iraní-estadounidenses opuestas al Gobierno de Teherán» debatían «el camino a la libertad: la alternativa» con un selecto grupo de patrocinadores ligados al Gobierno de Estados Unidos.

Entre los oradores invitados al cónclave conspirativo organizado por la Organización de las Comunidades Americanas Iraníes (OIAC) se encontraban el exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani; el general James Jones, exasesor de seguridad nacional; Michael Mukasey, exfiscal general de Estados Unidos, así como Bernard Kouchner, de Médicos sin Fronteras, y Giulio Terzi, exministros de Relaciones Exteriores de Francia e Italia, respectivamente.

¿Qué es la OIAC, patrocinadora de semejante evento subversivo? La OIAC fue fundada en 2012 con su actual sede ubicada en Washington D.C., Estados Unidos, pero ha estado trabajando como Comunidades Iraníes Estadounidenses desde 1997.

Según publicó NBC en 2013, la organización «se representó de manera incorrecta como una organización sin fines de lucro», ya que no aparece en la base de datos federal de dichas agencias.

Las propias fuentes norteamericanas revelaron que el Gobierno sabe que la OIAC es una fachada o brazo político de Mujahedin del Pueblo de Irán (MEK), una organización terrorista extranjera listada de 1997 a 2012.

Pues bien, al grito de guerra «¡Los derrocaremos!», el exalcalde neoyorquino y abogado personal de Trump, Rudy Giuliani, ponía de pie a una multitud entusiasta el día del ataque mortal en Ahvaz, según reportó el sitio web de los organizadores y algunas agencias de noticias cuidadosamente seleccionadas.

Según afirmó Giuliani, Estados Unidos derrocará al Gobierno iraní una vez que las condiciones socioeconómicas allí, moldeadas por las sanciones, estén listas para una revolución.

«No sé cuándo vamos a derrocarlos. Podría ser en unos pocos días, meses, un par de años, pero va a suceder. Van a ser derrocados, el pueblo de Irán ha tenido suficiente», prosiguió el abogado de 74 años ante los conspiradores radicados en Estados Unidos que buscan un cambio político en Irán.

Giuliani elogió el enfoque de Donald Trump hacia Teherán, jactándose de que las sanciones abofetearon a Irán, después de que la Casa Blanca se retirara unilateralmente del acuerdo nuclear en mayo, lo que a su juicio está estancando la economía del país y dañando la vida de los iraníes.

«Las sanciones están funcionando. La moneda no vale nada ... Estas son las condiciones que conducen a una revolución exitosa y, si Dios quiere, una revolución no violenta», dijo Giuliani.

Más claro, ni el agua. El abogado personal del Presidente norteamericano, buen conocedor de sus ideas, se ocupó de deletrear lo que Trump diría dos días más tarde ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que presidía.

Para salvar las apariencias, el Departamento de Estado se distanció de los comentarios de Giuliani, enfatizan-do que el abogado personal de Trump no habla por la administración. Pero ya era tarde, y además lo más probable es que el insolente inquilino de la Casa Blanca lo haya usado como globo de ensayo.

Aunque Trump nunca ha ocultado su apoyo a la oposición en Irán, su consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, matizó la arenga de Giuliani afirmando que la administración no está considerando un «cambio de régimen» directo en el país, sino «un cambio masivo en el comportamiento del régimen», según reportó la agencia británica Reuters.

Los iraníes rechazaron e hicieron burla de la decisión del mandatario de la Casa Blanca. Foto: AP

Al encabezar por primera vez una sesión del Consejo de Seguridad, Trump denunció el «horrible acuerdo nuclear» con Irán de 2015, que Estados Unidos abandonó en mayo.

A pesar de sus diatribas contra Teherán, la reunión del Consejo de Seguridad reveló las diferencias entre Estados Unidos y sus aliados europeos sobre el tema iraní, dos días después de que los otros cinco firmantes del pacto acordaron instaurar un mecanismo de pago para poder seguir haciendo negocios con Irán pese a las sanciones estadounidenses.

Trump aseguró que las sanciones contra Irán estarán «en plena vigencia» y urgió a las potencias mundiales a trabajar con Estados Unidos para «garantizar que el régimen iraní modifique su comportamiento y nunca se dote de una bomba atómica».

Pero en defensa del pacto sellado con Irán y en el que se mantienen Francia, Reino Unido, Alemania, China y Rusia, la primera ministra británica, Theresa May, dijo que «seguía siendo la mejor manera de prevenir que Irán desarrolle un arma nuclear».

Es obvio que las naciones europeas, así como Rusia y China están interesadas en hacer negocios con Teherán y dejar el curso de su política interna en manos de los iraníes, en una muestra de realismo.

Con razón el presidente iraní, Hasán Rohaní, pudo destacar en una conferencia de prensa posterior que Estados Unidos se ha quedado «solo» y vaticinó que en algún momento terminará por dar marcha atrás y volver al pacto.

Tal vez haya que esperar a ver qué pasa en las elecciones intermedias de noviembre en Estados Unidos, cuando se renueva parte del Congreso. Hasta entonces, Trump seguirá alardeando.

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