Estoy deseoso de tener más contacto con el público y regalar mi música, mi energía, asegura el joven músico. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 26/08/2025 | 12:09 am
«Nothing can make a broken heart beat wild again like country…», cantado en inglés y llevado al español: Nada puede hacer que un corazón roto vuelva a latir salvajemente como el country. Es la carta de presentación del joven cubano Chris Pfeiffer, quien oriundo del poblado villaclareño de Manajanabo, tiene muy bien definido el género musical al que tributa sus letras, sus acordes desde la guitarra y toda su inspiración.
¿Por qué el country? ¿Y por qué no? Ciertamente es un género foráneo, nacido al calor de la década de 1920 en los campos de Estados Unidos, aunque la denominación comenzó a emplearse en los años 50 en sustitución de hillbilly. Instrumentos de cuerda, aderezados a veces con acordeón o armónica, hacían vibrar sonoridades del blues junto a otras de esa tierra y de otras europeas, y más tarde hasta el rock and roll le aportó beats, tanto como los instrumentos electrónicos más modernos.
Referentes increíbles como Dolly Parton y Kenny Rogers lo prestigian, ya con elementos del pop, el bluegrass, western swing, rockabilly, entre otros. Y que un cubano desee crear sobre esas bases rítmicas y melódicas puede sorprender mucho, sobre todo en estos tiempos en los que aquellos de su generación quizá apuesten más por géneros urbanos.
En definitiva, la creación no tiene límites. Aunque el origen del género lo lleve a estudiar bien inglés para componer y respetarlo, también lo hace en español, y entonces ya es un cubano haciendo country, pero sin dejar de ser cubano.
«Mi familia es muy musical y empecé a los cinco años con el piano clásico. Lo empecé a estudiar con profesores en casa porque no tuve la oportunidad de entrar a la escuela de arte, y me sentí bien, aunque un niño pequeño desea jugar y no estudiar música. Sin embargo, veía la guitarra y anhelaba tocarla, me sentía muy atraído por ese instrumento y confiaba en mis posibilidades para tocarlo.
«Ahora me han dicho que el piano se me da mejor, pero realmente me siento más a gusto con la guitarra.
Empecé a estudiarla también con otros profesores, y desde ella compuse mi primer tema con 15 años. Los instrumentos de cuerda están más cerca del country, que es el tipo de música que acomoda mi creación porque tiene un nivel elevado de energía, una dinámica muy fuerte y un proceso
musical muy demandante. La conexión que siento con ella es grande, y así quiero mostrarme como artista».
Chris Pfeiffer —no siempre con sombrero y botas como los vaqueros musicales que identifican el country— se presenta solo, al menos por ahora. Él graba las pistas, compone, toca y seguirá estudiando para perfeccionar su obra. «Apenas estoy comenzando, pero tengo todo listo para grabar un disco y para asumir presentaciones en vivo. Estoy deseoso de tener más contacto con el público y regalar mi música, mi energía».
—¿Cómo quieres trazar tu singularidad?
—Una pregunta realmente interesante. Realmente hago mi música por lo que soy. Transmito lo que quiero transmitir por cómo lo siento, por cómo vivo las cosas. Pienso que tengo mi forma muy particular incluso de escribir, de cantar. Tengo la certeza de que tengo mi propio estilo y debo cultivarlo y desarrollarlo.
«Mi familia ha sido un pilar fundamental en mi vida, principalmente mi padre, cuyo respaldo ha sido inquebrantable. Le agradezco mucho a Hamlet Paredes, amigo del alma; a mi amiga Dianela Carballo, incansable soporte emocional que he tenido; a mi profesor de canto Gustavo Francisco Gutiérrez, quien ha dedicado ocho años a ofrecerme su paciencia, su guía y su experiencia para construir mi voz; a mi doctora de la voz Anay Domínguez, quien ha sido esencial para mantener mi voz en buen estado.
«Un reto enorme cuando empecé a escribir este tipo de música fue el idioma, por ello mi gratitud a las teachers, Mirelis Iturralde y Marta Piñeiro, por ayudarme a pulir mi composición y pronunciación. Si he decidido dedicarme a la música, debo seguir esforzándome para hacerlo cada vez mejor. Espero, además, poder ser parte de la Asociación Hermanos Saíz, de las instituciones que avalen mi quehacer, para seguir haciendo arte desde mi espacio vital».