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Demasiada política y no suficiente ciencia

Desde que la Casa Blanca inventó la idea de los «ataques sónicos» contra sus diplomáticos, Cuba ha propuesto diálogos científicos como el que concluyó ayer, casi sin asistencia de expertos estadounidenses

Autor:

Enrique Milanés León

EL título fue quizás la última frase del Doctor neozelandés Robert Bartholomew, del departamento de Sicología Médica de la Universidad de Auckland, quien llamó ante científicos cubanos y de otras naciones a que el Gobierno de Estados Unidos libere la información que oculta, para aclarar la verdad sobre los supuestos ataques sónicos sufridos en Cuba por sus diplomáticos.

Bartholomew compartió en nuestro Centro de Neurociencias con colegas cubanos, canadienses y estadounidenses dos días de intercambio en el evento «¿Hay un síndrome de La Habana?», dedicado a abrir desde la ciencia esas ventanas de colaboración que la Casa Blanca ha cerrado celosamente para justificar el rehielo de sus vínculos diplomáticos con Cuba.  

Para este especialista, tan distante de Washington y de La Habana, dicho dictamen, asentado sobre síntomas vagos que no han podido probar las acusaciones, es otro ejemplo moderno de lo que pasa cuando los científicos «ven» lo que desean quienes les ofrecen los datos, en este caso, funcionarios del Departamento de Estado norteamericano.

Su intervención —que generó controversia porque este de dos días no fue un encuentro de consenso sino de relatoría de enfoques variados— detalló las notables imprecisiones en que incurrieron artículos sobre el tema publicados, por ejemplo, nada menos que en la muy reconocida revista JAMA (Journal of American Medical Association), aun contra la consideración de uno de sus revisores.

«El Gobierno de Estados Unidos presenta el “síndrome de La Habana” como un misterio; para mí, el misterio es cómo ellos han creado la falsa idea de que el Gobierno cubano ha dañado a sus diplomáticos», afirmó Bartholomew.

Si de evidencias se trata, el compromiso del Departamento de Estado de buscar en la Academia de Ciencias de su país un factor imparcial que investigara quedó en entredicho cuando algunos de los ponentes de este evento afirmaron que fueron contactados y luego descartados por sus opiniones diferentes al guión preestablecido desde Washington.

La ausencia en el intercambio de los principales científicos estadounidenses que investigan el asunto es otra prueba del «síndrome de la manipulación» que padece el ejecutivo de Donald Trump.

Politización contra rigor científico

El Doctor Miguel Blanco-Azpiazu, profesor principal de Medicina Interna de la Universidad Médica de La Habana, lamenta que, pese a la invitación hecha a colegas estadounidenses que atienden a los pacientes, su asistencia no se produjo: «Hay diferencias claras en la actitud de los científicos canadienses, abiertos a la colaboración, y la parte norteamericana, que ha estado totalmente politizada y dependiente de las indicaciones de su Gobierno. Estamos en plena colaboración con los científicos de Canadá, valorando sus hipótesis, que deben ser demostradas con investigación.

«En este momento desarrollamos una investigación con los canadienses, pero la interferencia política de Estados Unidos ha sido constante. Fue la política lo que motivó que se creara este grupo de enfermos espurio y que se tomaran decisiones importantes que afectan a ambos pueblos», sostiene Blanco-Azpiazu.

El profesor de la Universidad Médica de La Habana refiere las críticas a la citada publicación norteamericana, no solo por parte de científicos cubanos, sino de los propios Estados Unidos y otros países: «textos con problemas aparecieron en revistas tan importantes, lo que siempre nos ha sugerido que factores extra científicos aseguraron su inclusión», señala.

A su juicio, entre los errores está la reunión bajo un mismo término problemas diferentes, la falta de datos que ignora que el humano es un ser biosicosocial, y el manejo equivocado, como si todo fuera lo mismo aun tratándose de síntomas muy frecuentes en cualquier consulta. «A este grupo —comenta— lo reunió algo: un asunto temporal, el lugar donde ocurre y… factores del contexto político».

La ciencia fértil del diálogo

Junto con la exposición detallada del equipo canadiense de 21 investigadores liderado por el profesor Alon Friedman, de la Facultad de Medicina de la Universidad Dalhousie, en Halifax, que —toda vez que diplomáticos de ese país también refirieron síntomas— dio a conocer sus pesquisas para identificar evidencias de daño cerebral, los asistentes también escucharon la presentación del cubano Evelio González-Dalmau, de nuestro Centro de Neurociencias, sobre el avance del estudio piloto conjunto que se desarrolla entre expertos de ambas naciones para dilucidar la verdad científica, lo que implica que Cuba lleva a cabo serias indagaciones en su territorio.

En dos días de fluida sesión fueron presentados además estudios de expertos de la Universidad de Neurociencia Humana Cognitiva de Edimburgo, de la Universidad de California y del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, para conformar un amplio abanico de miradas a qué, cómo y por qué acontece realmente.

Doctor en Ciencias Médicas Luis Velázquez Pérez Foto: Ismael Francisco Cubadebate

Un muy prestigioso científico cubano, el Doctor Luis Velázquez Pérez, médico, neurólogo, neurofisiólogo, director fundador de la Red Panamericana de Ataxia Hereditaria y presidente de nuestra Academia de Ciencias, explicó que ese era justamente el objetivo: escuchar de manera respetuosa las opiniones de los científicos de todas las partes a partir de la exposición de diversos aspectos de las neurociencias cognitivas, sobre todo de las manifestaciones reportadas y elementos imagenológicos descritos.

Ese ha sido siempre el espíritu de Cuba: «desde los reportes en 2017 del Gobierno de Estados Unidos de la situación de salud que, según ellos, habían experimentado algunos diplomáticos y sus familiares, todos nos preocupamos y la Academia de Ciencias de Cuba se pronunció por una reunión internacional para buscar una respuesta a esta situación que es objeto de una actividad mediática muy intensa contra nuestro país, con repercusión para las familias cubanas y estadounidenses».

Él mismo, en su condición de presidente de la Academia de Ciencia, publicó en 2018 una carta en la revista MEDICC Review para llamar a la comunidad científica internacional, incluyendo a la Academia de Ciencias de Estados Unidos, al intercambio.

«Partimos —señala— del hecho de que las academias de ciencias tienen, dentro de sus misiones fundamentales, que contribuir al desarrollo de la ciencia, realizar una función consultiva, asesora, a diferentes instancias para resolver los problemas. Es la responsabilidad universal de los científicos».

Así se llegó a este encuentro, dirigido, según explica, «a buscar alternativas para detener esta situación que, lejos de traer beneficios para nuestros pueblos, trae problemas lejos de lo que se aspira en una etapa como la actual, con más necesidad de integración de la ciencia para la toma de decisiones. Todos sabemos la preocupación de nuestro país en torno al cuidado de la salud, no solo de los cubanos sino de todas las personas que vengan al país. Cuba es un ejemplo y no puede aceptar ninguna acusación».

 

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