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Guterres y Bozkir ante el plenario inusualmente vacío porque es virtual este debate anual de la Asamblea General Autor: ONU Publicado: 22/09/2020 | 09:48 pm
Marcada, como el mundo, por la epidemia de la COVID-19 al punto de realizarse en formato digital vía internet, la Asamblea General de la ONU desarrolla su período de sesiones 75, durante el cual se prevé la participación de hasta 170 jefes de Estado: el mayor número de mandatarios registrado hasta ahora, según anunció recientemente el titular de Naciones Unidas, António Guterres.
El secretario general de la ONU abrió el debate general este martes con un llamado a asegurarse de que «el mundo en desarrollo no caiga en la ruina financiera, la pobreza creciente y las crisis de la deuda», y la consideración de que «los esfuerzos de recuperación (de la Covid-19) deben conducirnos a un futuro mejor que sirva para reinventar las economías y las sociedades».
En opinión de Guterres, la recuperación necesita construir una capacidad de resiliencia. «Eso requiere tanto un nuevo contrato social a nivel nacional como un nuevo acuerdo global», apuntó el líder de la ONU, quien apostó porque ese nuevo contrato social construya «sociedades inclusivas y sostenibles».
Por esos derroteros transcurrió la intervención, en la propia jornada, del Presidente cubano, Miguel Díaz Canel-Bermúdez, quien fue más allá al destacar la urgencia de la reforma y democratización de la ONU y graficar cómo la gravedad del momento actual, rebasa la mera enfermedad y sus retos sanitarios.
La crisis multidimensional que ha desatado (el virus) demuestra el error de las políticas deshumanizadas impuestas por la dictadura del mercado, señaló Díaz-Canel al recordar «el desastre al que ha conducido al mundo el sistema irracional e insostenible de producción y consumo del capitalismo, décadas de un injusto orden internacional y de aplicación de un crudo y desenfrenado neoliberalismo, que ha agravado las desigualdades y sacrificado el derecho al desarrollo de los pueblos».
Las sesiones en lo que debió ser el plenario de la Asamblea General, que preside este año el diplomático turco Volkan Bozkir, transcurren de modo singular, mediante intervenciones grabadas que son presentadas ante un salón casi vacío, por un funcionario del país que en ese momento debía estar sobre el podio, pero que pueden verse en todo el mundo vía internet.
Entre los primeros oradores estuvo el presidente de China, Xi Jinping, quien destacó la necesidad de reforzar la unidad y la solidaridad frente a la pandemia, y dio a conocer algunas de las medidas adoptadas por su país en este contexto, como la ratificación de la contribución del gigante asiático a la investigación y el tratamiento sobre la COVID-19, en particular en la búsqueda de un candidato vacunal efectivo, el cual prometió para el mundo como un bien público.
También ofreció otros 50 millones de dólares al Plan Mundial de Respuesta Humanitaria a COVID-19 de la ONU, la prórroga por otros cinco años del Fondo para la Paz y el Desarrollo China-ONU cuando este caduque en 2025, y la realización de la tercera contribución de 50 millones de dólares al Fondo Fiduciario de Cooperación Sur-Sur entre China y la FAO.
Según Xi Jinping, más allá de la emergencia sanitaria, la paz y el desarrollo siguen siendo los temas principales de esta era. «Los pueblos albergan una expectativa más vehemente hacia la paz, el desarrollo y la cooperación de ganancia compartida», afirmó.
Con pronunciamientos totalmente contrapuestos como podía esperarse del ejecutor de una política de desprecio por el mundo, el mandatario estadounidense, Donald Trump, desperdició sus minutos como orador en ataques a la nación asiática con el manipulado e incorrecto apelativo de «virus de China» para referirse a la epidemia del Sars-CoV-2, y atribuyéndole a ese país la responsabilidad por su expansión.
A pesar de ser muy cuestionado en su país por minimizar la gravedad de la crisis, ignorar las medidas de distanciamiento social y prestar más atención a la situación económica que a la sanitaria, Trump acusó al gigante asiático y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de ocultar información en los inicios de la pandemia.
Además, y a pesar de las muchas denuncias que lo desmienten, Trump autotituló a su país como «líder en derechos humanos», y presumió de los gastos militares en los que se malgastan los recursos que podían servir para mitigar el impacto de las brechas sociales en el mundo.
Según el jefe de la Casa Blanca, su país destinó 2,5 billones (millones de millones) de dólares a esa área en los últimos cuatro años. Su concepto es alcanzar la paz «mediante la fuerza».
Por similares y obtusas miradas navegó la intervención del brasileño Jair Bolsonaro, responsable, por su inacción y por priorizar la economía, del alto número de contagios en su país, y quien diagnosticó que los medios de comunicación de su país quisieron «politizar el coronavirus» y sembrar pánico en la población.
«Bajo los lemas “quédate en casa” y “nos ocuparemos de la economía más adelante”, (los medios) casi provocan caos social al país», aseguró Bolsonaro, según los reportes del sitio digital de Naciones Unidas.
Las sanciones ilegítimas contribuyen negativamente a la recuperación y el crecimiento de la economía global, sentenció el presidente de Rusia, Vladimir Putin, al intervenir. «Me gustaría llamar una vez más la atención sobre la propuesta rusa sobre la introducción de los llamados “corredores verdes”, (que estarían) libres de guerras y sanciones comerciales, principalmente para bienes esenciales, alimentos, medicamentos y equipos de protección personal, que están en demanda específicamente para combatir la pandemia», dijo.
«En general, liberar el comercio mundial de barreras, prohibiciones, restricciones y sanciones ilegítimas podría ayudar a restablecer el crecimiento mundial y reducir el desempleo», puntualizó el líder ruso.
Durante la jornada de la mañana del martes también usaron de la palabra los jefes de Estado de Chile, Turquía y Sudáfrica, entre otros dignatarios.
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, en su alocución dijo: «Pedimos además que se levante el embargo económico y el bloqueo de Cuba». Precisó además que durante estos meses Sudáfrica ha mostrado la solidaridad a otros pueblos, una muestra de que la humanidad se ha unido y se han forjado alianzas internacionales para un acceso equitativo a suministros médicos, al tiempo que citó a Nelson Mandela, cuando expresó que la solidaridad «es lo que debe estar en el centro de todos los valores».
Por su parte, el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, resaltó la necesidad de reformar a la organización, porque «la efectividad del multilateralismo requiere de efectivas instituciones multilaterales» y llamó la atención acerca de que le tomó meses al Consejo de Seguridad de la ONU para incluir la pandemia en su agenda, enfatizando que la humanidad no puede ser dejada en manos de un número limitado de países.
En horas de la tarde presentaron las posiciones de sus países los mandatarios de Colombia, Turkmenistán, Tayikistán, México, Uruguay, Seychelles, Ruanda, Angola, Argentina, Letonia, Lituania, Nigeria, Costa Rica, Sri Lanka, Indonesia, Perú y República Democrática del Congo.
El tema a debate fue comentado la víspera por el secretario general de este período de sesiones, el turco Volkan Bozkir, en conferencia de prensa: El futuro que queremos, las Naciones Unidas que necesitamos. Reafirmando nuestro compromiso colectivo con el multilateralismo.
A ese asunto escogido el titular de la Asamblea añadió: Enfrentar la COVID-19 a través de una acción multilateral efectiva.
La Asamblea, en este segmento de alto nivel continuará hasta el 29 de septiembre.
