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Haití busca respiro a la violencia

El primer ministro Ariel Henry ha dicho finalmente que renuncia luego de la asunción de un Consejo Presidencial de Transición que se instalará por acuerdo adoptado en Jamaica con los auspicios de la Caricom

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Una variante de salida que emanó de los oficios de la Comunidad del Caribe (Caricom) podría dar relativa estabilidad a Haití, en medio del caos social provocado por bandas armadas que asolan desde hace meses al país, y cuyo accionar se intensificó y demostró su impunidad desde el magnicidio de Jovenel Moise hace casi tres años y, tal vez, el vínculo de elementos del oficialismo con el crimen, pues todavía no se aclara dónde están los autores intelectuales.

El primer ministro Ariel Henry ha dicho finalmente que renuncia luego de la asunción de un denominado Consejo Presidencial de Transición que se instalará por acuerdo adoptado en Jamaica con los auspicios de la Caricom, y para el que habrían sido consultados de manera virtual distintos entes políticos que deberán estar representados en el Consejo, así como sectores importantes de la vida nacional como el empresariado, según los trascendidos.

Con ello se satisfaría una demanda política de las bandas que le pone un matiz distinto al crimen protagonizado por ellas, y hace pensar más a fondo en su real composición: su exigencia de la salida de Henry. Como a Moise, al todavía Primer Ministro se le cuestiona la no convocatoria a elecciones que no se celebran en Haití desde el año 2016. 

Pero el futuro inmediato aún es muy incierto. Ello deja en vilo si sería aceptada por los nuevos titulares transitorios —quienes deberán nombrar un primer ministro y facilitar pronto la elección de un presidente—, la controvertida misión acordada desde octubre en el marco de la ONU, y cuya urgencia ratificó el Consejo de Seguridad hace dos días.

Precisamente, Henry se encontraba en Kenia puntualizando el envío del contingente policial con efectivos de la nación africana que constituiría la cabeza de esa misión internacional, cuando una fuga masiva de reos generó el decreto de emergencia.

A su vuelta, los grupos armados, que controlan amplios territorios en la capital y son responsables del desplazamiento de decenas de miles de ciudadanos y la muerte de entre 2 500 y 4 000 personas a tenor con los distintos reportes, impidieron el aterrizaje del avión que lo transportaba y amenazaron con una total guerra civil si Henry no renunciaba por lo que, como un paria, este ha debido carenar en Puerto Rico.

No debe pasarse por alto que la nueva fuerza extranjera fue solicitada por el propio Henry ante su imposibilidad de devolver el orden, y es rechazada por otros sectores nacionales habida cuenta del lastre que el intervencionismo ha dejado en Haití, responsable en gran medida de cuanto acontece por los largos años de despojo e imposiciones políticas que protagonizaron desde la primera ocupación militar de Estados Unidos entre 1915 y 1934, pasando por el apoyo de Washington a la dictadura de los Duvalier, los denunciados vínculos de la CIA con el golpe que defenestró el primer mandato del excura saleciano Jean-Bertrand Aristide y su regreso al país de la mano de una fuerza militar estadounidense que envió el expresidente Bill Clinton, hasta la última tarea de los llamados cascos azules —la denominada Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah)—, que dejó un rosario de denuncias de abusos y la introducción de una devastadora epidemia de cólera, luego de una larga estancia que se prolongó desde el año 2004 a 2017.

Aunque se ha divulgado poco, un elemento interesante que vuelve a poner en solfa el peso de Estados Unidos en los destinos haitianos es la revelación de que también Washington habría presionado a Henry para que dimitiera luego de un respaldo que, según fuentes citadas por el sitio web antiwar.com, lo mantuvo en el poder hasta ahora.    

Además, resulta sintomático que a la reunión convocada por iniciativa de la Caricom en Jamaica asistiese el secretario estadounidense de Estado, Anthony Blinken.  

Por otra parte, hablamos de grupos criminales y obviamente, ilegales; pero no debe soslayarse la actitud que estos asumirán ante el nombramiento y asunción del Consejo Transitorio, y la definitiva salida de Henry.

En una primera reacción, Jimmy Barbecue Cherizier, la única voz de las bandas que ha emergido hasta ahora, dijo mediante una grabación que su grupo «no reconocerá ningún Gobierno resultante de estas reuniones».

«Es responsabilidad del pueblo haitiano elegir a los líderes que gobernarán el país».

Su organización, Viv Ansanm —que traducido del creole significa «vivir juntos»—, es descrita como una coalición de bandas, de las que llaman la atención sus pronunciamientos políticos.

Ello resta peso al moderado optimismo reinante luego de lo discutido en Jamaica. Es probable que el respiro a la violencia todavía esté lejos.

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