Las manifestaciones han pasado a exigir Fuera Noboa. Autor: Getty Images Publicado: 13/10/2025 | 02:23 pm
A menos de seis meses de iniciar su segundo período presidencial, Daniel Noboa enfrenta la presión de distintos sectores populares de Ecuador que cuestionan no solo su política; también está en solfa su mandato.
El llamado a paro general convocado hace una veintena de días por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) para rechazar el aumento en el precio del combustible, fue la chispa para que afluyeran las inconformidades de gremios, organizaciones sociales y estudiantiles con un rosario de demandas acumuladas desde que el exmandatario Lenín Moreno, quien asumió en 2017 para, supuestamente, continuar la labor de Alianza PAÍS, traicionara al movimiento y retornara los destinos de Ecuador a los programas neoliberales dejados atrás desde 2007, con la irrupción del nuevo país proclamado bajo el liderazgo de Rafael Correa, que él traicionó.
Noboa va por el mismo rumbo, y las bases sociales que apoyaron a Luisa González y Revolución Ciudadana (RC) en las elecciones de inicios de año, le están colocando un “Pare” anunciado desde que, por once puntos sorpresivos de diferencia que RC cuestionó, el joven Presidente derechista obtuvo la reelección en segunda vuelta.
Él ha continuado y pudiera hacer más grave el retroceso iniciado por Moreno, que tuvo continuación con la llegada de Guillermo Lasso, quien se sometió a la llamada «muerte cruzada» a manos del Congreso para evitar un juicio político por corrupción, con lo que dio paso a elecciones adelantadas.
Ahora las tensiones prosiguen, y reviven un largo período de inestabilidad vivido por Ecuador desde fines de los años 1900, con sucesivos gobiernos cuyas políticas enfrentaron el rechazo de amplias capas de la población, que se resistieron a ello.
La historia reciente está plagada de esos momentos. En enero de 2000, el presidente Jamil Mahuad fue demovido por otro paro general convocado por la Conaie ante la grave crisis económica, política y social que enfrentaba la nación.
Cinco años más tarde ocurriría algo parecido al exmilitar Lucio Gutiérrez, quien había llegado al poder acompañado por el brazo político de la Conaie, Pachakutik, organización que salió de su gobierno por diferencias de fondo con la política del mandatario, quien finalmente debió dejar el poder ante el rechazo de multitudes que tomaron las calles en lo que se conoció como la Rebelión de los forajidos.
Noboa debía estar advertido.
Cuestionable o no, cierto o no, el denunciado ataque a una caravana presidencial en la localidad de El Tambo, en la provincia de El Cañar, en los días recientes, se ubica en medio de un enojo popular que crece no solo por las medidas gubernamentales en materia de economía y decisiones políticas que comprometen la soberanía del territorio nacional. Además, la manera despiadada en que, al menos en algunos casos, han actuado las fuerzas del orden, han puesto la tapa al pomo de la inconformidad.
La escena grabada por cámaras de seguridad que captaron el momento en que un manifestante herido de muerte y yaciente en el piso es pateado y golpeado por militares armados hasta los dientes junto a otro manifestante que procuraba protegerle, dieron la vuelta al mundo en las redes sociales y mostraron la brutalidad de quienes pretenden detener la violencia e imponer el orden.
El comunero Efraín Fuerez ha sido la primera víctima fatal de la represión, y otra mecha que aviva el fuego del rechazo gubernamental.
Las peticiones y reclamos sociales no se escuchan, y están siendo respondidas bajo el mismo estado de emergencia que ha caracterizado los 18 meses de primera gestión de Noboa para completar el periodo inconcluso de Lasso, y lo que va de esta.
Si bien la represión no ha exhibido gases ni chorros de agua contra los movilizados, la ausencia de diálogo y la criminalización de la protesta al tildarse a los manifestantes de «terroristas», está provocando denuncias de violaciones a los derechos humanos por parte de la Conaie y organismos de defensa de la integridad de las personas.
Puede que las cifras reales excedan el centenar de detenidos e igual cifra de detenidos que se reportan.
La confederación indígena ha denunciado el uso de la fuerza policial y militar en el enfrentamiento a las marchas y paros, detenciones arbitrarias, y exige se investiguen las violaciones cometidas contra los movilizados y que se respete el derecho a la resistencia.
La protesta social se esté enfrentando de la misma manera en que el ejecutivo pretende detener la violencia de grupos delincuenciales ligados al narcotráfico: exterminarlos fue una promesa principal de sus campañas que, por añadidura y para colmo de inconformidades, tampoco ha podido materializar.
Ello ha provocado que en las manifestaciones y marchas se enarbolen nuevas consignas: «No somos terroristas, somos pueblo organizado». «Somos resistencia».
La movilización indígena rechaza también la calificacion de terrorista que les ha dado Noboa. Foto: Expreso.
Carpeta gruesa… y EE. UU.
La adhesión de otros actores sociales al paro de la Conaie ha conformado un grueso dossier de demandas que el ejecutivo se niega a atender, y donde ya asoman peticiones de renuncia presidencial.
A la solicitud indígena de que se derogue la ley que eliminó el subsidio gubernamental al diésel y, por tanto, aumentó los precios de los combustibles con el consiguiente incremento del costo de la vida, se ha sumado el viejo reclamo de que se suspenda la política extractivista en el campo de la minería, lo que afecta los territorios de campesinos e indígenas; la protección ambiental, y atención a los descuidados sectores de la salud y la educación.
Por si fuera poco, al quehacer neoliberal del Gobierno ecuatoriano se suma su aplauso y adhesión a las estrategias militaristas y hegemónicas del presidente estadounidense Donald Trump lo que, además de comprometer la seguridad del país lejos de defenderla --como se pretende hacer ver--, pone en riesgo la integridad de la región latinoamericana y caribeña en un momento en que Washington amenaza la paz proclamada por ella.
Esto añade pesares y rechazos a un país donde, hasta ahora, el “apego” a las políticas de Estados Unidos no había sido tan notorio en los tiempos recientes. Igual que Trump, Noboa califica y trata a los manifestantes como «terroristas».
La insistencia del mandatario ecuatoriano en legalizar la apertura de nuevas bases militares estadounidenses mediante un referendo constituye otro motivo de rechazo, aunque se sabe que los uniformados del Pentágono ya tienen «licencia» para alegados ejercicios conjuntos y asesoría, lo que les permite estar en el territorio nacional.
Desde 2024, en su primer periodo presidencial, Noboa ratificó dos acuerdos con Washington relativos a la cooperación en seguridad, cuya confirmación estaba pendiente desde los tiempos de Lasso, y que abrieron paso a los halcones del Pentágono para ejecutar operaciones militares conjuntas en el declarado propósito de combatir la delincuencia organizada y la inseguridad.
De esa forma, los marines están autorizados a «asistir» a sus colegas ecuatorianos en los ámbitos marítimo, terrestre y aéreo en contra de la delincuencia trasnacional, el narcotráfico, el terrorismo y otras amenazas, relató en su momento la publicación digital Primicias.
Ahora se pretende legalizar la reapertura de bases extranjeras en territorio ecuatoriano, prohibida por laConstitución de 2008, que fue aprobada por el pueblo durante la gestión de Correa.
Para ello, el ejecutivo convoca a votar el 16 de noviembre para pronunciarse por cuatro aspectos contenidos en un referendo constitucional y una consulta popular que se realizarán al unísono.
Las preguntas más trascendentes están referidas a la eliminación del artículo de la Carta Magna que prohíbe las bases militares extranjeras, así como se propondrá la reducción de curules de la Asamblea Nacional.
La consulta, en tanto,indagará acerca de la convocatoria a una Constituyente que redacte una nueva Ley de leyes.
Ese intento de dar darle visos de legitimidad a una política demasiado complaciente con Estados Unidos que, en definitiva, ya está en marcha, será en verdad un plebiscito para palpar el respaldo general a un mandatario que no ha cumplido sus promesas de devolver la tranquilidad al país, y empeñado en combatir la delincuencia y el reclamo social de la misma forma.
Pero, para llegar allí, Noboa deberá transitar exitosamente el escabroso terreno de exigencias y repulsa social que su mandato atraviesa.