Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La vida no sigue igual

Autor:

Juana Carrasco Martín

Los dos expusieron largamente sus razones para justificar la presencia ocupante en Iraq. Uno, desde el ángulo militar —el general David Petraeus—, el otro, en su aspecto político —el embajador Ryan Crocker—, dejaron a un lado lo que piensan y sienten en carne propia los iraquíes, cuando informaron este lunes, ante los comités de Asuntos Exteriores y Servicios Armados de la Cámara de Estados Unidos sobre la situación en el país árabe. Ambos describieron un panorama alejado de la realidad cotidiana, pero bueno para insuflar optimismo entre «duros» e «ingenuos» que quisieron oírles.

Según el jefe de las fuerzas en Iraq, desde que en enero se incrementó la presencia militar estadounidense a 160 000 efectivos, «se vio una mejora en el ambiente de seguridad», a lo que añadió, como parte de la táctica de desconocer a la resistencia y darle visos de terrorista a todo el que se enfrenta a la ocupación: «Al-Qaeda no está derrotada, pero sí está desequilibrada».

Mientras decía esto, las agencias noticiosas reportaban desde Bagdad que siete soldados de EE.UU. murieron y otros 11 resultaron heridos en un «accidente» con su vehículo, en el que también murieron dos iraquíes «sospechosos» que eran trasladados por esa fuerza; un octavo soldado murió también este lunes al volcar su vehículo e incendiarse en el este de la capital y otro militar falleció el domingo de las heridas recibidas al ser alcanzada su patrulla por un cohete en Kirkuk...

No extraña que Petraeus tuviera que enfrentarse a los ásperos comentarios de manifestantes opuestos a la guerra. «Diga la verdad», le gritaron en el salón. El congresista Ike Skelton, del comité de Servicios Armados, dijo lo mismo, aunque en otro tono: «Por favor, díganos por qué debemos continuar enviando a nuestros hombres y mujeres jóvenes a combatir y morir si los iraquíes no hacen los suficientes sacrificios que lleven a la reconciliación... ¿estamos cabalgando en un caballo muerto?»

Al unísono de la audiencia en Washington, en Bagdad se conocían los resultados de una encuesta de las cadenas ABC News, BBC y NHK: el 61 por ciento de los iraquíes expresó que sus vidas han empeorado y un 56 por ciento dijo que el mayor problema de su país es la seguridad —bueno, se referían en verdad a la inseguridad.

He ahí los logros ciertos de la política imperial de George W. Bush. Así que para garantizar su permanencia también se conocía este lunes que el mando militar estadounidense en Iraq construirá otra base para sus tropas en la provincia central de Wasit, cerca de la frontera con Irán, para ser utilizada «mientras sea necesaria». Una medida de represión que les sirve para echarles la culpa a otros del fuego que fue encendido con una invasión por petróleo y dominio regional.

Así que esta Casa Blanca se mantiene en sus trece y nada dispuesta a salir de su mortal embrollo. Una retirada prematura, dijo el general Petraeus, «podría tener consecuencias devastadoras», pero todos saben que la demolición llegó y se instaló desde marzo de 2003 con la guerra made in USA.

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