Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Siesta, qué fantástica fantástica la siesta!

Autor:

JAPE

Al parodiar este conocido estribillo musical, no solo quiero evocar la memoria de la recién desaparecida bailarina y cantante Rafaela Carrá, quien hiciera del tema Fiesta un himno de alegría internacional. Uso esta frase para caer en el tema que en esta ocasión quiero abordar porque sé que muchos desean saber sobre algo que ha ido ocupando un tiempo importante en nuestras vidas.

La inevitable permanencia en nuestras casas a causa de la pandemia nos ha permitido probar, comprobar y hasta cogerle el gusto a algo que antes de la COVID pocos cubanos disfrutábamos: la siesta.

Sí, ese pestañazo que debíamos acometer después de almorzar, y que el cuerpo pide a gritos porque es el horario en que nuestro ritmo cardiaco sufre una caída.

En el caso de la mayoría de los cubanos, no estamos acostumbrados a tomar ese «diez», pues la conocida hora de almuerzo (que supuestamente incluye comer algo y descansar) casi siempre la tomamos para resolver algún problema pendiente o simplemente se nos va en largas colas en el comedor de la empresa, aunque solo haya arroz y chícharo.

Otro por ciento considerable rechaza la siesta porque «¡eso engorda demasiado!». En realidad, lo que engorda de manera exorbitante son los dos platos de comida y dulce que almorzaste, incluyendo pan y refresco milordo. (Si no saben qué es milordo, consulten al profe de Semiótica Mario Masvidal, en X distante).

Para que usted sepa, la siesta, además de ser muy sabrosa, tiene carácter profiláctico y medicinal. Así lo afirman los que de verdad saben.

Previene las cardiopatías, pues ayuda a disminuir en más de un 30 por ciento el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Y reduce la tensión arterial y el ritmo cardiaco luego de una larga mañana de excesivo trabajo y tensión sicológica.

El descanso tras el almuerzo aumenta la productividad de los trabajadores y el rendimiento escolar de los niños. Aumenta la concentración debido a que durante este pequeño sueño los recuerdos recientes se transfieren del hipocampo al neocórtex, nuestro disco duro, donde se consolidan los recuerdos a largo plazo.

La siesta aumenta la creatividad o, al menos, estimula la actividad de la zona del cerebro (el hemisferio derecho) que se asocia con esta capacidad. También fomenta la positividad y mejora los reflejos y el estado de ánimo, ya que dormir inunda nuestro cerebro de serotonina, lo que nos proporciona una sensación de satisfacción y bienestar.

No crea que la siesta es un invento de los vagos. El ser humano es uno de los pocos animales que duerme una sola vez al día. La siesta es una buena costumbre que practicaba el hombre primitivo y dejó de hacerlo para adaptarse a ritmos de vida cada vez más rápidos que han ido en detrimento de su salud y bienestar.

Además de las antes mencionadas, son muchas las ventajas que nos proporciona tener una reparadora siesta. Así lo han demostrado múltiples investigaciones científicas. Por eso, yo no sé usted, pero yo, en cuanto termine de escribir esto, me voy a dormir...

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