Me contaron que en 7ma. y 62, en el municipio capitalino de Playa, el pasado lunes 1ro. de septiembre, los que por allí pasaron en horas tempranas de la mañana, fueron testigos de una escena loable, digna de repetirse para el bienestar social.
Agentes de la Dirección Nacional de Tránsito allí estaban para salvaguardar el desplazamiento de los estudiantes a las escuelas cercanas, y orientar a los choferes en su paso por esa y otras zonas en las que algún centro docente podría hallarse.
Conocemos quienes manejamos y, también, los transeúntes que las señales del tránsito deben respetarse y aquella que advierte de la existencia de una escuela cerca, es una de las que más sensibilidad despierta porque todos tenemos un niño o niña en la familia que debe ser cuidado en su paso por la vía.
Sin embargo, reforzar las precauciones es imprescindible y este hecho demuestra que siempre se puede ir dos pasos por delante. No solo se dedicaron a custodiar el traslado de los pioneros y sus padres, sino que, además, le entregaron a cada chofer un papel con indicaciones establecidas y consejos para su circulación en la vía, sobre todo ahora que el curso escolar comenzó y abundarán estudiantes de todos los niveles de enseñanza en la calle en diferentes horarios. Por cierto, a los educandos también se les recordaba que debían caminar por la acera y mantenerse alerta.
La cultura vial debe incentivarse en todos los ciudadanos, y tengo entendido que en las escuelas se incluyen contenidos relacionados en algunas asignaturas con el objetivo de que los niños y niñas ganen en conocimiento sobre el correcto actuar en la vía por su parte y por parte de quienes conducen.
Mucho de lo que aprendí en aquellos tiempos de mi niñez se lo debo a quienes nos guiaban en el círculo de interés afín en el Palacio Central de Pioneros Ernesto Che Guevara, lo que demuestra que ese tipo de iniciativa es eficaz.
No obstante, es digno de reconocimiento lo que hicieron esos oficiales que, quizá, también se pudo ver en otras intersecciones de la capital o en ciudades de otras provincias.
Era el primer día del curso y había que propiciar la toma de conciencia. Probablemente lo repitan, y espero que así sea, en otros momentos del año o que sea una práctica habitual, porque no son pocos los que, con su licencia aprobada incluso, cometen nefastas imprudencias.
Ya sabemos que las estadísticas no son fríos números sino la punta del iceberg que oculta, debajo, el sufrimiento de familiares y amigos.
Evitemos accidentes desde cualquiera de nuestros roles en la vía pública y aplaudamos el actuar de quienes, responsablemente, están ahí para recordarnos que todos podemos ser parte del despertar feliz de cada día.