Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Camino y marca de un pueblo

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

Cada 7 de diciembre Cuba vive un día para la Patria; una jornada en la que el tributo es acicate y reverencia al espíritu batallador y la hidalguía del pueblo cubano.

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con su mirada visionaria, lo calificó como «un día de recordación para todos los que dieron su vida no solo en defensa de la Patria, sino también de la humanidad».

Y es que ciertamente el séptimo día del último mes del año parece destinado por la historia y el calendario para juntar coincidencias, simbolismo y continuidad.

Devoción y desprendimiento había en el ánimo de Antonio Maceo Grajales, cuando en la tarde del 7 de diciembre de 1896, aun sintiéndose enfermo desde días antes, calzó sus botas, ensilló el caballo, dispuso el revólver, el machete y respondió como de costumbre al grito: «Fuego en San Pedro».

«Esto va bien…», dicen que fueron sus últimas palabras en los potreros de San Pedro de Punta Brava, cuando tras erguirse para ordenar cortar una cerca de alambres, una bala española cercenó su carótida izquierda.

Dos o tres segundos después, se tambaleó en el caballo, soltó las riendas, el machete se desprendió de su mano y se desplomó.

El cadáver quedó bajo el fuego español, recrudecido, como si entendieran que algo grande acababa de pasar; entonces se irguió la lealtad incondicional de su ayudante, el joven Panchito Gómez Toro. No podemos abandonar al General en manos enemigas, repetía y partió desde el campamento, donde le retenía una herida en el hombro, dispuesto a rescatar su cuerpo, hasta que una bala enemiga lo derribó sobre el jefe y un práctico español lo remató con un arma blanca.

Así caía en combate contra el colonialismo español el General Antonio, el caudillo que dominó el este de Cuba en las campañas mambisas, el de la temeridad y los sonados éxitos combativos, el de las 30 heridas en su cuerpo —según los estudios más recientes—; el héroe que salvó la dignidad de Cuba en Baraguá, y de paso nos legó la intransigencia como uno de nuestros valores más sagrados; el combatiente al que José Martí calificó
«…como uno de los hombres más lúcidos y útiles de Cuba…».

Desde aquella jornada aciaga, hace 129 años, el Titán de Bronce, «…fiero como un león y sagaz como un diplomático…», al decir del general Francisco Sánchez, es inspiración perenne al arrojo de quienes habitamos este archipiélago rebelde.

Exactamente 38 años después, el 7 de diciembre de 1934, el Santiago heroico vería nacer a otro de sus hijos entrañables: Frank País García, el muchacho de hablar pausado y madurez temprana, con impresionantes cualidades de líder, que se convirtió en maestro y disfrutaba como nadie «preparar un curso de Historia de Cuba»; el jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio, que con escasos 22 años se convirtió en el hombre más buscado por la tiranía.

Al igual que al Titán, una educación familiar de rigor y ternura, le convertirían en el joven sensible, recto y de principios que Fidel calificó como «el más limpio y capaz de nuestros combatientes…», el que comandaba el llano desde el clandestinaje y el apoyo a la Sierra, quien antes de que la saña batistiana acribillara sus sueños había dicho: «… cuando quede un solo cubano que crea en la Revolución, ese seré yo».

Más allá de una fecha en el calendario, a Maceo y Frank los unió el coraje, el amor a su tierra, el patriotismo que disponían en la más noble de las causas.

El ejemplo y convicción de Maceo y Frank encontraron otra vez renovación el 7 de diciembre de 1989, la fecha en que arropados por la admiración de su pueblo regresaron a la Patria los restos de 2 289 cubanos caídos en tierras africanas, cumpliendo con la sentencia martiana de que Patria es humanidad; sintetizando la certeza de Fidel de que ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad.

En lo que hace 36 años Cuba conoció como la Operación Tributo, simultáneamente se le dio sepultura en su tierra a miles de combatientes que como diría Fidel: «… murieron luchando contra el colonialismo y el neocolonialismo (…) por el derecho al bienestar y al desarrollo de todos los pueblos (…) por las ideas de Martí y de Maceo (…), por la patria revolucionaria y digna que es hoy Cuba». Su entrega, aún sigue convocándonos.

Otro 7 de diciembre, en 1993, fue fundada la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, nacida para la defensa de la obra cimentada por todas las generaciones de patriotas que nos han antecedido. Y otra vez la hazaña gloriosa fue (es) camino y marca de un pueblo que, como ayer en la manigua, el clandestinaje o las misiones internacionalistas, batallan hoy contra carencias y presiones de un imperio desafiado por nuestro ejemplo.

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.