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La «cara del no»

Científicos dicen haber encontrado evidencia de que las expresiones faciales que utilizamos para comunicar un juicio moral negativo se han transformado en una parte única y universal del lenguaje

Autor:

Patricia Cáceres

Sin importar raza, idioma o la educación recibida, la expresión siempre será la misma cuando queramos transmitir sentimientos negativos. Entonces tres movimientos se dibujarán en nuestro rostro: ceño fruncido, labios apretados y barbilla levantada.

Ello lo asegura un estudio publicado en la revista Cogniticion, que ha bautizado este fenómeno como la «cara del no», una expresión facial que —dicen— es de carácter universal.

La investigación revela que nuestros músculos se contraen al mismo ritmo con el que hablamos o utilizamos los signos en una frase, como si fuera parte de nuestro lenguaje.

«Hasta donde sabemos, esta es la primera evidencia de que las expresiones faciales que utilizamos para comunicar un juicio moral negativo se han transformado en una parte única y universal del lenguaje», expresó Aleix Martínez, científico cognitivo y profesor en la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos.

Al decir de Martínez, Charles Darwin creía que la habilidad de comunicar peligro o agresión era clave para la supervivencia humana mucho antes de desarrollar la habilidad de hablar. Basándose en esta idea, los científicos pensaron que, en el caso de que existiese una expresión facial universal que significase emoción, sería más fácil de identificar aquella que mostrase descontento o desaprobación.

Como parte del proyecto se filmaron y fotografiaron 158 universitarios, mientras sostenían una conversación en su lengua nativa con una persona detrás de la cámara. Los voluntarios pertenecían a cuatro grupos, elegidos por representar una amplia variedad de estructuras gramaticales: inglés, español, chino mandarín y el lenguaje de signos americano (que combina gestos de la mano, la cabeza y movimientos del cuerpo para comunicar frases o palabras individuales).

El objetivo del ejercicio —explicaron los responsables— era demostrar que, independientemente del idioma, existe una cara del no idéntica para todos, la cual combina tres expresiones faciales básicas usadas para indicar desagrado moral: la ira, el asco y el desprecio.

Los científicos revisaron las imágenes de los músculos de las caras en movimiento y mediante algoritmos informáticos buscaron elementos comunes entre ellas. Mientras, a los estudiantes se les pedía responder a cuestiones como qué les parecería si aumentaran las tasas universitarias. Inequívocamente, todos mostraron las cejas fruncidas (ira) en combinación con la barbilla levantada (asco) y los labios apretados (desafío).

Los científicos razonaron que si el marcador gramatical de la negación es universal, entonces todos los participantes en el estudio harían expresiones faciales similares al utilizarlo. Todos deberían poner la misma «cara de no» al tiempo que realizaban un discurso hablado o gestual negativo. En efecto, así sucedió.

21 expresiones faciales

Hace algún tiempo Martínez y su equipo habían utilizado algoritmos para identificar expresiones emocionales distintivas, incluidas aquellas complejas que son combinaciones de emociones más básicas. Por ejemplo, «feliz» y «disgustado» pueden ser combinadas en «felizmente disgustado», una cara que podríamos poner cuando vemos una comedia con una escena burda en la tele o cuando un bebé adorable hace de las suyas en el pañal.

Hasta ese entonces los científicos cognitivos habían limitado sus estudios a seis emociones básicas: felicidad, tristeza, miedo, sorpresa, enfado y asco, cuyas expresiones faciales se consideraban evidentes.

El equipo se propuso, entonces, ampliar las categorías emocionales que puedan ser medidas por un modelo computacional y aplicarlas en un estudio científico riguroso.

Con su sistema, las computadoras registraron 21 expresiones faciales, incluso para distintas emociones complejas o aparentemente contradictorias como estar «felizmente disgustado» o «tristemente enfadado».

Según explicaron los investigadores en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), fueron capaces de triplicar el número de expresiones faciales documentadas que ahora pueden utilizar para el análisis cognitivo.

«Hemos ido más allá de las expresiones faciales de las emociones sencillas como feliz o triste. Hemos encontrado una fuerte coherencia en cómo las personas mueven sus músculos faciales para expresar categorías de emociones», explica Aleix Martínez, científico en la Universidad de Ohio. «Es simplemente impresionante. Esto nos dice que estas 21 emociones se expresan de la misma manera en casi todo el mundo, al menos en nuestra cultura», subraya.

Para crear su sistema, los investigadores fotografiaron a 230 voluntarios (130 mujeres y 100 hombres), en su mayoría estudiantes universitarios, para que pusieran caras en respuesta a frases como «usted acaba de recibir una gran noticia inesperada» (felizmente sorprendido), o «huele mal» (asqueado).

En las 5 000 imágenes resultantes —refiere PNAS— observaron cuidadosamente puntos destacados para los músculos faciales, como las esquinas de la boca o el borde exterior de la ceja. Utilizaron una herramienta denominada Facial Action Coding System (FACS), que resulta estándar en el análisis del lenguaje corporal.

Registraron los datos de FACS de las similitudes y diferencias en las expresiones, y encontraron 21 emociones: las seis básicas y las que existen como combinaciones de esas emociones, como «felizmente sorprendido» o «tristemente enfadado». Los investigadores denominan a estas combinaciones como «emociones compuestas». Mientras que «felizmente sorprendido» puede considerarse la expresión para recibir una buena noticia inesperada, «tristemente enojado» podría ser la cara que ponemos cuando alguien que nos importa nos hace enfadar.

El equipo de expertos considera que su modelo permitirá crear un mapa de las emociones en el cerebro con más precisión que nunca, y podría ser útil en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales como el autismo y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

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