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¿Ilusionismo de la prehistoria?

¿Por qué a veces se llega a rechazar a personas por el modo en que lucen o su acento al hablar? ¿De dónde nace la creencia de que los hombres sean mejores en ciencias que las mujeres? Dos investigaciones recientes se acercan a los mecanismos cerebrales y sicosociales detrás de prejuicios y estereotipos

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Detrás de descubrimientos e investigaciones aisladas suele haber, como en toda área del conocimiento o la cultura, tendencias, fenómenos contextuales que influencian o motivan. Tal vez por eso desde que en Estados Unidos asomara su cabeza al mundo político el millonario Donald Trump, el sector científico viene librando una batalla humilde y contundente, que hay que leer entre líneas. Si Meryl Streep ha dado su discurso antiTrump y Lady Gaga ha hecho sus performances en galas y campañas, tras los proyectos de hombres y mujeres de ciencia se huele un aroma militante. Pero eso sí, respaldada siempre de un espíritu de objetividad y academicismo que es, en principio, el alma del conocimiento.

Por ese camino, más que un tuit popular o un discurso en escenarios, son numerosos los científicos que apuestan a responder a la intolerancia y la política del miedo con la reacción más contundente: es la pelea de la verdad científica contra la exclusión.

¿Cosas de chicos?

Un estudio ha revelado que las niñas norteamericanas de seis años piensan erróneamente que la «brillantez» o inteligencia es «cosa de chicos». El estudio, basado en muestras poblacionales de Estados Unidos, también reveló que las niñas investigadas, a diferencia de los varones, no creen que entre sus habilidades innatas estén la capacidad de obtener buenas notas en la escuela.

Andrei Cimpian, uno de los autores de la investigación de la Universidad de Nueva York, ha dicho que el trabajo demuestra cómo incluso los niños pequeños absorben y son influenciados por estereotipos aprendidos, como la idea de que la brillantez y el talento son más comunes entre hombres.

«Puesto que esas ideas están presentes a tan temprana edad, tienen tanto tiempo de afectar las trayectorias educacionales de niños y niñas», expresó Cimpian, citado por el diario británico The Guardian.

Publicado en la revista Science, el trabajo revela que investigadores de tres universidades de Estados Unidos realizaron el estudio con 400 niños, de los que 200 eran niñas, con el fin de probar cómo se comporta la influencia de los estereotipos en la noción de inteligencia y habilidad de los infantes.

En una primera prueba, un grupo de 96 niños y niñas entre los cinco, seis y siete años, escucharon la lectura de una historia sobre una persona muy inteligente y se les preguntó cuál sería el género de ese personaje. Luego tuvieron que elegir entre imágenes de adultos, quién creían que sería el más inteligente.

Finalmente, los pequeños tuvieron que enlazar a las figuras femeninas o masculinas a etiquetas como «es inteligente». Los resultados arrojaron que, hasta los cinco años, las niñas y niños tienen una percepción similar y más lógica y justa de las habilidades sin distinción de género, mientras a partir de los seis ya las influencias de estereotipos adquiridos comienzan a viciar su percepción.

Christia Spears Brown, profesora de Sicología de la Universidad de Kentucky y autora del libro Paternidad más allá del azul y el rosado, cree que la investigación encaja en su trabajo previo, donde halló que los padres y maestros atribuyen buenas notas en Matemáticas a las niñas si estas se esfuerzan mucho, mientras consideran que los niños las pueden obtener con su habilidad natural.

«Este estudio, señala, demuestra que las niñas están internalizando esos mensajes culturales muy temprano en su desarrollo, cuando llegan a creer que no son naturalmente inteligentes. Y muestra por qué muchas chicas optan por estudios superiores alejados de carreras como la Física, por ejemplo».

La prehistoria en el siglo XXI

Por el mismo camino de combatir prejuicios llega un nuevo concepto científico, acunado esta vez por la académica de origen mexicano y profesora de neurobiología Lydia Villa Komaroff: la noción del «prejuicio implícito». Tras evidenciar que muchas universidades norteamericanas estaban desdeñando talento que existía en comunidades como la latina o afroamericana, esta académica dirigió sus estudios hacia tal problemática, con vistas a desentrañar las raíces sutiles que marcan esas decisiones institucionales. Sin embargo, las implicaciones de sus descubrimientos llegan a todo individuo humano.

Todos conocemos sin duda lo que es un prejuicio, un concepto ya explicado por la sicología. Elaborar una opinión de algo o alguien, sin tener suficientes elementos previos que argumenten dicha percepción. Sin embargo, en ocasiones, o en la inmensa mayoría de las veces que se trata el tema intolerancia o prejuicio, se suele desconocer contra lo que se lucha y, por ello, cómo superarlo del mejor modo, con educación en lugar de censura.

Lydia Villa Komaroff, quien es considerada actualmente como una de las mujeres más respetadas del mundo científico, ha defendido en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), en Boston (EE. UU.), el concepto de «prejuicio implícito», basado en sus largos estudios en esta área.

Resulta que el cerebro humano posee inherentemente una reacción natural de temor ante lo distinto.

O sea, el cerebro, en un intento por aprehender el conocimiento pleno de la realidad, trata de compensar su falta de información con una especie de atajo, una ilusión de conocimiento que no es real, resultante de suponer que lo distinto simplemente, y antes de experimentarlo, es amenazante, como ha explicado para el diario The Independent.

La sicología evolutiva explica el surgimiento de ese mecanismo implícito. Puesto que el ser humano prehistórico debía luchar por subsistir en un mundo lleno de potenciales amenazas, como los depredadores u otros grupos que aspiraban a asentarse en los mejores terrenos y luchar por el alimento, el cerebro parece haber desarrollado este mecanismo por el cual, como una especie de «ilusión óptica» en palabras de la académica, el hombre cree conocer al otro sin realmente saberlo. En base a tal ilusión, reacciona con cierto recelo o temor ante lo diferente.

Tal mecanismo «ilusorio» es propio de todo ser humano. De ahí que no solo un hombre blanco pueda percibir como amenazante a otro hombre asiático o negro o a una mujer, sino que también, puesto que es una reacción cerebral básica y no limitada a un grupo específico, ese hombre negro o asiático o esa mujer también tiene como primera respuesta cognitiva un ligero sentimiento de estar amenazado ante «el otro», «el diferente».

De este modo, se reafirma que actitudes de intolerancia como el racismo y el sexismo son una derivación del mal encauzamiento de la reacción básica humana hacia la diferencia: el temor. O sea, los prejuicios sociales están basados en dejarse llevar por una «ilusión» totalmente subjetiva, que no se ha aprendido a aceptar y educar.

Universidades norteamericanas han acogido el concepto de la académica mexicana para desarrollar tests como el que ha aplicado la prestigiosa Harvard, con el fin de determinar cuánto una persona se deja llevar por prejuicio implícito. Además, se han concebido nuevas políticas de acceso a diferentes centros universitarios, al reconocer que los niveles de explotación del talento científico han estado sesgados por este tipo de mecanismos.

De origen mexicano, VillaKomaroff fue una de las fundadoras de la Society for Advancement of Chicanos and Native Americans in Science (SACNAS).

Su voz, en cuanto a desentrañar las bases neurobiológicas del prejuicio racial o sexual, no es casualidad, se inscribe en un contexto político norteamericano que ha motivado a la academia a combatir la amenaza real de la intolerancia con investigaciones y teorías que refuerzan las ideas de la equidad.

Tips de la sicología para superar la intolerancia a nivel individual

-Primero y primordial, ser conscientes y asumir que prejuzgamos como una salida fácil y rápida de nuestro cerebro.

-Tomarse el tiempo para conocer al otro. Borra todos los pensamientos previos que puedas haber generado. No importa lo que hayas escuchado. Asume la incertidumbre de que no conoces y no sabes. Será asombroso el resultado.

-Si tienes dudas, si crees algo y no sabes si es así, pregunta. Es mejor preguntar que asumir una realidad inexistente.

-Y por último, elije respetar.

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