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Hitos de la ciencia en 2022 (Parte I)

Repasamos lo mejor de los avances de este calendario, según la tradicional selección de Science

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Ya es una entusiasta costumbre esperar, cuando llega diciembre, la lista de hitos anuales de la revista Science. Y no es que no sepamos que cualquier lista le queda pequeña a la realidad, pero también sabemos que asomarse a una ventanita de algunos de los mejores logros científicos del año es siempre alentador y necesario.

Repasemos algunos de los alegrones científicos que nos dejó 2022.

El Webb es el gran rey

Nos asombraría encontrar alguna selección que no sitúe en primer escalón al asombroso observatorio espacial más grande de la historia, James Webb, y las innumerables áreas de estudio que sus primeras imágenes están abriendo en tiempo récord.

«Después de un bregar de numerosos contratiempos, 20 años de desarrollo, un coste elevado de 10 000 millones de dólares y un peligroso viaje de 1,5 millones de kilómetros al espacio, el nuevo telescopio espacial James Webb (JWST, de la NASA, la ESA y la agencia espacial canadiense) abrió por fin su ojo dorado y nos permitió observar nuestro universo». Así ha descrito la famosa revista científica su elección del hito más importante del año.

El James Webb, en efecto, ha demostrado con sus primeras imágenes espectaculares que puede captar la luz infrarroja, incluida la emitida por las primeras estrellas y galaxias que comenzaron a existir, y al poco tiempo de entrar en funcionamiento a finales de junio de 2022 se comenzaron a descubrir miles de nuevas galaxias, más distantes y antiguas que cualesquiera de las documentadas antes.

Es un hito en crecimiento seguro, con cada nueva imagen abriendo puertas a nuevas investigaciones y campos de estudio.

Una bacteria gigante

El descubrimiento de la bacteria más grande del mundo ha ocupado el segundo sitio en la lista de Science, por discutible que pueda ser la elección. El argumento es que el hallazgo de una bacteria visible a simple vista, que podría alcanzar hasta un centímetro de longitud, ha sacudido la biología este año.

Se supone que los microbios son microscópicos, detalla la revista, pero Thiomargarita magnifica puede ser 5 000 veces más grande que muchas células bacterianas.

Su primer avistamiento se registró en hojas en descomposición en un manglar de la isla caribeña de Guadalupe, en las Antillas francesas.

Lo habitual en una célula bacteriana es que su ADN flote libremente en el citoplasma, pero en T. magnifica está en compartimentos llamados pepins unidos a la membrana, una innovación característica de células más complejas.

La presencia de estas pepitas, junto al descomunal tamaño de dichas bacterias, hace replantear principios básicos en las ciencias biológicas.

Arroz contra la inseguridad alimentaria

La necesidad de siembras específicas para cada temporada sigue siendo un problema en medio de un contexto de inseguridad alimentaria como el actual. Supone mucho trabajo y puede contribuir a problemas medioambientales, como la erosión del suelo, pero este año, investigadores chinos han dado luz verde a un tipo de arroz perenne, que sobrevive y produce año tras año.

El llamado arroz perenne 23 (PR23) se creó hace años cruzando arroz asiático comercial con otro silvestre perenne que crece en África, y durante dos décadas se ha ido refinando su calidad.

Finalmente, en 2018, los investigadores de la Universidad de Yunnan y otras instituciones facilitaron esta nueva variedad a los agricultores de China, alistándolos en un experimento a gran escala. El PR23 produjo la misma cantidad de grano que el arroz normal de siembra estacional, según informaron en noviembre en la revista Nature Sustainability. Con tales resultados, se tiene la esperanza puesta en este tipo de cultivos.

La peste negra y el ADN que la revela

La epidemia de peste negra que acabó con la vida de entre un tercio y la mitad de los habitantes de Europa hace 700 años ha emergido a la vista de los investigadores actuales en restos de ADN en los huesos de más de 500 personas enterradas antes, durante y después de esta peste en Londres y Dinamarca.

Según publicó en Nature un grupo de investigadores, los supervivientes a la epidemia tenían muchas más probabilidades de ser portadores de variantes genéticas que potenciaban su respuesta inmunitaria frente a
Yersinia pestis, la bacteria transmitida por las pulgas que causa la peste.

En concreto, descubrieron que tener dos copias de una variante específica del gen ERAP2 estaba fuertemente asociado con la supervivencia a la peste.

Esta variante protectora se encuentra aún hoy en el 45 por ciento de los británicos, y los resultados sugieren que siguió siendo favorecida por la selección natural hasta hace poco. Sin embargo, los autores del estudio descubrieron además que la misma variante también confiere un mayor riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes. En general, el hallazgo da un salto en el estudio médico con muestras de una antigüedad considerable, que pueden revelarnos valiosos datos genéticos de la población actual.

Restos de europeos de la Edad Media mostraron datos de inmunidad en la población actual. Foto: National Geographic

ADN de más de un millón de años

Otro hito relacionado con ADN antiguo ha revolucionado este año la ciencia. Se trata del hallazgo de restos que contienen ADN de unos dos millones de años, aunque durante mucho tiempo se creyó que no fuera posible en la conservación del material genético durante tanto tiempo.

El estudio de esta colección de muestras, publicado en Nature, demuestra además el poder del ADN ambiental para reconstruir mundos pasados: en este caso, se obtuvo información de todo un bosque costero distinto de los actuales que floreció durante un episodio de clima cálido en el extremo norte de Groenlandia.

Los fragmentos de ADN de un total de 41 muestras ricas en materia orgánica de una gruesa capa de sedimentos amontonados en la desembocadura de un fiordo revelaron un frondoso bosque de álamos, tuyas y otras coníferas; gansos negros y cangrejos herradura; y mamíferos como renos, lemmings y mastodontes. El análisis de los genes antiguos ayudará a conocer mejor las especies y sus adaptaciones, e incluso plantear controvertidas propuestas para volverlos a resucitar.

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