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De Twitter a X: lo que Elon se llevó

La red social del pajarito azul forma parte del imaginario cultural moderno. Cambiar este hecho es bien difícil, aunque Elon Musk crea que lo pueda borrar con una sola X

Autor:

Yurisander Guevara

En julio de 2011 un grupo de cubanos se reunió en la céntrica esquina de 23 y 12 con el objetivo de conocerse e intercambiar. Se habían citado a través de Twitter, que comenzaba a calar en una sociedad envuelta en un proceso de informatización a gran escala. Aunque la red social de microblogging todavía no era muy conocida, los «adelantados digitales» de la época que lanzaban mensajes en 140 caracteres tuvieron aquella iniciativa.

Once años después, aquel encuentro al que llamaron «Twitthab», se podrá evocar como uno sucedido mientras Twitter conservaba su nombre, pues desde el 24 de julio la red del pajarito azul pasó a nombrarse X, un cambio que no solo es de denominación, tiene otras implicaciones más profundas.

El principio del fin

Desde que el magnate sudafricano Elon Musk compró Twitter el 27 de octubre de 2022 por 44 000 millones de dólares, la red social ha llenado titulares por doquier, y la mayoría de las veces no ha sido por buenos motivos.

Elon generó una tormenta de tal magnitud que ha derivado en el despido masivo de trabajadores, cambios en la política de interacción con los usuarios, destierro de personalidades de la red social y la restitución de la cuenta del expresidente estadounidense Donald Trump, cancelada luego del asalto al Congreso en Washington el 6 enero de 2021.

Twitter también introdujo otros cambios que comenzaron a alejarla de su tradicional formato de microblogging. Con la puesta en marcha de Twitter Blue, la suscripción de pago que permite que los usuarios tengan un monograma azul en sus cuentas como «verificados», aunque la verificación en sí no se haga, permite tuitear textos largos o subir videos que duran horas. Para un usuario regular, los tuits se limitan a 280 caracteres y los videos son de 1:30 minutos.

Al mismo tiempo, los despidos masivos provocaron que la moderación de contenidos se hiciera más laxa, y ha sido reportada en varias ocasiones la proliferación de discursos de odio hacia minorías y un empoderamiento de cuentas alineadas con la extrema derecha.

En ese estado de cosas, el domingo 23 de julio Elon Musk empezó uno de sus maratones tuiteros, en el que dio a conocer que Twitter cambiaría de nombre. Comenzó con un tuit que decía: «pronto nos despediremos de la marca de Twitter y, gradualmente, de todos los pájaros», seguido de un segundo tuit que agregaba que «si se publica un logotipo X lo suficientemente bueno esta noche, lo haremos funcionar en todo el mundo mañana».

Durante las siguientes horas, Musk señaló el cambio entre otras publicaciones y respuestas, tuiteando cosas como «Deus X» o respondiendo a otros usuarios que hablaban al respecto. En un momento, se unió a una sesión de Twitter Spaces llamada «Nadie habla hasta que convoquemos a Elon Musk» y se sentó en silencio durante casi una hora antes de confirmar que cambiaría el logotipo de Twitter, a lo que agregó: «Estamos eliminando el logotipo de Twitter del edificio con sopletes». Se refería a la sede principal de la empresa en la ciudad de San Francisco.

Lo siguiente fue que posteó el logo de una X, enviado por un usuario nombrado Sawyer Merrit, y es este «logo interino» el que se puede apreciar en la actualidad cuando se accede a la red social desde la web, pues la aplicación todavía conserva, hasta el momento de redactar estas líneas, el icónico pajarito azul.

En Threads, la nueva red social de Meta, la editora de Platformer, Zoe Schiffer, reportó que Musk también habría enviado un correo electrónico a los empleados de Twitter diciéndoles que la compañía se convertiría en X, y que era la última vez que enviaría un mensaje desde una dirección de Twitter. Schiffer agregó que asumía que Musk estaba hablando del logotipo, pues ya Twitter, como empresa, había sido renombrado previamente a X Corp.

Si bien algunos fanáticos de Musk aplauden el cambio —o cualquier cosa que haga el hombre—, los usuarios más veteranos del servicio de mensajería no están particularmente entusiasmados con este drástico y brusco giro de timón.

Matar a un monarca

El ave que inspiró el famoso logo de Twitter es real, se llama monarca nuquinegro y es de origen asiático, según National Geographic. Su forma pequeña y redondeada y el característico tono azul de su plumaje lo convirtieron en la musa para el logo de la marca cuando este se modificó en 2012. 

El logotipo del pájaro de Twitter fue creado por Martin Grasser junto con Todd Waterbury y Angy Che. El diseño final fue una de las 24 posibles opciones presentadas a Jack Dorsey, según The Verge. Grasser declaró previamente a Fast Company que Dorsey lo eligió casi de inmediato.

El logotipo en sí se construyó a partir de 15 círculos superpuestos, lo que, según Grasser, ayuda con su legibilidad. «Con un logo, algo tan pequeño, quieres formas repetitivas», dijo Grasser a Fast Company. «Hace que sea más fácil de entender para el ojo humano y está menos abarrotado». Los círculos también estaban destinados a simbolizar el objetivo de Twitter de democratizar la información y dar voz a todos, aunque esto último sea cuestionable.

El pajarito azul digital fue diseñado para ser simple, equilibrado y legible en tamaños muy pequeños, casi como una «e». Queríamos un pájaro nuevo, dijo en un hilo Grasser, y debería ser tan bueno como el logotipo de Apple y Nike. Twitter había hecho una especie de ganso volador, pero Jack quería algo más simple, apuntó.

 

El icónico pájaro azul de Twitter se diseñó a base de círculos. Foto: @martingrasser/X

«Entonces, comencé a dibujar pájaros. También estaba tratando de capturar sus movimientos. Nos gustó usar círculos para construir nuestros dibujos, sentimos que el pájaro debería tener una neutralidad y simplicidad subyacentes», explicó en esa misma serie de tuits, y ya conocemos el resultado.

El pájaro de Twitter es más que un logotipo. También encaja con el lenguaje utilizado para describir el servicio. El tuit, como vocablo, precedió al logotipo en un par de años, pero los dos se volvieron parte de una misma cosa: Twitter pasó a ser «la aplicación del pájaro» y las publicaciones «tuits» que se escribían tocando el ícono de una pluma.

Mientras tanto, el nuevo logotipo X es... un carácter Unicode llamado «Mathematical Double-Struck Capital X», también conocido como U+1D54F, y así lo tuiteó Musk. Sin duda, un buen truco, pero una acusación condenatoria de cuán genérica es la nueva visualidad de X Corp.

Una X para dominarlos a todos

Elon Musk tiene fascinación por la letra X. Está presente en toda su vida: SpaceX se llama su compañía que construye cohetes espaciales, uno de los autos Tesla tiene la X en su denominación, su empresa de inteligencia artificial se llama X.AI y en 2020 a uno de sus hijos lo nombró X Æ A-12 —por si le parecía complicado el Yumisisleydis, o incluso el nombre de este redactor, ahora puede pensarlo de nuevo—.

Ahora la X toma por asalto a Twitter, que pasa a nombrarse X Corp. Pero el cambio parece ir mucho más allá del nombre.

Elon Musk quiere convertir Twitter en un banco, algo que ha descrito como una «cuenta del mercado monetario de alto rendimiento» —definición bien gris, por cierto—, en la que se puedan usar tarjetas de débito, cheques y préstamos, según un reporte de noviembre de 2022, tras una reunión con el equipo de la empresa.

Musk abordó el tema de los pagos durante su introducción y dijo creer «que existe esta oportunidad transformadora en los pagos», a lo que agregó que el objetivo es «permitir que los usuarios en Twitter puedan enviar dinero a cualquier parte del mundo al instante y en tiempo real».

¿Cómo será Twitter (X) como servicio de pago? Imagine que cada usuario verificado obtiene un saldo que puede usar para enviar dinero a «cualquier parte del sistema», en palabras de Musk. En teoría, eso podría significar algo así como dar propina a otros usuarios o pagar por contenidos de video, una función que, según se informa, se ha presentado en la empresa.

Para los lugares que no aceptan pagos de Twitter, Musk ha asegurado que el usuario obtendrá una tarjeta de débito vinculada a su saldo e incluso cheques tradicionales si los desea.

«Los pagos realmente son solo intercambio de información», ha razonado Musk, «desde el punto de vista de la información, (no hay) una gran diferencia entre, por ejemplo, enviar un mensaje directo y enviar un pago». Sin embargo, admitió que hay obstáculos legales que superar y que la compañía está buscando obtener una licencia de transmisor de dinero en Washington, según un informe de Platformer.

Vale la pena señalar que existe una gran diferencia entre almacenar información de usuario y dinero. Si su cuenta es pirateada y sus mensajes directos se filtran, podría ser un día bastante malo. Si su banco es pirateado, podría terminar en bancarrota.

Musk no es ajeno a las empresas de alto riesgo: también dirige compañías que venden automóviles y lanzan cohetes, empeños que pueden ser mortales si se hacen mal. Pero Tesla y SpaceX tienen muchas cosas que Twitter (X) no tiene en este momento, como ejecutivos y empleados a cargo de la seguridad, luego de los despidos masivos perpetrados por el magnate.

Si bien es difícil imaginar que el usuario promedio de Twitter realmente quiera usar la plataforma como un banco, la idea no es completamente inesperada. Musk había declarado que quería convertir a Twitter en «X, la aplicación de todo», similar al WeChat de China. «Todo», de hecho, incluye servicios bancarios. Musk también tiene un historial con la banca, ya que ayudó a fundar PayPal, un hecho al que se refirió un empleado cuando preguntó sobre la empresa «embarcándose en un viaje de pagos casi desde cero».

Tras el cambio de nombre a X, la directora ejecutiva de la empresa, Linda Yacarrino, declaró que «nuestro uso (de la aplicación) está en su punto más alto y continuaremos deleitando a toda nuestra comunidad con nuevas experiencias en audio, video, mensajería, pagos, banca, creando un mercado global para ideas, bienes, servicios y oportunidades». Todo en una… equis.

Cuestión cultural

Se necesitaron más de 15 años para ganar tanto capital simbólico en todo el mundo, por lo que perder Twitter como marca es un golpe financiero significativo. Así lo dijo a la revista Time el director de comunicación de marca de la compañía Siegel & Gale, Steve Susi.

Twitter (X) ya ha disminuido significativamente en valor desde que Musk la compró por 44 000 millones en octubre último, por la salida de anunciantes de forma masiva ante sus erráticos comportamientos.

El cambio de logotipo no ha sido bien recibido de manera general por la más antigua comunidad tuitera (o como sea que se le deba llamar ahora a los usuarios de X).

Ahora los analistas y las agencias de marcas califican de error el cambio de nombre del producto. Twitter es una de las marcas de redes sociales más reconocidas, recordó Todd Irwin, fundador de la agencia de marcas Fazer. Las calcomanías de pájaros azules adornan pequeñas empresas y sitios web en todo el mundo, junto con los logotipos de Instagram y Facebook.

La popularidad de Twitter también ha hecho que verbos como «tuitear» y «retuitear» formen parte de la cultura moderna, y se usan regularmente para explicar cómo las celebridades, los políticos y otros se comunican con el público.

X requerirá que la empresa reconstruya esa atracción cultural y el consenso lingüístico desde cero.

El valor de marca de Twitter se estima en alrededor de 4 000 millones de dólares, según la consultora de valoración de marca Brand Finance. La firma valora la marca Facebook en 59 000 millones e Instagram 47 400 millones. La Universidad de Vanderbilt, por su parte, estima que el valor de la marca de Twitter está entre 15 000 millones y 20 000 millones de dólares, comparable a Snapchat.

La valoración de la marca es difícil de determinar y no existe un enfoque único, razón por la cual las estimaciones varían, de acuerdo con Dipanjan Chatterjee, analista de Forrester Research Inc. Pero varios pensadores y agencias coincidieron en que la marca de la compañía ya ha recibido un golpe significativo desde la adquisición de Musk. Brand Finance, por ejemplo, estima que perdió el 32 por ciento de su valor desde el año pasado.

Esto se debe a que «la marca corporativa de Twitter ya está fuertemente entrelazada con la marca personal de Musk, con o sin el nombre X, y gran parte del valor de marca establecido se ha perdido entre los usuarios y anunciantes», a juicio de Jasmine Enberg, analista de Insider Intelligence.

Es «completamente irracional desde el punto de vista comercial y de marca», aseguró por su parte Allen Adamson, cofundador del grupo de consultoría de marketing y marca Metaforce. El cambio de nombre lo consideró una «decisión del ego» por parte de Musk. «Para mí, pasará a la historia como uno de los desmoronamientos más rápidos de un negocio y una marca», vaticinó el especialista, entrevistado por Time.

No es Twitter la primera empresa que cambia de nombre. Si le menciono las marcas Kibble, Cadabra y Burbn, probablemente arquee las cejas y se pregunte qué serán. Pero cuando le hable de Netflix, Amazon e Instagram, seguro las conoce. Estas tres últimas llevaron los primeros nombres mencionados, respectivamente, cuando todavía no ganaban tracción.

Pero el cambio de nombre de Twitter es otra cosa. La red social nació en 2006 de la mano de Jack Dorsey, Evan Williams, Biz Stone y Noah Glass. Su primer nombre fue Twttr, aunque rápidamente se añadieron las vocales y quedó en Twitter. El 21 de marzo de 2006 Dorsey lanzaba el primer tuit al mundo.

Era una época en la que bloguear estaba de moda, y los creadores de Twitter fueron un paso más allá: dieron la posibilidad a sus usuarios de lanzar ideas cortas de hasta 140 caracteres, sin necesidad de actualizar un blog cada vez, sino que los mensajes se recogían en su perfil a modo de bitácora personal y, al mismo tiempo, se mezclaban con los de otros usuarios en la página principal. Al ser tan breves los mensajes, la aplicación rápidamente se popularizó —recordemos que en 2006 la web no era tan audiovisual como ahora y el texto era el rey—, y ante requerimientos de los usuarios para focalizarse en los temas nacieron los hashtags o etiquetas.

La influencia de Twitter se expandió aún más cuando los medios y los periodistas comenzaron a usarlo para reportar e informar en tiempo real, y el sistema de verificación de personalidades e instituciones dio otro toque de credibilidad, como nunca antes.

El impacto logrado por el pajarito azul en la cultura popular llevó incluso a la Real Academia Española a incorporar los términos tuitero y tuit como nuevos vocablos, derivados de sus pares en inglés, y no fue la única academia de la lengua en hacerlo. Por eso es que hoy tuiteamos, así, en perfecto castellano. Los hashtags, entretanto, se expandieron hasta ser imprescindibles en cuanta red social exista, incluidos en las conversaciones reales, donde se emplean muchas veces en los chistes para resaltar algo, ¿verdad?

Es Twitter, entonces, más que una red social. Forma parte del imaginario cultural moderno, y cambiar este hecho es bien difícil, aunque Elon Musk crea que lo pueda borrar con una sola X.

 

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