Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Pregunte sin pena

Autores:

Mileyda Menéndez Dávila
Mariela Rodríguez Méndez

M.E.: Mi niño desde pequeño presenta mucho interés por los temas sexuales. Eso lo ha llevado a juegos con otros niños que molestan a maestras y padres. Ahora tiene seis añitos y sigue igual. Hace poco puso a besar a otros dos niños y lo requirieron en la escuela. No sé qué hacer. Lo crié sola hasta unos meses atrás. Ya tengo pareja.

La sexualidad es parte de la vida desde el nacimiento hasta la muerte, aunque no se manifieste igual. Sigmund Freud, el padre del sicoanálisis, advirtió la existencia de una sexualidad en infantes pequeños cuyo fin no es el coito. En esa edad experimentan placer cuando introducen objetos en su boca, realizan necesidades fisiológicas o juegan con determinadas partes del cuerpo. A partir de esa vivencia generan sus propias teorías sobre lo que significa besar, acariciar, jugar con otros niños, fantasear…, actos que no tienen la connotación sexual de los adultos. Alrededor de los siete años suele adormecerse ese interés, hasta la adolescencia.

Los adultos podríamos convertir la sorpresa en interés por lo que esos actos significan para ellos. Esa actitud ayudaría a descubrir cómo funciona la mente infantil y a tejer lazos con ese niño o niña. Esas experiencias, manejadas adecuadamente, ofrecen la oportunidad de educar y, según la edad, de transmitir valores culturales referentes a la sexualidad y el amor. Se podrá destacar, por ejemplo el carácter privado de los órganos sexuales y de ciertas manifestaciones del cuerpo. Se advertirá de las normas sociales y se les podrá hablar de las bases adecuadas para el amor que forjarán en el futuro. Todo eso dará lugar a preguntas sobre las que podrán intercambiar ideas, para lo cual la fam ilia necesita prepararse antes.

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología Clínica

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