Acuse de recibo
José Renté López (Águila No. 928, entre Esperanza y Misión, La Habana Vieja, La Habana) siente vulnerados sus derechos como consumidor de lo que llaman la canasta básica, esos alimentos subsidiados estatalmente y vendidos por igual a cada cubano: lo que te toca por la libreta...
Renté cuenta que estuvo recluido en el centro penitenciario Valle Grande desde el 24 de enero hasta el 23 de abril del actual año. Y cuando retornó a su hogar, continuó adquiriendo sus alimentos. Pero el 20 de agosto, cuando se dispuso a renovar su habitual dieta por enfermedad en el Registro de Consumidores municipal (Oficoda), le cancelaron la libreta de productos alimenticios. Le argumentaron que en ese mes habían recibido una comunicación de la Dirección Provincial de Prisiones informando que él estaba recluido.
Él fue entonces a plantear su caso en la Dirección Provincial de Comercio, y allí orientaron a la Oficoda, de La Habana Vieja, que le renovaran la libreta, una vez que él presentara la carta de alta de la prisión (23 de abril de 2019).
«Una vez presentada dicha carta, afirma, me entregaron la nueva libreta de consumidores, y me orientaron que los productos secos y mi dieta no serán afectados, pero sí los cárnicos, porque ya estaba la planificación, y otros términos burocráticos que no entendí».
Renté se presentó entonces en el Departamento de Atención a la Población del Ministerio de Comercio Interior (Mincin). Le recibieron la queja y le repitieron la misma disposición que excluye los cárnicos. El 18 de septiembre fue a la dirección de Registro de Consumidores del Mincin, donde le repitieron lo mismo.
Renté considera que su historia, que puede ser la de otras personas, no tiene lógica. La planificación debe ser flexible y estar abierta a las nuevas realidades. Él considera que el asunto debe esclarecerse con todos los elementos, pues como cubano siempre ha tenido derecho a todo lo que se vende por la libreta.
Lázaro Carlos Ríos Aldama (Sol 358, apto. 24, entre Aguacate y Compostela, La Habana Vieja, La Habana) cuenta que hace dos años instaló el Transfermóvil, para aliviar trámites presenciales en las oficinas del Banco y otros pagos, y evitarse las molestas colas. Mientras solo pagaba la electricidad por esa vía no hubo problemas. Pero cuando quiso pagar sus obligaciones con la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), ahí se complicó.
«Hasta la fecha, afirma, nadie que conozco lo ha podido hacer de ese modo. Me dicen que es imposible. He preguntado en el Banco en más de una ocasión; y amablemente, pero con un gesto de pena, me dicen que no saben usar la opción ONAT.
«Quizá la APK sea todo lo buena que dicen, pero, ¿los avances tecnológicos no son para hacernos la vida más fácil y llevadera? ¿Por qué asumir que cualquiera puede entender todas las cosas, las simples y las complicadas? ¿Acaso mi vecino de 70 años (que aún trabaja) tiene que sentirse marginado por un software que es difícil de entender? Nadie te enseña a usarlo. No es entendible, y para colmo carece de ayuda lógica y con ejemplos.
«Hace unos días escribí al Banco y me respondió la directora de Banca Telefónica: “Por esas mismas razones Transfermóvil no es el único medio de pago. Las personas mayores que no se sientan capacitadas para usarlo lo pueden hacer por Telebanca con la operadora del centro, que le indica los pasos y le realizan la operación”.
«Después de esto y con la explicación impresa, intenté hacer la operación y no resultó.
«Me asombra que aplicaciones como Qvacall, entre otras, escuchen a los usuarios y simplifiquen complejidades en pos de ganar adeptos, perfeccionar su trabajo y hacernos la vida más llevadera; y los creadores de TransferMovil, el Banco y la ONAT no logren escuchar ni entender.
«Es más bonito e inteligente añadir una ayuda totalmente actualizada, con ejemplos claros, quitar los nombres técnicos que posee la APK (como NIT y otros) y hacerlo entendible a la totalidad de nuestro pueblo. Necesitamos urgentemente una nueva generación de personas que entienda que se llega más lejos siendo menos complicados», concluye.
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