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Urge una respuesta

Desde Felton, en el municipio holguinero de Mayarí, solicitan explicaciones Rodolfo Bent Williams, María del Carmen Quinta Fuente, Elsy Surit Lambert, Norma Fondín González, Fernando Guevara Laurerio y Reynaldo Guerra Fajardo; todos residentes en el Edificio 11 de la calle A de esa localidad.

Los remitentes son jubilados y clientes tradicionales del servicio de gas licuado. Pero a raíz de la Revolución Energética en el segundo lustro de los años 2000, comenzó la venta de equipos electrodomésticos, incluidas las cocinas. Y les retiraron los balones de gas. Les dejaron la electricidad como única opción para cocinar, además de dos balitas al año para reserva (en caso de fenómenos atmosféricos o interrupción de la corriente eléctrica).

Precisan que en la página dos de sus respectivas libretas de productos normados aparece como combustible para cocinar la electricidad; y también el contrato de gas licuado para las dos balitas de gas al año.

Pero ha pasado el tiempo, y se requiere una solución porque las resistencias eléctricas están en falta hace bastante tiempo, señalan. Y se han perdido otras opciones, como las cocinas de inducción que en un momento comenzaron a venderse.

Por el sistema en que están encasillados esos clientes, tampoco pueden adquirir balitas extra, como en otros territorios. Permanecen sin otra alternativa que la electricidad, cuando en otros sitios se han entregado contratos para el gas licuado, dicen.

Con la incertidumbre de cómo van a cocinar, si es que tienen que retornar a la leña o a las hornillas eléctricas rústicas y muy gastadoras para la familia y para el país, ellos contactaron con Cupet en Antilla, que es la que debe atender ese municipio.

«El funcionario que nos atendió, dicen, se desentendió y dijo que era un problema del municipio de Mayarí completo, no solo nuestro. No ofreció ninguna solución y ni siquiera preguntó los datos de los responsables de la queja. Al decírsele que la información se haría llegar a la prensa en forma de queja, no quiso dar sus datos personales y buscó terminar la llamada.

«Ante esta situación que atravesamos con los contratos de gas licuado, esperamos que las autoridades competentes encuentren alguna solución adecuada, lo cual agradeceríamos enormemente».

El problema no es solo en Felton, sino también en otros territorios del país donde entonces se estableció la electricidad como energía para cocinar. Pero ya esas cocinas pasaron a peor vida.

Esas y otras familias merecen una respuesta y atenciones más fundamentadas, no la evasiva e irrespetuosa que dio ese funcionario por teléfono. Quizás el Ministerio de Energía y Minas pudiera ofrecer una respuesta ante la inquietud de muchos cubanos sobre un tema tan urgido como lo es las vías para la cocción de los alimentos.

También ello esclarecería la situación de Ahmed Valdés Martínez, quien reside en la Avenida 169, Edificio 31801, apartamento 8, entre 318 y 320, Valle Grande, municipio capitalino de La Lisa.

Ahmed cuenta que en agosto pasado le fue arrendada como medio básico una vivienda, y desde entonces hace gestiones para el gas y siempre recibe la misma respuesta: «Hasta nuevo aviso».

Él sabe que desde junio de 2019 la Empresa de Gas Licuado anunció que quedaba suspendida la apertura de nuevos contratos para el servicio de ese combustible doméstico. Y comprende la situación energética tan difícil que enfrenta el país.

«Pero, ¿cómo cocino para alimentarme, en situaciones como la pasada tormenta tropical Laura, que tuvo varias comunidades sin servicio eléctrico durante casi 24 o más horas?», manifiesta, y añade que  como su caso hay muchos en el país, por lo cual se requiere una información actualizada al respecto, y la búsqueda de alguna alternativa.

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