Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Dale taller al barrio

Estudiantes universitarios saltan los muros de sus casas de altos estudios y, al emprender con creatividad tareas de impacto, encuentran en la sociedad el escenario para su realización ciudadana

Autores:

Haydée León Moya
Yuniel Labacena Romero

Cuando Adriano Caldear veía a su hijo Enmanuel amanecer frente a la computadora ideando un mejor rostro para la ciudad donde vive, pensó que el empeño del joven no tendría más fruto que el de un proyecto de academia solo útil para lograr con buena calificación su título de arquitecto.

No estaba muy convencido él de adónde iría a parar, más allá de los archivos de la Universidad de Oriente, el resultado de tantas horas de desvelo y el entusiasmo de su muchacho.

Cuando Adriano disfruta de la espléndida belleza y funcionalidad que hoy exhiben la avenida Victoriano Garzón y otros espacios de la ciudad de Santiago de Cuba, a raíz del aniversario 500 de la siempre rebelde urbe oriental, ve realizado el fruto del empeño de su hijo.

Y no solo de Enmanuel, sino de muchos otros estudiantes de Arquitectura, Ingeniería Civil e Ingeniería Hidráulica, fervientes enamorados del ideal de que la verdadera dimensión social de los centros de altos estudios se alcanza cuando el alumno salta sus muros y encuentra en la sociedad el escenario para su realización profesional y ciudadana.

En cada plaza, casa e institución remodeladas, se concretó lo que antes fueron ideas atizadas por el espíritu innovador y creativo que la Universidad, con su profunda vocación social, es capaz de fundar en la juventud. Los muchachos se involucraron en todo el proceso de reanimación y participaron de manera activa en proyectos arquitectónicos de los espacios, tanto urbanos como de comunidades apartadas.

Después de Sandy, el devastador huracán que dejó en ruinas a la Ciudad Héroe, había que cambiar el entorno y fue transformado con la decisiva contribución de los muchachos de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) santiaguera, quienes asumieron ese reto con mucho entusiasmo y, sobre todo, poniéndole la frescura y dinamismo de la juventud comprometida.

Tal emprendimiento es lo que se proponen, y encuentran, las tareas de impacto social que desarrolla la FEU en todas las provincias del país, con la premisa de involucrar a los miembros de la organización en las urgencias de la actualización del modelo económico y social cubano.

Sin abandonar las esencias del influjo social de la FEU en los tiempos fundacionales, después del VIII Congreso de la organización, celebrado en junio de 2014, los proyectos han tenido notable impulso gracias a que los estudiantes se reconocen como protagonistas.

La primera gran misión fue la participación y la contribución en dos ejercicios nacionales del proceso Sin tregua contra las indisciplinas sociales, de los Comité de Defensa de la Revolución y otras organizaciones de masas. Entonces, 30 000 estudiantes se involucraron en esta tarea y debatieron en las comunidades lo que está pasando, desde una visión juvenil, fresca, desprejuiciada, diferente.

Eso fue solo el principio. Luego la influencia de la FEU y de la Universidad se amplió a proyectos comunitarios, culturales, productivos, económicos, deportivos… Más de 45 líneas de proyectos de impacto social concretados de conjunto con las instituciones educativas y a tono con los perfiles profesionales.

Por eso las experiencias, aunque tienen el mismo fin de construir esa sociedad sostenible y próspera que necesitamos para ampliar las conquistas sociales de la Revolución, son diversas y se ajustan a las problemáticas de cada localidad.

Justamente esas valiosas vivencias en los territorios se compartieron entre sus protagonistas en el Tercer Taller científico universitario Gestión de proyectos de impacto sociocultural en el desarrollo social, que, con la presencia de Olga Lidia Tapia Iglesias, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido; Yuniasky Crespo Baquero, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, y Jennifer Bello Martínez, presidenta de la FEU, concluye este domingo en Guantánamo.

Compromiso con su tiempo

El compromiso con el tiempo que les toca vivir brilló en cada joven que intervino en el intercambio, tanto como el talento y la creatividad de los proyectos que desarrollan.

Fueron muchachos de la Facultad de Electromecánica de la Universidad de Camagüey, quienes diseñaron y ejecutaron el montaje de la instalación eléctrica de ocho dormitorios de la residencia estudiantil y de un círculo social recreativo.

Al hablar de ese empeño juvenil, Orlando Febles, estudiante camagüeyano de cuarto año de Ingeniería Eléctrica, puso otros ejemplos de aportes concretos: la capacitación de los operarios de los 170 centros de enfriamiento de leche y la formación vocacional de los alumnos del Instituto Politécnico Agropecuario Mártires de Pino Tres, para cooperar con el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.

Con evidente satisfacción, Janio Salazar Zamora, estudiante de quinto año de Ingeniería Mecánica, de la Universidad de Granma, compartió quehaceres que ayudaron a levantar la eficiencia en el central azucarero Emilio Díaz.

También relató que estudiantes de quinto año de Ingeniería Mecánica de ese territorio incorporaron tecnologías de gasificación de la biomasa (cascarilla) arrocera, lo que permitió reducir el impacto ambiental de los residuos del proceso de molienda y el consumo de diesel en un 40 por ciento.

Mientras, educandos de tercer y cuarto años evaluaron en cinco municipios granmenses la eficiencia del uso racional de las tecnologías modernas de preparación de suelos y el riego, lo que abarata costos y aumenta la eficiencia en la industria arrocera.

«El país necesita que los jóvenes se incorporen a tareas tan sensibles y necesarias como la producción de alimentos, pues tienen el brío, la fuerza y el talento suficientes para ayudar a que avancemos en ese sentido», apuntó la Primera Secretaria del Comité Nacional de la UJC.

Agregó que los proyectos de impacto de la FEU han tenido una visión integral y estratégica, y han fortalecido la formación de los universitarios, especialmente por la posibilidad de involucrarse en tareas de aporte económico, político y social, vinculadas al perfil de estudio.

Amor en tiempos de riesgos

No se trata solo de idear o de pensar qué hacer. Hay más de una experiencia de entrega y amor en tiempos en que proliferan el Aedes, mosquito que transmite enfermedades peligrosas, y las deformaciones sociales, que también suelen poner en riesgo el orden en la sociedad.

En Guantánamo y Villa Clara, por ejemplo, tiene gran impacto la participación de los estudiantes de las universidades de Ciencias Médicas en los proyectos comunitarios vinculados al mejoramiento de la salud.

También hablaron en el taller pobladores de comunidades de riesgo de los consejos populares Sur-Isleta, Centro-Oeste, Pastorita y el Centro histórico de la Ciudad del Guaso. En esos lugares los muchachos no se limitaron a alertar sobre los riesgos de las enfermedades relacionadas con el mosquito del género Aedes, sino que los vieron desinfectando depósitos de agua, higienizando patios…

En tanto, los estudiantes de Cultura Física centran su accionar en proyectos recreativos en comunidades con desventaja social y en la promoción de actividades físico-terapéuticas.

Otros, como los de la carrera de Biología, de la Universidad de La Habana (UH), con su proyecto Planta, demuestran su profunda vocación medioambientalista. «Trabajamos con una población diversa, pero principalmente con niños y personas de la tercera edad, aportándoles herramientas para repoblar áreas donde, incluso, algunas especies están muy amenazadas con desaparecer. No podemos perder esa oportunidad de accionar», dijo con pasión Sergio Hernández, de la Universidad de La Habana.

También es muestra de la pluralidad de estos talleres el proyecto Crecer unidos, de Santiago de Cuba, resaltado en el evento por el joven ecuatoriano Julián de la Torre, quien se forma como médico en esa provincia oriental.

«Buscamos más integración y más habilidades en los médicos, por eso impartimos cursos de primeros auxilios, de lenguaje de señas. Y vamos a seguir por más, pues al final toda la preparación se revierte en una atención de más calidad para el pueblo», señaló.

Durante el intercambio de saberes entre una juventud a todas luces ilustrada, estudiantes matanceros de carreras pedagógicas expusieron sus experiencias en la atención a niños con necesidades educativas especiales, la labor de orientación profesional en los preuniversitarios y la impartición de clases a tiempo completo por educandos de cuarto y quinto años.

Mientras conducía los debates, Jennifer Bello Martínez, presidenta de la FEU, destacó también que la integración de los universitarios a los diferentes consejos populares ha consolidado sus valores éticos e incentivado su responsabilidad social.

Puso el ejemplo de los más de 4 300 estudiantes que participaron como observadores en las elecciones de los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular y en los procesos de rendición de cuenta del delegado a sus electores. Igualmente subrayó la implicación de 500 estudiantes inmersos en la X Comprobación al Control Interno, de conjunto con la Contraloría General de la República.

Según Bello Martínez lo realizado hasta ahora deja la experiencia de cómo implicarnos más con las necesidades sociales, con los organismos, para resolver aquellos problemas que laceran nuestra sociedad. Ello es fundamental, reconoció, pues en nuestras universidades se hace ciencia e innovación, y los protagonistas son los miembros de la FEU.

Nos queda pendiente, aseguró, seguir sumando estudiantes a estas tareas de impacto social, pensar en aquellas carreras que todavía no aportan de acuerdo con sus potencialidades, como es el caso de quienes estudian ciencias o Ingeniería Informática, sobre todo en este proceso de informatización que vive nuestra sociedad.

Ahora, abundó, también se hace imprescindible nuestro aporte al Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, que fue presentado en el VII Congreso del Partido.

La dirigente estudiantil señaló que las acciones expuestas en el taller hablan de la vocación social del estudiantado y que esa imprescindible interacción hace a las personas más sensibles ante los problemas y necesidades de la sociedad.

Se trata de no reducir la extensión universitaria al movimiento deportivo y cultural, y de darle una dimensión mayor, para que aporte a la economía y al desarrollo social.

Durante el desarrollo del taller, Olga Lidia Tapia Iglesias, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, enfatizó que el desarrollo de las tareas de impacto social ha impulsado la participación de los estudiantes universitarios y ha evidenciado su encargo con la Universidad y la nación.

Destacó el sentido de pertenencia de los universitarios al llegar a las instituciones, entidades y organismos, para elevar la eficiencia de nuestra economía y, sobre todo, atender los problemas más sensibles de nuestras comunidades.

Ustedes han realizado aportes concretos, lo que comenzó como acciones aisladas hoy se ha materializado en grandes proyectos. No ha faltado la visión humanista, comprometida, solidaria, y la creatividad.

Todo lo hecho tiene una expresión real y objetiva, y eso es lo que tenemos que seguir fortaleciendo en el trabajo cotidiano. Al participar en estos proyectos, ustedes han adquirido una formación más integral y comprometida no solo con las especialidades que estudian, sino también con la vida económica y social de la nación.

Tapia Iglesias llamó a los jóvenes a seguir aportando, a generar un debate responsable y comprometido, y a profundizar en su vocación social, para contribuir a la actualización de nuestro modelo económico, desde las propias comunidades.

Amor en la calle

El cierre del Tercer Taller encontró a sus protagonistas en la comunidad periférica de Ho Chi Minh, al sur de la ciudad de Guantánamo. Allí el proyecto Piti en la calle, desarrollado por la Facultad de Cultura Física de la Universidad guantanamera, derrochó creatividad en función de la comunidad y sus pobladores.

Música, danza, juegos deportivos y el buen humor hicieron de la jornada un espacio de intercambio con los habitantes de ese barrio, uno de esos sitios que poco a poco van borrando las huellas de la desventaja social.

A una calle larga y ancha que va de un extremo a otro de la populosa barriada llegó este proyecto deportivo-recreativo, al cual se integraron los de otros centros universitarios de la provincia más oriental del país.

Un momento importante resultó la inauguración de la primera biblioteca comunitaria en el lugar, cuyos fondos los donó la Universidad de Guantánamo.

Danzas contemporáneas y tradicionales, exposición de artesanías, dibujos y pinturas sobre asfalto fueron parte de lo vivido en la tarde del sábado en ese reparto.

El proyecto Ciencias Médicas en la calle, de la Universidad de esa especialidad en el territorio, transformó el barrio en un espacio para la salud de la población. Su objetivo fue llevar las consultas a las calles, acercarlas a las personas, realizar trabajo preventivo y de promoción de salud.

Una imagen de Fidel, un hombre que siempre piensa en los humildes y a quien la gente fiel de ese lugar dedicó esta jornada de actividades, presidió las demostraciones del proyecto, que acompañó Denny Legrá Azahares, miembro del Comité Central y primer secretario del Partido en la provincia, junto a Jennifer Bello Martínez, presidenta de la FEU, y otras autoridades.

Fue una tarde de conexión con la gente de los barrios, del buen arte y del compromiso revolucionario. Este no es el fin de un empeño, sino el comienzo para seguir haciendo por nuestras familias, por las comunidades, por quienes más que recursos demandan espiritualidad y amor.

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