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Un horario para el verano

¿Sabes desde cuándo se adoptó en Cuba un programa horario exclusivo de la etapa estival?

Autor:

Aileen Infante Vigil-Escalera

El tiempo ha regido la vida de los hombres desde hace muchísimo tiempo, con métodos más rústicos primero y con tecnologías de gran sofisticación en la actualidad. Pero independientemente de la existencia de satélites que hoy actualizan su precisión de modo automático, cuando los meses nos acercan a la temporada estival o nos anuncian la llegada de los meses más frescos, los cubanos prestamos especial atención a nuestros relojes.

Ya sea para dormir una horita más el día que se ponga en vigor, como para escaparnos 60 minutos del «toque de queda» de nuestros padres, el motivo es el Horario de Verano, que nos beneficia con un mayor aprovechamiento de la luz solar en los largos días característicos de los meses centrales del año.

Pero, te has preguntado alguna vez ¿qué significa esta particular manera de organizar nuestro tiempo, desde cuándo la adoptamos los cubanos o que características ha tenido hasta nuestros días? La Revista Cubana de Astronomía, del Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA), en su última edición dedicada a los Pronósticos Astronómicos para Cuba 2017, da respuesta a estas y otras interrogantes.

Según el artículo El Horario de verano en Cuba, de uno de sus principales editores, el profesor Jorge Pérez Doval, antiguo jefe del Departamento de Astronomía del IGA, la hora de verano consiste en utilizar en los relojes la hora que corresponde al meridiano situado a 60 grados al oeste del meridiano de Greenwich, en vez de la Hora Oficial que por nuestra ubicación geográfica nos corresponde, que es la del meridiano 75 grados Oeste.

«Durante el período en que está en vigor este horario —explica en la citada publicación—, la diferencia con la hora de Greenwich es de menos cuatro horas, en vez de las menos cinco que tenemos durante la Hora Oficial».

Es oportuno aclarar, precisa el catedrático en su artículo, que el horario de verano no incrementa las horas en que el Sol permanece visible sobre el horizonte. «Esas van aumentando en el hemisferio Norte desde el equinoccio de primavera a medida que avanza dicha estación, hasta un máximo de horas con Sol durante el solsticio de verano el 21 de junio.

«Lo que se logra con este horario es que oscurezca una hora más tarde, justo cuando se produce el mayor pico eléctrico al comenzar la noche, con el consiguiente ahorro de energía. También, por supuesto, amanece una hora más tarde, pero el pico eléctrico matutino es mucho menor», dijo.

El primer segundo veraniego

De cuándo se implantó por primera vez en Cuba, el especialista refiere que fue el 10 de junio de 1928, mediante el Decreto Presidencial 882 firmado cuatro días antes, por el tristemente célebre Gerardo Machado, en el cual se disponía que estaría vigente todos los años del 1ro. de mayo hasta el 10 de octubre. No obstante todo parece indicar que la medida no tuvo mucha aceptación en aquella época ya que al año siguiente otro decreto, de fecha 22 de abril, echó abajo su uso.

«No se aplicó más hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando las restricciones económicas del período determinaron que se utilizara de nuevo desde 1939 hasta 1945, conociéndosele popularmente por aquellos años como la “Hora de Guerra”. Incluso desde el 5 de abril de 1942 y hasta el 12 de noviembre de 1944 se mantuvo durante 953 días consecutivos, estableciendo una marca vigente hasta la fecha», explica el catedrático.

Luego de concluido el conflicto mundial el horario de verano cesó de utilizarse hasta después del triunfo de la Revolución, cuando hubo de esperar cuatro años para ser implantado nuevamente.

Desde entonces —1963— y con la única excepción del año 1970 se ha mantenido regularmente, y solo entre el 28 de marzo de 2004 y el 28 de octubre de 2006 se mantuvo durante más días de los habituales: 945, por una situación excepcional de ahorro energético.

La hora de verano se emplea en más de 60 países, entre ellos Estados Unidos, China, México, España y en algunas otras regiones de América Latina y Europa. En cambio, más de cien naciones aún no se han decidido a implantarla.

Un detalle curioso incluido en el artículo de Pérez Doval refiere que la hora del meridiano 75 grados Oeste de Greenwich se implantó como hora oficial de la República el domingo 19 de julio de 1925. Con anterioridad a esa fecha, Cuba se regía por la hora del meridiano de La Habana. Aquel día, a las 11 horas con 30 minutos y 37.5 segundos de la mañana, se adelantaron bruscamente los relojes para marcar las 12 del mediodía. Esos minutos se borraron de la historia.

En aquella época, además del cañonazo de las nueve (que sirve aún para ajustar los relojes por la noche), las 12 del día se indicaban por el descenso de una bola negra, que se dejaba caer desde un alto mástil instalado en el antiguo Observatorio Nacional de Casablanca, (hoy Instituto de Meteorología), visible desde la bahía y otros lugares cercanos.

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