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La Juventud en Congreso: notas para un debate

Promover con intencionalidad el ejercicio del pensar en los jóvenes, la lectura como medio de enriquecimiento cultural y espiritual, el estudio de la historia desde una perspectiva contemporánea, con los códigos de hoy (audiovisuales y digitales), para evitar a toda costa la pérdida irreparable de la memoria histórica, es un reto de la Unión de Jóvenes Comunistas

Autor:

Yusuam Palacios Ortega

¡Ya estamos en Congreso! Han pasado cinco meses desde que se hiciera pública la convocatoria a la magna cita juvenil, el pasado 4 de abril —en el sitio sagrado de Birán, cuna de Fidel y Raúl—, justo, cuando la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), cumplían 57 y 58 años, respectivamente.

Y será hasta abril próximo, en similar fecha, cuando culmine lo que ha venido siendo un proceso de diálogo impostergable de las juventudes en Cuba sobre el presente y futuro de la nación; de conexiones necesarias que oxigenan la marcha indetenible de la Revolución cubana; de espacios de confluencia en que, desde el trabajo creador y la labor de influencia en las comunidades, nuestros jóvenes se han puesto la camisa al codo y han hundido sus manos en la masa (la Zona Joven).

También ha sido un tiempo de debates profundos sobre temas medulares como la salvaguarda de nuestra identidad, la guerra cultural, la economía del país, la lucha contra el capitalismo; y de reafirmación del carácter socialista de nuestra Revolución.

Este congreso abrió sus puertas en un momento trascendental para Cuba y la humanidad toda; muchos son los retos o desafíos que tenemos los jóvenes en un mundo tan desequilibrado, dudoso y vacilante como el que vivimos. La nueva oleada fascista, amenazante e impúdica gana terreno, sobre todo, en la región latinoamericana; la crisis del sistema capitalista se percibe con mayor intensidad y el norte revuelto y brutal que nos desprecia (imperio yanqui) ha puesto sobre la mesa guerrerista todas las variantes, ha fusionado el macartismo con la Doctrina Monroe, y su pretensión expansionista se hace más notoria. Una especie de Calígula en el siglo XXI se corporifica en el presidente de la llamada Roma americana: Donald Trump, quien, junto a sus lacayos, representa el peor de los peligros que corre hoy la especie humana.

A esta realidad ha de agregarse la ofensiva imperialista en el terreno cultural y simbólico que fractura las identidades de los pueblos, socava sus culturas originarias y autóctonas con la penetración de modos y estilos de vida del capitalismo, o sea, de los valores (para nosotros antivalores) de ese sistema insostenible, reservorio de odios acumulados, egoísmos y lacerantes balas de muerte y destrucción. Es la guerra cultural (una de las formas de guerra no convencional) cuyo objetivo principal es el derrocamiento de los procesos revolucionarios que tienen como bandera la justicia social.

Tal panorama nos obliga a pensar el futuro de la nación, de la vida en la Tierra, de la salvación de la humanidad. Un momento de reflexión o de filosofía se nos presenta como opción irrechazable en esta batalla de ideas que mucho exige de nosotros, de la vanguardia política, de los jóvenes para quienes, como Martí, pensar es servir.

Ese es un reto de la UJC; promover con intencionalidad el ejercicio del pensar en los jóvenes, la lectura como medio de enriquecimiento cultural y espiritual, el estudio de la historia desde una perspectiva contemporánea, con los códigos de hoy (audiovisuales y digitales), para evitar a toda costa la pérdida irreparable de la memoria histórica.

Debemos tener presente que los enemigos de la Revolución pretenden separar a la juventud de las generaciones que condujeron al triunfo del 1ro. de enero de 1959, destruir la continuidad histórica minando las bases de la unidad revolucionaria. Es preciso que los jóvenes continuemos estando a la vanguardia de la lucha por el futuro de Cuba y su Revolución; y como nos pedía Armando Hart, promover un diálogo de generaciones que nos arme de argumentos y fortalezca aún más la unidad como garantía para seguir teniendo revolución socialista en Cuba. En este sentido la participación de las más jóvenes generaciones en el proceso revolucionario es vital para construir el socialismo; atendiendo a que los jóvenes continúan llevando adelante grandes tareas, sobre sus hombros descansa hoy la obra de la Revolución.

El Destino de La Patria, en sus Jóvenes

Los jóvenes formamos parte de la sociedad, somos un ingrediente imprescindible en su desarrollo. Hacer por la construcción del socialismo exige mucha preparación, cultura, compromiso, lealtad reflexiva en tiempos de definiciones; de ahí la alta responsabilidad que asume la UJC como vanguardia política. Es una tarea de primer orden que nuestra militancia comunista estudie, se prepare cultural y políticamente.

Hay que revisitar los clásicos del pensamiento emancipador y descolonizador, asimilar críticamente las ideas y la obra humana que nos antecede y se deposita en nosotros. El ejercicio del criterio deviene esencia en la lucha ideológica que libramos. Recordemos a Martí cuando expresó: «De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, ganémosla a pensamiento». Formar a nuestros jóvenes para que piensen con cabeza propia, he ahí el reto.

En medio de este proceso del 11no. Congreso, que pretendemos sea de una gran familia de jóvenes, donde se incluyen las organizaciones estudiantiles y movimientos juveniles, y volcando la mirada a la historia de la organización y del movimiento juvenil cubano, la UJC hoy más que nunca ha de llenarse de vida, nos es muy necesaria, no solo por su papel de vanguardia y reconocimiento constitucional, sino por el horizonte que nos mantiene en pie y precisa de una guía certera en las circunstancias que vivimos, en el contexto de peligrosidad extrema en que nos encontramos.

El destino de la Patria está en las manos de sus jóvenes, cuánto hemos de hacer, cuánto para no perder la capacidad de creación (dejaríamos de ser jóvenes), sería como nos dijo el Che, una anomalía realmente. La juventud tiene que crear, es la palabra de pase de cada generación. Así nos dice el Apóstol en su ensayo Nuestra América:

«Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear, es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!»1

La defensa de nuestra identidad es también un de-safío, y los jóvenes de vanguardia hemos de asumirlo con responsabilidad. La pretensión del enemigo imperialista es muy clara: fracturar nuestra cultura, penetrarnos con sus propuestas enajenantes, enclaustrarnos el pensamiento, debilitarnos al punto de que perdamos nuestra condición de cubanos; y todo ello para restaurar el capitalismo en Cuba. Tenemos que seguir siendo antimperialistas, ahí está el legado de Martí, Mella, Guiteras, el Che y Fidel.

Los jóvenes tenemos un compromiso con la Revolución: mantenerla a salvo de quienes pretendan dañarla o pisotearla, vivirla a plenitud, inyectándole más carácter y vida, revolucionarla en su propio seno con los cambios que llevamos a cabo, necesarios para que nuestra Cuba sea mejor, siempre desde una postura éticamente consecuente con la ideología que abraza la Revolución. Los jóvenes de hoy tenemos el deber martiano de adecuar nuestra Revolución al momento sin que esa adecuación nos cueste la merma de ideales y principios.

A eso nos convoca nuestro 11no. Congreso. «Tu futuro, hoy», es un llamado a no quedarnos dormidos, a no dejar pasar la oportunidad de vivir la Revolución, de pensarla y transformarla, de participar de su continua renovación. Hacer por Cuba hoy demanda de nosotros una coherencia de pensamiento y acción, seamos dignos continuadores del legado de Fidel, del ejemplo de Raúl y la ética revolucionaria de Díaz-Canel.

 

1Nuestra América, El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891, en Obras Completas, Tomo 6.

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