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Dylan Thomas ante el lector cubano

Autor:

Juventud Rebelde

Un poeta, sus traducciones, otro poeta

Encontrar los poemas del galés Dylan Thomas un ejemplar de la colección Lira de la Editorial Arte y Literatura constituye, al superar el hallazgo, un deleite poético que actualiza, si esto fuera posible en la creación, al lector en el ámbito universal de la Poesía. Así ocurre. Un poeta, Dylan Thomas, quien nació en Gales (1914) y falleció en Nueva York (1953). Había agrupado estos poemas, seleccionados por él mismo, que aparecieron publicados un año antes de su muerte, bajo el título Collected Poems (nombre genérico que los anglosajones otorgan a esta suerte de poesía reunida, seleccionada a partir de criterios diversos).

Entre los creadores establecidos, Dylan Thomas a su desaparición, relativamente muy temprana, ya parecía instalado en la inmortalidad de esa poesía escrita en inglés. Y a la diversidad de origen de los poetas de la época agrega la audacia endemoniada de su ser distinto.

En aquel momento presidido por el brillante T.S. Eliot que venía de los Estados Unidos como il miglior fabbro Ezra Pound, y cuando a los ingleses Auden y Spender se unen al escocés Hugo Mc Dermit y los también norteamericanos Mariane Moore, Wallace Stevens, William Carlos Williams y Edgar Lee Master, Dylan Thomas constituye una presencia deslumbrante.

El tomo cubano toma el nombre de uno de los textos incluidos en los Collected Poems: And Death Shall Have no Dominion y abarca todo lo que aparece en la colección inglesa.

El título funciona a plenitud y permite al poeta, al traductor, otro poeta, entrar en el libro. Dominio de la Poesía. Como quería el premio nobel español, Vicente Alexandre, quien tituló uno de sus últimos libros En un Vasto Dominio. «Y la muerte no tendrá dominio».

Se reitera el verso hasta la exasperación afirmativa que viene dada, paradójicamente, por la negación. Poética es la negación de la negación. «Y la muerte no tendrá dominio».

Santa Biblia mediante, este título permite una mayor comprensión de la poesía de Thomas y a la vez facilita la inquietante reflexión que hace el traductor, Omar Pérez, sobre la traducción de Poesía. Que también puede ser, y es, trabajar; como afirma Thomas, «In my craft or sullen art».

Por cierto, así llegó por primera vez, en los primeros años de la década del 50 del siglo pasado, la primera referencia de dicho poeta a las manos de quien escribe estas líneas apresuradas.

En una de esas útiles y ambiciosas antologías universales, publicada en Argentina, de la cual recuerdo dos poemas, tal vez traducidos por el poeta Mario Trejo (Premio de Poesía. Casa de las Américas. 1964). Poema en octubre, y el señalado anteriormente que comenzaba en la versión en español En mi oficio o arte insatisfecho —pequeña variación, no de sentido, del «sullen» a diferencia del «arisco» preferido por Omar Pérez— y el inicio de Poema en octubre: «era mi trigésimo año al cielo», que el poeta traductor cubano trasladó «Era mi año treinta rumbo al cielo».

Más tarde pude acceder a la versión inglesa, que ahora sigo disfrutando y me permite paladear mucho la encomiable labor de Omar Pérez que ofrece al lector cubano las primicias totales de un poeta imprescindible. Variaciones, audacia, invocaciones de todo tipo, resueltas con gracia por los editores cubanos para el lector hacen la recomendación redundante; y para reiterar lo expuesto, explícita e implícitamente, sobre esta bella tarea me permito incluir como colofón la pequeña Nota del Autor a la edición inglesa de Collected Poems.

El prólogo en verso, escrito para esta edición reunida de mis poemas, está concebida como una guía para mis lectores, los desconocidos.

Este libro contiene la mayoría de los poemas que he escrito, y todos, hasta el presente año, los que deseo conservar. Algunos los he revisado un poco, pero si me hubiera dedicado a revisar todo lo que ahora no me gusta de este libro estaría tan ocupado que no tendría tiempo para intentar escribir nuevos poemas.

En algún lugar he leído de un pastor que, cuando le preguntaron por qué hacía, a partir de círculos mágicos aparecidos en la hierba, ceremonias rituales a la luna para que protegiese sus rebaños, respondió: «Sería un condenado idiota si no lo hiciera». Estos poemas, con todas sus crudezas, dudas y confusiones, están escritos por el amor del Hombre y en alabanza a Dios, y yo sería un condenado idiota si no lo fueran.

Noviembre 1952

(Traducción de César López)

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