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Maestros del arte cotidiano

La Presidenta de la Brigada José Martí asegura que los instructores de arte están enamorados de una profesión cardinal en la formación de un público sensible a propuestas culturales auténticas

Autores:

Yelanys Hernández Fusté
Monica Lezcano Lavandera

Uno de los desafíos de la Brigada José Martí (BJM) de instructores de arte es lograr que su membresía —la cual sobrepasa los 20 000 profesionales—, eleve a la máxima expresión su misión fundacional, esa de llevar lo más genuino del arte nacional y universal a las comunidades.

Para Indira Fajardo Ramírez, presidenta de ese movimiento juvenil, es un reto alcanzable y se han dado incontables pasos en la última década. Un buen momento para abordar estas temáticas deviene el Consejo Nacional de la Brigada que, entre el 1ro. y el 2 de febrero, reunirá en la capital a delegados de todas las provincias y a los ganadores del Premio Escaramujo, principal galardón otorgado por la BJM para el desarrollo de los procesos creativos junto al movimiento de artistas aficionados al arte.

Fajardo Ramírez asegura que la labor desarrollada por sus colegas les permite sentirse enamorados de una profesión que contribuye a crear un público más sensible y devoto de propuestas culturales auténticas.

Cerca de la celebración de su día, el próximo 18 de febrero, los brigadistas han preparado un amplio programa de actividades, donde no solo festejan la fecha sino que reflexionan sobre cómo pueden perfeccionar su labor cotidiana.

Tradicionalmente, señaló Indira a JR, se escoge ese día porque es el nacimiento de esa notable instructora que fue Olga Alonso. «En esta ocasión celebramos el décimo aniversario de la fundación de la Brigada José Martí, que será en el mes de octubre, y vamos a dedicar todo el año a ello.

«Como antecedentes tendremos un grupo de actividades que comenzaron este 28 de enero con la entrega de la condición de Miembro de Honor a dos artistas y a una institución cultural, los cuales han apoyado nuestro  desarrollo como instructores de arte.

«Ellos son los brigadistas Raciel Feria Isidoro, coordinador del proyecto Pensando en Nos-Otros, de La Habana, y Mario Pelegrín, coordinador del proyecto El patio de Pelegrín, de Pinar del Río. También se lo otorgamos al Centro Nacional de Superación para la Cultura, primera entidad merecedora de este lauro, por todas las acciones desarrolladas en materia de preparación profesional de nuestra membresía.

«Por otra parte, vamos a realizar la segunda edición del Premio Escaramujo, la gala de premiaciones tendrá lugar este 1ro. de febrero, en la Sala Covarrubias, del Teatro Nacional. Ahí estarán todos los galardonados y también una representación de instructores de provincias cercanas como Cienfuegos, Pinar del Río y la capital.

«En ese mismo contexto va a sesionar el Consejo Nacional de la Brigada, que en su décimo aniversario efectuará una reunión diferente, sobre todo porque apostamos a la madurez y consolidación de nuestro movimiento como una organización que no solo nos agrupe, sino que defienda nuestros intereses y fortalezca con su   accionar la vida cultural en las comunidades, como nos ha llamado la dirección del país.

«Desde la inserción del instructor de arte en espacios fundamentales como la escuela, la Casa de Cultura y las instituciones que están alrededor de su actuar en las comunidades, este profesional potencia su trabajo sobre todo en la interacción con la sociedad, la familia y los más pequeños. De ahí que las actividades estarán en función de resaltar la labor social del instructor de arte y en mostrar los resultados del trabajo que hemos alcanzado a lo largo de una década».

—¿Cuáles son los principales temas en ese cónclave?

—Debatiremos acerca de nuestros propios retos: la superación, la creación artística del Instructor de Arte, el aprovechamiento de los espacios en los medios de prensa para la promoción de nuestra labor y los resultados     de trabajo. Haremos también referencia a la importancia de las investigaciones socio-culturales, la búsqueda de diagnósticos mucho más certeros y la socialización de las mejores prácticas en la comunidad. Del mismo modo, pensaremos en cómo dinamizar nuestras propias estructuras desde la base.

—¿Cómo celebrarán el décimo aniversario de la Brigada?

—En marzo tenemos intención de efectuar el Coloquio Olga Alonso in Memóriam, en Fomento, Sancti Spíritus, ya que se cumplen 50 años de su fallecimiento y no podemos dejar de rendirle homenaje.

«Tendremos además el taller de experiencias científico-prácticas en mayo, encuentro propicio para exponer los trabajos más relevantes que muestren los resultados de nuestra labor en los diferentes ámbitos donde nos desempeñamos. Este estará acompañado de una gran feria expositiva en el Pabellón Cuba con muestras del  quehacer de los instructores de arte a lo largo de la Isla.

«El plato fuerte queremos que sea el mismo 20 de octubre, en Villa Clara, para rememorar aquella graduación histórica en la que estuvo presente nuestro Comandante en Jefe. Deseamos que sea una celebración a modo de agradecimiento a Fidel, y le mostraremos que a diez años de haber creado la Brigada José Martí, los instructores de arte le rendimos homenaje con nuestros resultados artísticos».

—La BJM ha obtenido éxitos a nivel internacional. ¿Cómo valorar esa labor del movimiento en estos diez años? ¿En qué países está presente?

—Fundamentalmente trabajamos en Venezuela y hemos tenido un buen resultado, que nos enorgullece muchísimo. Estamos en otros países como Guatemala, al que llegaron los primeros instructores con experiencia y esperamos que se puedan incorporar otros.

«A Venezuela llegamos en 2008. Más de 600 instructores han tenido esa oportunidad. Ello nos ha servido para demostrar que el brigadista tiene una influencia importantísima en las comunidades, porque transforma y dinamiza sin imponer patrones culturales, al tiempo que contribuye a la consolidación de la Revolución Bolivariana».

—Con una mirada crítica al movimiento, ¿qué detalles piensas que pudieran perfeccionar la labor de los brigadistas y cuáles son los aportes sustanciales que han hecho a la vida cultural de las comunidades?

—Consideramos que han sido diez años de madurez y de crecimiento. Sí, quedan muchísimas cosas aún de vital importancia para el desempeño profesional, sobre todo para nuestra superación, una preparación que tiene que ser constante, que no se puede quedar solo en los contenidos recibidos en la formación técnica o en la Casa de Cultura, sino que tiene que ir apropiándose más de las experiencias obtenidas en el enfrentamiento a los nuevos retos impuestos por los cambios que tienen lugar en nuestra sociedad.

«Es una asignatura pendiente el fortalecimiento del trabajo directo con el movimiento de artistas aficionados. Aún tenemos que seguir desarrollando la formación de ese ciudadano, de ese hombre nuevo al que aspiramos, y que también fue un deseo del Comandante en Jefe, al gestar la idea que diera paso a la formación de esta nueva generación de jóvenes.

«Pensamos que otro elemento significativo es el establecimiento de la escuela como un referente cultural dentro de la comunidad y para ello los brigadistas deben aportar con su  quehacer, acompañados de las instituciones culturales, entre estas la Casa de la Cultura.

«La labor de la Brigada José Martí ha servido para que el mismo instructor de arte se pueda reconocer en su profesión, y ese es justamente uno de los principales desafíos que tenemos: potenciar todos los días que ese joven se sienta reflejado en su labor para que la ame, y luego pueda llegar a ejercerla como un profesional de la cultura y el humanismo».

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