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Italia: imperio en decadencia

Desde hace 40 años una selección italiana no recibía tres goles en un partido mundialista

Autor:

Raiko Martín

En el fútbol, muchas veces el oficio hace la diferencia. Pero no siempre. Poco pudo hacer ahora la experiencia para deshacer, una por una, todas las carencias que exhibió la hasta ayer campeona Italia, durante su breve tránsito por el Mundial sudafricano.

Para nadie es un secreto que el calcio no vive sus horas más felices, a pesar de la extraordinaria campaña de un Inter en el que, para ser honestos, se hablaba poquísimo el italiano.

Pero había regresado Lippi, y sobre las curtidas espaldas de algunos gladiadores de antaño renació la ilusión futbolística de un país que se había consagrado por cuarta vez en el momento menos esperado.

Tal vez por eso su afición confió. Y a pesar de pasajes premonitorios como el amistoso ante México, siguió esperando por un cambio de imagen que nunca llegó, porque esta selección solo se acordó de la corona durante sus últimos diez minutos de vida.

Antes se había diluido entre la esterilidad de sus delanteros y la inoperancia de quienes intentaron tapar el vacío creativo dejado por Pirlo en la mediacancha. Pero nada de eso fue tan grave como las abrumadoras displicencias en el fondo, donde se suponían más fuertes que todos sus rivales.

Desde hace 40 años una selección italiana no recibía tres goles en un partido mundialista. A años luz quedó ese halo de infalibilidad que siempre acompañó a la Nacionale, aun con Cannavaro haciendo sus mayores esfuerzos para disimular el desgaste y repetir el papel de líder.

Los tres goles encajados ante Eslovaquia dejaron claro de que el imperio del catennaccio italiano está en plena decadencia. No sé si vimos —como dicen algunos— a la peor Italia de los últimos 50 años, pero sí fue la menos Italia vista en mucho tiempo. Y solo la salva del mayor ridículo esa Francia de intrigas y clanes, con la que compartió cartel hace cuatro años, en la final de Berlín.

A pesar de su poca fiabilidad, nadie supuso a los de Lippi eliminados por unos Vittek, Hamsik, Kopunek y compañía, quienes se encargaron de bajar el pulgar ante la atónita multitud.

Juntos, y bien guiados por el técnico Vladimir Weiss, protagonizaron una de las clasificaciones sorpresas de la jornada, por detrás de un Paraguay poco exigido durante su última escaramuza frente a Nueva Zelanda.

La otra tuvo sabor a succhi y grito de guerra samurai, con Japón haciendo añicos el hasta ahora habitual cruce a octavos de finales de los batalladores daneses.

Además de veloces y ordenados, los asiáticos hicieron gala de una quirúrgica precisión con el balón detenido, que fue demoledora en la psiquis de sus rivales.

Así, los nipones escoltan a una Holanda que igualó el puntaje perfecto de los argentinos. Ante un equipo de Camerún que se resistía a regresar a casa sin un premio de consuelo, los «Naranjas» de Van Marwijk retomaron su mejor tono, sobre todo después que Arjen Robben consumiera sus primero 20 minutos del torneo.

Los «tulipanes» han sacado buena nota en lo que va de fiesta, pero nunca han llegado a la excelencia. Y por lo visto, solo el ariete del Bayern está apto para impulsarlos hacia el sobresaliente.

Lo prueba el incontenible pique y su rosca de pierna izquierda que únicamente el poste pudo detener. Solo eso le falta a esta Holanda, del tipo promedio en defensa, pero con variantes ofensivas como la de Huntelaar por Van Persie, que aseguran goles y partidos.

Mucho en juego

Sin jugarse la vida, pero sí el orgullo, sale hoy Brasil a buscar un triunfo sobre Portugal que apuntale su favoritismo. A estas alturas ya nadie espera por la exquisitez de la verdeamarelha, pero todos desean ver cómo se mueve sin Kaká, y frente a un elenco histórico con la autoestima por las nubes tras apuntarse la mayor goleada del torneo.

Del otro lado llega un España in extremis, que no puede darse el lujo de otro «accidente». No lo tendrán fácil los discípulos de Vicente del Bosque ante un equipo de Chile muy bien armado, y con individualidades que pudieran sentenciar al menor descuido. Se avizora un duelo de sables, y no precisamente a primera sangre.

Y en espera de recoger los beneficios de cualquier catástrofe se miden Costa de Marfil con Corea del Norte y Suiza con Honduras. Con el mayor respeto a sus seguidores, ojalá sean estas sus últimas presentaciones.

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