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Gestas y promesas bajo los cinco aros

Cuando faltan 19 días para la XXX edición de los Juegos Olímpicos de Londres, Juventud Rebelde les propone repasar la trayectoria de los atletas más destacados a lo largo de la historia de estas citas, así como los más prometedores que pisarán suelo británico

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Faltan 19 días para la XXX edición de los Juegos Olímpicos, con sede en Londres, Inglaterra, y los dedos no me alcanzan para contar la cantidad de variantes interesantes a abordar en una serie de trabajos sobre las citas bajo los cinco aros. Entonces, con el mismo peligro que entraña andar por la cuerda floja, Juventud Rebelde les propone repasar la trayectoria de los atletas más destacados a lo largo de la historia de estas citas, así como los más prometedores que pisarán suelo británico dentro de muy poco.

Primeramente, queremos mostrarle la lista de nuestros candidatos, para que usted, a lo largo de esta breve serie, pueda aportar y proponer otras figuras descollantes. Sabemos que será imposible hablar de todos, por lo que de antemano le ofrecemos disculpas y prometemos publicar los nombres más solicitados una vez terminada nuestra tarea.

Entre los clásicos, ya retirados, presentamos al todoterreno estadounidense Carl Lewis y su compatriota Michael Johnson (atletismo), a los fulminantes cubanos Félix Savón y Teófilo Stevenson (boxeo) y a su compatriota de las pistas, Alberto Juantorena. Creímos pertinente añadir al luchador ruso Alexander Karelin, así como a la bella rumana Nadia Elena Comaneci (gimnasia artística). También incluimos al pesista soviético Vasili Alekséyev y al nadador Mark Spitz (Estados Unidos).

Londres brillará con la presencia de muchas estrellas, pero sin duda alguna destacan el bólido jamaicano Usain Bolt, la carismática rusa Yelena Isinbayeva, el cubano Dayron Robles y el chino Liu Xiang, todos exponentes del deporte rey. Igualmente, descollarán los estadounidenses Michael Phelps y Ryan Lochte, el gladiador cubano Mijaín López y el tenista español Rafael Nadal.

El hijo del viento

Si un deporte ofrece chances para acaparar todo un saco de medallas es el atletismo. Indiscutiblemente, un hombre sobresale por encima de todos, el rey del deporte rey, con el perdón de otros ilustres. Carl Lewis, el Hijo del viento, atesora nueve preseas doradas y una plateada a lo largo de las justas olímpicas, dejando en solo sueños las esperanzas de sobrepasar esa hazaña. Incluso para el «marciano» Bolt se atisba casi imposible.

Tal vez pudo haber atesorado mayores lauros, pero la ausencia de Estados Unidos en la edición de Moscú 1980 retrasó el debut del superdotado joven de 19 años.

En los años siguientes, el oriundo de Birmingham hizo las mejores marcas de la temporada en el hectómetro y en el salto de longitud, asombrando hasta a los monjes de Shaolín por conseguir marcas respetables con relativa facilidad.

Emergió como figura en el Campeonato Mundial de atletismo de Helsinki, Finlandia, en 1983, donde obtuvo su primer gran éxito internacional, al negociar la victoria en los 100 metros planos, salto de longitud y en el relevo 4x100.

Debutó bajo los cinco aros en su propio país. Los Ángeles 1984 fue testigo de la hombrada, pues ganó esas mismas pruebas y en los 200 metros, igualando la gesta de su paisano Jesse Owens, figura de los Juegos de Berlín, en 1936.

En Seúl 1988 añadió dos medallas de oro, convirtiéndose en el primer atleta en ganar la competición de salto de longitud en dos citas consecutivas. Obtuvo una polémica victoria en los 100 metros lisos, después de que el atleta canadiense Ben Johnson fuera descalificado por consumo de esteroides.

Empatando dos hectómetros fue derrotado sorpresivamente por Joe DeLoach, y en el relevo corto su equipo fue descalificado (incluso sin que Lewis corriera) debido a un incorrecto pase.

En el año 1992, Barcelona, sede de la justa estival, le vio ganar su tercer título en el tanque de arena, disciplina donde se había consolidado como máximo dominador durante la década de los 80. Además, volvió a ser titular en el relevo 4x100, pero no pudo competir en el hectómetro, al no clasificarse en las pruebas de selección de su país.

En los Juegos Olímpicos de 1996, en Atlanta, no alcanzó la clasificación en las competiciones de velocidad, y no pudo formar parte del equipo de relevos estadounidense, en una polémica decisión. Sin embargo, venció por cuarta vez consecutiva en salto de longitud, una epopeya que solo había conseguido el lanzador de disco Al Oerter y el regatista Paul Elvstrom. Era su noveno y último oro olímpico, una historia prácticamente imposible de repetir.

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