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Pedrito vuelve al box

¿Qué opina del pitcheo cubano actual, el entrenador de la selección nacional durante los años de oro del béisbol en nuestro país?

Autor:

Norland Rosendo

Por su modestia es un simple Pérez y por su físico, un Delgado más. Sin embargo, por sus conocimientos de béisbol, Pedro José —Pedrito siempre— debería ser llamado Don Pedro. A sus lucidísimos 81 años sigue siendo un gurú del pitcheo en Cuba y el extranjero.

Esquiva los elogios como mismo enseña a poner la bola fuera del alcance de la masa del bate. Pedrito, el hombre al que la vida dotó de las canas de la sabiduría desde joven, debería ser, aun, de los imprescindibles en la pelota cubana.

Fue el entrenador de pitcheo de la selección nacional en cinco juegos olímpicos, 13 campeonatos mundiales, un clásico mundial, nueve copas intercontinentales, siete juegos panamericanos y seis juegos centroamericanos y del Caribe; en resumen, más de tres décadas en el cuerpo técnico del equipo grande, desde la primera época de Serbio Tulio Borges hasta Antonio Pacheco. Fueron siete directores, y Pedrito siempre ahí.

Estuvo en campos de entrenamiento de las Grandes Ligas estadounidenses y japonesas. En México lo tienen como «un libro abierto para todos los que desean llegar lejos en el pitcheo». Allá mismo se preguntan: «¿cómo ustedes (los cubanos) se dan el lujo de ceder a uno de los entrenadores de pitcheo más grandes del mundo?».

Ahora que el pitcheo está, como él mismo dice, en el momento más malo en la historia del béisbol cubano, JR acude a sus conocimientos. Desde Santa Clara, vía correo electrónico, Pedrito habla, que es como decir: el sabio vuelve al box.

—¿Qué no le debe faltar a un entrenador de pitcheo?

—Además del conocimiento sobre la preparación técnica, física, táctica, sicológica y académica, dominio sobre los procesos de la enseñanza, vocación, dedicación, responsabilidad, deseos de superación y superar a los demás, disciplina y haber sido lanzador (Pedrito fue pitcher hasta en el béisbol profesional).

«Debe lograr que el adiestramiento técnico y el entrenamiento no solo concuerden con la exigencia física, sino también con las condiciones anatómico-fisiológicas y sicológicas del organismo.

«Al entrenador se le deben propiciar los elementos necesarios para la enseñanza, de manera que esté preparado y convencido de que la unión de la mente y el cuerpo por medio de la vinculación de la teoría con la práctica sea la vía más rápida para lograr que sus alumnos consigan la maestría como lanzador».

—¿Cree que los conceptos de nuestros entrenadores actuales no estén actualizados?

—Considero que en nuestro país hay una gran cantidad de buenos entrenadores de pitcheo, capacitados y actualizados, nuestras escuelas y universidades deportivas han tenido un peso importante en ese empeño, aunque sí se nota que están algo desmotivados.

«No siempre, o casi nunca, los mejores y más capacitados se encuentran trabajando en los niveles inferiores, donde se desarrolla la base, y sin buenos cimientos es muy difícil construir un gran edificio».

—¿Por qué el pitcheo cubano no está en un buen momento?

—Muchas son las causas y los factores que tienen que ver con ese descenso del pitcheo: malos métodos, insuficientes medios y útiles necesarios, las condiciones de las instalaciones y las academias no son las ideales, etc.

«Además, la metodología de la enseñanza para los distintos tipos de lanzamientos plantea que a edades tempranas se deben desarrollar solo los lanzamientos básicos: la recta, el cambio y luego la curva.

«La slider es uno de los lanzamientos que más afectan al brazo, principalmente en la articulación del codo, debido a que se libera la pelota con esa articulación extendida y la mano y el antebrazo en movimiento de supinación.

«La curva es el lanzamiento de menor riesgo de lesiones para el brazo lanzador, por la sencilla razón de que la pelota se libera con la articulación del codo ligeramente flexionada; hemos visto muy a menudo lanzadores a edades tempranas lanzando slider en lugar de curvas.

«La recta resulta el pitcheo más importante en el béisbol, la llaman la madre de los lanzamientos, pues es el que con más velocidad se puede lanzar, el más fácil de controlar; es el único que desde el punto de vista táctico resulta efectivo en cualquier parte de la zona de strike (el resto de los lanzamientos solo en zona baja); sirve para ponerse delante en el conteo, ponchar, preparar al bateador, sacar out, mezclar con el resto de los lanzamientos, y sicológicamente, cuando es bien utilizado, establece cierto respeto del bateador al lanzador.

«He visto en competencias de las categorías 15-16 y juvenil, lanzar rompimientos en lugar de rectas. Los atletas manifiestan que los entrenadores les dirigen los pitcheos y los técnicos expresan que a ellos los evalúan por resultados. Considero que el “championismo” afecta el desarrollo de los lanzadores. Si a esas edades no se desarrollan la velocidad y el control de la recta, que es, reitero, el lanzamiento más importante, después será imposible lograrlo.

«Otro ejemplo: si un equipo de la Serie Nacional incluye en su nómina a dos lanzadores de futuro, de la categoría juvenil, se supone que sea con el objetivo de desarrollarlos poco a poco, pensando en el futuro. Hemos visto casos en que esos prospectos se destacan, comienzan a emplearlos demasiado y al final terminan con el brazo lastimado».

—¿Cuántos tipos de lanzamientos (repertorio) debería dominar un lanzador para tener éxito en el alto rendimiento?

—Lo más importante del lanzamiento es que el pitcher pueda controlarlo, en segundo lugar en importancia está el volumen y la calidad de conocimientos tácticos que tenga para usarlo.

«Con dos tipos de lanzamientos bien controlados, y con buen volumen y calidad de conocimientos tácticos, se puede triunfar en el alto rendimiento. Si fueran tres o más, mayores serán sus éxitos. Si utiliza cinco tipos de pitcheos y no domina ninguno no va a tener resultados en ningún lugar.

«Ya hablamos de los lanzamientos básicos (la recta, el cambio y la curva), después se deben desarrollar los tres especiales, que rompen indistintamente: la slider (hacia un lado), la sinker (al lado opuesto) y el split (flota y cae)».

—¿Por qué la tendencia a tan poco control en nuestros  lanzadores?

—El control es la vida del lanzador, su mayor atributo; sin control no hay táctica. Es un comportamiento que, estereotipado a través del entrenamiento sistemático, acerca cada vez más la mente al cuerpo, facilitando al lanzador acciones concisas, precisas y seguras. La mente gobierna al cuerpo. La maestría se consigue cuando se dominan el cuerpo y la mente.

«Con el entrenamiento físico se logra el control de los músculos del cuerpo, se desarrollan habilidades, pero si se ponen ansiosos, enojados o excitados, estos estados emocionales alteran la actividad de su cuerpo, los músculos se tensan y producen efectos negativos en el desempeño de la competencia. La tensión mental reduce el rendimiento mental y por ende el rendimiento físico.

«Los jugadores mentalmente fuertes son aquellos que en las condiciones más adversas mantienen altos sus niveles de rendimiento. La fortaleza mental no es una cualidad con la que nacemos, es un juego de destrezas sicológicas que se aprenden, se fortalecen y se desarrollan a través del mismo proceso que se aplica para desarrollar las destrezas físicas: comprensión, trabajo duro y ejercicios.

«El control del lanzador depende de tres factores: físico y técnico, que garantizan la puntería, y el mental, que es el complemento para el éxito del lanzamiento y constituye la base de la táctica. Todos unidos garantizan el control de la acción.

«El estado mental negativo crea tensión, estrés, ansiedad, enojo, exaltación; perturba o bloquea los procesos síquicos (observación, análisis, memoria, pensamiento, visualización, concentración); afecta las capacidades coordinativas (la calidad de la excitación nerviosa, la coordinación neuromuscular, equilibrio, orientación, reacción, fluidez, ritmo). Todo lo anterior genera decadencia en las fuerzas, desgano, inseguridad y, como resultado, imprecisión en los lanzamientos.

«En fin, el control de los lanzamientos es la habilidad que perfeccionada a través de las repeticiones, con rigor progresivo, le facilita al lanzador ubicar sus pitcheos con alta precisión en un punto de la zona o área de efectividad elegida, teniendo en cuenta la situación del juego, las características de los bateadores y las alternativas según sea el conteo.

«Si el lanzador controla los pensamientos, las emociones, el esfuerzo, las tácticas y estrategias, y no desvía la atención, ni gasta energías en cosas que no puede cambiar, entonces tendrá como resultado un buen rendimiento.

«El béisbol moderno está necesitado de lanzadores duraderos que estén capacitados para lanzar por muchos años. Los entrenadores estamos en el deber de desarrollarlos de forma que puedan controlar su mente, su cuerpo y sus emociones para que sean eficaces y eficientes.

«Considero que para lograr el control ideal se debe hacer mayor énfasis en el acondicionamiento mental, así como en la vinculación de la teoría con la práctica».

—¿Qué importancia le otorga a la sabermetría?

—La sabermetría es una herramienta muy importante para el entrenador, mientras más conoces del contrario más posibilidades tácticas tienes para vencerlo. Ahora está más desarrollada, pues los medios están más sofisticados, en nuestro tiempo usábamos un lápiz y un papel.

—Usted que ha vivido diferentes épocas del béisbol cubano, ¿cuáles son las principales diferencias entre los lanzadores de antes y los de ahora?

—Los lanzadores en la actualidad tienen más posibilidades de desarrollarse por los adelantos desde el punto de vista científico que ha tenido el béisbol, pero los de antes eran más dedicados, más concentrados y de manera general competían con más amor a la camiseta.

Cuán útil sería contar con Pedrito en un equipo asesor para el béisbol cubano. Podría ayudar mucho en la formación de entrenadores y en el mejoramiento del estado actual de nuestro pasatiempo nacional. Para empezar, se debería difundir en Cuba su libro Técnica, Táctica y Estrategias del lanzador, paradójicamente un best seller en México.

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