Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El maratón de las 500 gotas de sudor

Marabana goza de gran reputación entre sus similares del mundo, sobre todo porque los grandes protagonistas son el pueblo cubano y los visitantes que se animan a involucrarse en una fiesta deportiva que data de 1987

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Recuerdo que fue en los primeros días de abril de 2010, cuando Industriales recién había ganado su título 12, un cetro que, por cierto, la afición habanera extraña tanto, porque los años han pasado y el éxtasis de la gloria más nunca ha llegado. En ese entonces, Ettore, un amigo italiano, me escribía, eufórico y expectante, que visitaría Cuba por primera vez. Estaría en noviembre durante una semana y un compañero de trabajo le sugirió que conociera un poco de La Habana y sus encantos de una forma peculiar.

Siguió la sugerencia al pie de la letra. A su ritmo, corrió la maratón de Marabana, la popular carrera que su colega le propuso y que goza de gran reputación entre sus similares del mundo, sobre todo porque los grandes protagonistas son el pueblo cubano y los visitantes que se animan a involucrarse en una fiesta deportiva que data de 1987, cuando solo se corrían los 21 kilómetros y se inscribieron cerca de 290 extranjeros, motivados, entre otras cosas, por razones muy parecidas a la de Ettore: conocer la capital desde una visión dinámica, histórica, muy diferente.

Hoy Marabana estará corriendo, junto a sus protagonistas, en su edición 33.Foto:Juan Moreno

Luego de casi tres horas y media, Ettore era puro sudor, la fatiga casi lo vencía, pero aún le quedó adrenalina para decirme a voz en cuello en italiano: affascinante, perfectamente entendible para cualquier persona de habla hispana.

Con solo una palabra, supe minutos después que se refería a la excitante y exclusiva experiencia de descubrir, entre trotes y carreras, populares arterias de la capital que había leído en un viejo artículo en internet, lugares icónicos no solo de La Habana, sino de Cuba, que viajan el mundo entero a través de fotos, recuerdos o videos, así como interactuar desde la distancia con la gente de nuestro país y disfrutar de los famosos almendrones, vehículos de Estados Unidos de la década del 50, mayormente de las marcas Chevrolet y Ford, que recorren las calles con no pocos maquillajes.

Después de sus cortas vacaciones, viajó hacia Europa con la impresión de una ciudad, vista, aquel domingo —como siempre ocurre—, desde la perspectiva de una maratón, aventura totalmente recomendable, según sus palabras, para todo aquel que decida probar por primera vez los encantos y tristezas de las urbes.

Hoy Marabana estará corriendo, junto a sus protagonistas, en su edición 33, media hora antes —6 y 30 a.m.—, solo que mi amigo no estará esta vez. Cuestiones laborales le impidieron asistir a esta versión especial, dedicada al 500 aniversario de la capital.

La Habana de 2010, la que mejor recuerda Ettore, ha cambiado para bien. En el trazado que incluye la carrera se aprecian nuevos hoteles, se contemplan remozados el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y el Capitolio Nacional en todo su esplendor, con su cúpula dorada, la escuela primaria Rafael María de Mendive —donde estudió Martí—, reinaugurada en 2018. Esos sitios, juntos a otros habituales y distintivos, hacen de la ciudad, lo más grande.

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