Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿A qué jugamos hoy?

En tiempos de aislamiento social, los niños ponen a prueba el ingenio de los padres para reinventar maneras de divertirse 

Autor:

Lianet Escobar Hernández

Ahora que la Covid-19 irrumpió en nuestras vidas con el firme propósito de paralizarnos, son muchos los que hemos visto pospuestos proyectos de trabajo y planes futuros, pero todo por un bien mayor: preservar la salud y así ganarle la pelea al nuevo coronavirus. 

Hace unos días el Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez nos invitaba a preguntarnos qué hacíamos a diario como cubanos para contribuir a ayudar a aquellos que por la importante e imprescindible labor que realizan, no podían quedarse en casa. 

En aquel momento, y aún hoy, tengo una sola respuesta a dicha interrogante: ayudo siendo una madre con imaginación. 

Sí, porque cuando un niño de solo cuatro años te ocupa desde el amanecer hasta que se pone el sol, todo quehacer, ya sea doméstico o profesional, pasa a un segundo y hasta a un tercer plano, porque a esa edad, es muy difícil entender el por qué ya no va al círculo infantil, o al parque, o simplemente por qué no sale a la calle donde, como nunca antes, tampoco están los amiguitos de siempre. 

Supongo que muchos sabrán de lo que hablo. 

Es en ese momento cuando hay que echar a volar la ideas, aunque confieso que para mi buena suerte, algunos añitos ligada al periodismo deportivo me han dado una ligera ventaja. 

Tras los primeros días cumpliendo con el distanciamiento social requerido, luego de que la televisión dejó de llamar la atención de mi hijo, el primer deporte al que acudí fue el baloncesto. Por increíble que parezca un espacio de apenas un metro, una pelota y un cesto para ropa sucia nos resultaron suficientes. 

Les aseguro que no tuve plena certeza de cuán fuerte era el temperamento de mi niño hasta que no logró colar el redondo juguete dentro de la boca abierta de la cesta, en su tercera oportunidad. 

El béisbol también ha formado parte de nuestras rutinas, aunque cada batazo, aún cuando se trata de un bate plástico y una bola más grande de lo habitual, siempre me hacen voltear en dirección a los adornos de la casa para cerciorarme de que no haya «muerto» ninguno. 

Y qué decir de la natación. Cuando tu pequeño es tan aficionado al agua como el mío, esa es una disciplina que tiene que estar en el plan de actividades. Cómo lograrlo, pues fácil, una palangana repleta de agua, que lo mismo puede estar en el baño o en el patio (siempre con supervisión) y habrá llegado el momento de chapotear. 

Correr a toda velocidad, no en cien metros, pero sí en 20 o menos, también puede ser nuestro cómplice cuando el propósito es contener la impaciencia de un infante; no obstante, si vives en un edificio como yo, es esta una idea que no debe agradarle mucho al vecino de los bajos, así que es mejor no abusar de dicha práctica. 

El fútbol fue otro de los deportes tenidos en cuenta, sin embargo, quedó descartado cuando con la primera patada, casi pasa a la historia mi reproducción de una de las obras del genial Portocarrero. 

Pero volviendo al tema de las ideas que no terminan en fracaso, otra de las opciones a las que puedes acudir es la de involucrar a tu niño en actividades propias de los adultos, como por ejemplo, los ejercicios físicos caseros o los juegos de mesa. Darle espacio y motivarlo a que te acompañe cuando te ejercitas o brindarle la oportunidad de que tire los dados del parchís u organice las fichas del dominó, pueden ayudar a su esparcimiento. 

Igualmente, participar con ellos cuando se les ocurre dibujar, jugar a las escondidas o recurrir a los dispositivos electrónicos son ideas factibles, siempre que no consideremos la utilización de las nuevas tecnologías como la única solución, solo por la facilidad de su uso.

Ahora que la falta de tiempo libre no es excusa que nos ampare y estar en casa más que una imposición es una necesidad, estas y otras opciones como la lectura, la televisión, las manualidades pueden hacer el camino menos escabroso para ti y tu familia. 

Que sea ello y los aplausos nocturnos, nuestro mejor aporte.

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