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Racio«simio»

Observaciones recientes en el comportamiento de los primates han causado revuelo entre los científicos. ¿Poseen estos animales algún vestigio de moral o de juicio?

Autor:

Randy García

Al parecer no hemos permanecido solos en el podio de la carrera evolutiva. Así lo evidencia el enrevesado comportamiento de algunas especies como el chimpancé que, para sorpresa nuestra, también pudiera analizar y tomar decisiones con una precaria noción de lo «moral».

La controversial propuesta se levantó a raíz de la publicación del polémico libro El bonobo y el ateo, del primatólogo holandés Frans de Waal. Tras 40 años de observación, el profesor De Waal asegura que el origen del sentido de moralidad en los seres humanos se encuentra mucho más cerca de ser explicado desde el comportamiento social de los simios que desde una decisión filosófica o divina.

El autor declaró a la BBC que en la conducta social de los simios —descrita a fondo en el volumen— están presentes los dos pilares de la moral, tanto reciprocidad y justicia, como empatía y compasión.

«Muchos de los patrones que consideramos “morales” vienen de la evolución de las especies», añadió.

El experto entiende que la moral no pasa por una decisión que se toma o que se impone desde la autoridad, la filosofía o la religión, sino que es innata al comportamiento social humano y producto de este. «Viene como parte del “paquete social” que también puede encontrarse en otros animales, como nuestros parientes primates», expresó.

Junto a otros estudios recientes, las investigaciones de este científico holandés han comprobado que los chimpancés y bonobos (chimpancés pigmeos) respetan el concepto de propiedad e interactúan con sus semejantes atendiendo a una delimitada jerarquía.

No obstante, como otras especies también parecen comportarse de esta manera —ello se ha constatado en caballos, perros y cetáceos—, resulta difícil determinar cuándo una conducta social se vuelve moral.

Para esclarecer la actitud de los primates, De Waal delimitó dos grados de moralidad. El primero, denominado moral «uno a uno», asocia las expectativas del individuo en cuanto a cómo espera ser tratado según su grado jerárquico y derechos. Los primates incluso muestran gratitud o hasta pueden tomar venganza, dependiendo del comportamiento de los otros hacia ellos.

La preocupación social del animal sería el segundo grado de moralidad. Esta involucra el sentido de la armonía en la comunidad como un todo. Los chimpancés muestran ciertas formas de reconocimiento de este grado de moralidad, pues se ha comprobado que, además de compartir su comida, tranquilizan a sus vecinos e incluso intervenienen en peleas entre miembros del grupo para evitar disturbios.

«El principio es que tienes relaciones valiosas que resultan dañadas por el conflicto, por lo que tienes que hacer algo al respecto», argumentó el autor.

Según De Waal, tal y como los simios, el hombre evolucionó en gran medida gracias a la cooperación. Con el tiempo desarrolló una cierta sensibilidad hacia las necesidades de sus semejantes, algo que —afirma el investigador— «no tiene nada que ver con una decisión o un mandato superior, sino con el instinto básico de supervivencia.

«Los seres humanos tenemos todo tipo de intereses egoístas y conflictos individuales que necesitamos resolver para lograr una sociedad cooperativa. Por eso es que tenemos moral, y las abejas u hormigas no», agregó el experto.

Ante la teoría del científico, no son pocos los antropólogos, filósofos y economistas que han mostrado su desacuerdo.

«Ellos entienden que la justicia es un concepto muy complejo y que los animales no pueden tenerlo. Incluso un filósofo me escribió quejándose de que era imposible que los monos tuvieran un sentido de equidad, ya que esta era un concepto inventado durante la Revolución Francesa», refirió el investigador.

Sin embargo, la mayor polémica gira en torno a la concepción religiosa de moralidad. Esta pudiera resultar relevante hasta cierto punto, mas no constituye la base de la moralidad, acotó el científico, quien se inclina por buscar las respuestas «más en la potencialidad humana».

En equipo... la vida es más sabrosa

Los chimpancés no solo pueden coordinar acciones con los de su misma especie: además entienden la necesidad de asociarse a un compañero en pos de un bien común.

A tal conclusión arribó un estudio publicado en la revista Biology Letters, y desarrollado en conjunto por científicos de Warwick Business School, Reino Unido, y el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania.

«Quisimos saber de dónde viene la capacidad humana de cooperación y trabajo en equipo y si este es un elemento único nuestro o no», le dijo a BBC la doctora Alicia Melis, quien es profesora de Ciencias del comportamiento en Warwick Business School, y que se encuentra al frente del proyecto.

El experimento incluyó a 12 chimpancés agrupados en pares, y se utilizó un rastrillo, un bastón y una caja con uvas en su interior, depositada sobre una plataforma.

Cada chimpancé fue colocado en un extremo de la caja. El chimpancé de la parte trasera, empleando el rastrillo, debía empujar la plataforma. El otro chimpancé, ubicado en la parte delantera, debía introducir el bastón a través de un agujero para sacar las uvas. Si ambos cumplían con su parte, las uvas caían al suelo y ambos gozarían del trofeo.

Las herramientas de trabajo fueron entregadas a uno de los dos primates, y este debía decidir cuál ceder a su pareja. Finalmente, diez de los 12 entendieron que debían compartir las herramientas y de esos, siete cedieron la herramienta correcta a su compañero.

Tal resultado hace pensar a los científicos que no es pura casualidad la conducta de los simios. «Cuando se trata de acceder a alimentos, los chimpancés son bastante competitivos y prefieren trabajar solos y monopolizar todas las recompensas de comida», explicó la profesora Melis. En cambio, tras el estudio se demostró que «están dispuestos y son capaces de soportar a un socio estratégico en el desempeño de su rol cuando su propio éxito depende de la pareja», agregó.

Si bien la cooperación no es exclusiva en humanos ni chimpancés —ya que, como afirma Melis, «el nivel de coordinación intencional que subyace a estas acciones de grupo no está claro, y su éxito podría deberse a acciones independientes»—, el estudio deja clara una correspondencia directa entre coordinación y trabajo en equipo, tras una previa comprensión del animal.

«Lo sorprendente es que en un punto entendieron que su pareja necesitaba ayuda y que, si no cooperaban, no lograrían el objetivo. Nos sorprendió que cometieran muchos menos errores de los calculados. Utilizaron un nivel de razonamiento mucho mayor del que pensábamos», comentó Melis.

«Fifty/fifty»

«El sentido humano de la justicia ha estado presente en los primates por lo menos desde que los seres humanos y los chimpancés tomaron rumbos distintos».

A esa conclusión arribó Darby Proctor, una especialista del Centro Nacional de Investigación de Primates de Yerkes, de la Universidad de Emory (Estados Unidos), tras una investigación cuyos resultados se publicaron en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés).

La doctora a cargo de la pesquisa sostiene que su objetivo es descubrir la ruta evolutiva del sentido de compartir en los humanos. Para ello, de conjunto con otros investigadores, la especialista realizó un experimento que arroja algunas pruebas sobre el sentido de justicia en los chimpancés.

Dos ejemplares de esa especie tuvieron que elegir cómo repartirse una porción de fichas en sustitución de bananas, que simulaban el equivalente al dinero en los humanos. Los resultados revelaron que los animales tendían a ofrecer una distribución justa y equitativa de la recompensa.

«Los entrenamos con dos fichas distintas. Tomar una ficha blanca significaba dividir la comida por igual y la ficha azul conllevaba a que el primer chimpancé obtuviera más comida que el segundo», dijo Proctor. Sin embargo, la división de recompensas fue realizada equitativamente.

En ese sentido la doctora Susanne Shultz, de la Universidad de Manchester, señaló la relevancia del examen. «Es interesante que al cambiar el diseño del estudio, principalmente al no usar recompensas de comida directamente, se dé esta respuesta en los chimpancés», le dijo Shultz a la BBC.

De igual forma indicó que la prueba solo se hizo a tres pares de chimpancés, por lo que todavía no quedaba claro hasta qué punto entendían la lógica del juego.

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